Comentario
El brote del coronavirus de China 2019 (Covid-19) sigue cobrando vidas humanas. El pueblo chino es el que más ha sufrido en términos de casos totales y vidas perdidas. La epidemia comenzó en Wuhan, capital de la provincia de Hubei. Mientras escribo esta columna, Hubei ha tenido 60,000 casos confirmados y casi 1,800 muertes.
Covid-19, sin embargo, ha escapado de las fronteras políticas de China. El «Informe de Situación 29» de Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 18 de febrero declaró que 25 países han diagnosticado clínicamente casos de COVID-19, y muchos están confirmados por laboratorios. Hasta el 17 de febrero, la OMS había enviado kits de pruebas de laboratorio del virus a 34 países. Eventualmente, 56 países los recibirán.
El índice de evaluación de riesgos de la OMS calificó el nivel de amenaza del virus para la salud mundial como «alto».
Aunque no es un asesino de la economía, el Covid-19 amenaza la fortaleza económica del mundo. Eso no es una sorpresa. La actual guerra comercial entre Estados Unidos y China solo comenzó a desacoplar sus economías.
El régimen comunista de China debe importar recursos naturales (petróleo y minerales) para mantener su industria en funcionamiento. También importa algunos productos alimenticios que tienen un impacto político interno. Desde que una peste porcina devastó sus granjas de cerdos, China depende de la carne de cerdo de Estados Unidos para apaciguar el paladar de sus ciudadanos oprimidos que sin embargo se encuentran cada vez más inquietos.
En las últimas tres semanas, una serie de anuncios corporativos y gubernamentales muestra que las economías de Estados Unidos y China siguen todavía entrelazadas.
Por ejemplo, Apple advirtió a los inversores que el brote de coronavirus impedirá que cumpla con las expectativas de ganancias del primer trimestre. La demanda interna china de productos de Apple disminuyó drásticamente. La epidemia también interrumpió la producción de iPhone en China. Apple sigue siendo una empresa Blue Chip, pero se enfrenta a problemas de demanda y de cadena de suministro.
La epidemia también interrumpió la mayor feria de la industria de telefonía móvil del mundo, el Congreso Mundial de Móviles (Mobile World Congress). El 12 de febrero, el CMM decidió cancelar su congreso anual en Barcelona. El temor a que la enfermedad se propague es una de las razones, sin embargo las restricciones de viaje desde Asia Oriental habrían reducido la asistencia.
El 14 de febrero, The Wall Street Journal examinó el efecto de la epidemia en la producción de la industria automotriz. Una vez más, el gran factor es la interrupción de la cadena de suministro. Hyundai y Renault han disminuido la producción en determinadas líneas de montaje en Corea del Sur. Fiat-Chrysler está deteniendo la producción de autos en su fábrica en Kragujevac, Serbia, porque la instalación depende de piezas de fabricación china. América del Norte no está desacoplada. The Wall Street Journal citó a una fuente del United Automobile Workers que advirtió que la planta de montaje de General Motors en Arlington, Texas, podría enfrentarse a una escasez de componentes de fabricación china.
La Agencia Nacional de Inmigración de China ha informado que 133 países han impuesto restricciones de entrada a ciudadanos chinos o a personas que han visitado China. Por motivos de salud, las cuarentenas son obligatorias y deben hacerse cumplir. Pero requieren costos económicos, obvios y ocultos. Por ejemplo, las empresas chinas explotan varias minas de importancia mundial en la República Democrática del Congo. Por lo general, los ciudadanos chinos son los que ocupan los puestos cruciales de trabajadores cualificados. Las restricciones de movimiento podrían «ampliar los plazos» para proyectos de producción que dependen de los minerales congoleños de las minas operadas por China.
En un artículo reciente, Reuters proporcionó un excelente ejemplo de perturbación económica atribuible a una cuarentena. El proyecto de ferrocarril de alta velocidad de China Railway International Group, de propiedad estatal, en Indonesia es una de los megaproyectos de la iniciativa de ‘La Franja y la Ruta’ de Beijing. Los principales directivos y trabajadores técnicos que fueron a China para el Año Nuevo Chino no pueden regresar a Indonesia. El proyecto se enfrenta ahora a grandes retrasos.
El virus afecta al negocio del petróleo, con Irán como un claro perdedor. China fue el mayor comprador de Irán, importando unos 300.000 barriles diarios en 2019. La reducción de la actividad económica reduce la demanda de petróleo de China. Según The Wall Street Journal, los funcionarios del gobierno estadounidense atribuyen parte de la disminución de la demanda de China a las restricciones de tránsito interno. La gente no puede viajar.
Por lo tanto, el Covid-19 exacerba los malestares económicos de Irán. ¿Los ayatolás están culpando a su mejor cliente? No, encontrarán una manera de culpar a Estados Unidos por la epidemia.
Austin Bay es coronel (retirado) de la Reserva del Ejército de EE.UU., autor, columnista sindicado y profesor de estrategia y teoría estratégica en la Universidad de Texas. Su último libro es «Cocktails desde el Infierno: Cinco Guerras que dan forma al siglo XXI».
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