Si no podemos meterlo en la cárcel por crímenes contra la humanidad, como sostienen algunos, ya es hora de que el doctor Anthony Fauci se vaya..
Teniendo en cuenta su idilio con los medios de comunicación y viceversa, esto no será fácil, ni siquiera en la supuesta jubilación del doctor.
En los últimos días, ha vuelto a la palestra, aconsejándonos que llevemos mascarillas, a pesar de que ahora reconoce que el Informe Cochrane podría estar en lo cierto y que llevar mascarillas podría haber sido irrelevante todo el tiempo en lo que respecta a contraer COVID-19.
De hecho, el Informe Cochrane, que reunió los principales estudios sobre mascarillas, ha hecho que parezca absurdo, y destructivo de las relaciones, llevarlas.
Entonces, ¿por qué hacerlo? Por si acaso, dice el doctor Fauci.
Pero ésa no es realmente la razón.
Clay Travis, del programa de radio «The Clay Travis and Buck Sexton Show», dice que las máscaras son una «declaración de moda». Por ingenioso que sea, tampoco lo es del todo.
Hay algo más siniestro detrás de todo esto.
Las máscaras se han convertido en un símbolo de conformidad con el gobierno.
Aunque no tan severo como la omnipresencia de las prendas de azules de la China maoísta, llevar una máscara en estos momentos indica al mundo que el que la lleva es un servidor del Estado.
Es una señal. Obedecen, pase lo que pase.
Lamentablemente, las minorías son las más afectadas por este evidente lavado de cerebro.
No siempre fue así. Al principio de la pandemia que podría haber sido o que se suponía que tenía que haber sido, la mayoría de la gente no sabía qué hacer. No habíamos vivido nada parecido antes, o eso nos dijeron. Eso incluía al entonces presidente Donald Trump, que quizá se apoyó demasiado en los consejos de los doctores Fauci y Deborah Birx. (Afortunadamente, ha cambiado de opinión).
Llevar mascarilla, y seguir toda una serie de normas, era excusable entonces, aunque algunos sospechaban (en realidad un buen número, incluidos los miles de eminentes médicos y científicos que firmaron la Declaración de Great Barrington). Resulta que tenían razón. Robert F. Kennedy Jr. también tenía innegablemente razón.
Pero eso era entonces y esto es ahora. Todos hemos recibido una dosis de realidad desde entonces, hasta el punto de que incluso los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han admitido recientemente que el hecho de haber recibido las vacunas puede empeorar ciertas cosas, como hacer frente a la última variante del COVID.
Así están las cosas.
Y sin embargo, nuestro presidente y / o aquellos que lo asesoran o controlan están planeando gastar aún más miles de millones en nuevas vacunas para ir junto con las propuestas de más enmascaramientos, cierres patronales y cierres de escuelas que atontarán aún más a nuestra juventud (si eso fuera posible).
Cuando utilicé la palabra siniestro más arriba no era una exageración. Era más bien un eufemismo.
Lord Acton, ¿dónde está? Esto es «el poder absoluto tiende a corromper absolutamente».
Lo que estamos presenciando en esto es la llegada del comunismo 4.0 -o es 5.0- a través de nuestro sistema sanitario. Como antes, los ricos prosperan y comen en la Cocina Francesa, mientras que los pobres y la clase media, literalmente el resto, llevan mascarillas y se sientan en casa con sus pantallas.
Así es como llegará el comunismo a Estados Unidos, no con un disparo, sino con millones de disparos a ciegas.
No es ni mucho menos casual que entre las muchas fechorías del Dr. Fauci se encuentre la ofuscación deliberada de la conexión de Estados Unidos (en otras palabras, suya) con el Instituto de Virología de Wuhan en la China comunista.
¡Cállate y tómate la medicación!
Pues no lo hagas.
Este es un momento, si es que alguna vez lo hubo, para leer o releer «Desobediencia Civil» de Henry David Thoreau.
Y luego ejercerla.
Cumplir con el Estado parando en un semáforo en rojo es una buena idea. Cumplir sin rechistar sus edictos sanitarios, especialmente cuando los médicos de todo el mundo no están de acuerdo, es pura estupidez.
Mientras tanto, al menos demos al Dr. Fauci el tratamiento del silencio. Probablemente odiaría eso más que nada.
Lo sé, es difícil. Es duro.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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