Con un consumo abundante de frutas y verduras frescas, obtenemos más vitamina C de la que necesitamos en los meses de verano. Pero a medida que llega el otoño y las temperaturas se vuelven más frías, las familias suelen consumir menos vitamina y, al mismo tiempo, se exponen a más gérmenes, lo que favorece la aparición de resfriados y gripe.
La vitamina C es conocida como la vitamina del bienestar. ¿Quién no recurre a las naranjas y a los suplementos de vitamina C a la primera señal de irritación de garganta o tos? Pero consumir suficiente vitamina C a diario es vital para la salud en general.
Esta vitamina es un componente esencial de la piel, los tendones, los ligamentos y los vasos sanguíneos. Esencialmente, ayuda al cuerpo a hacer crecer los tejidos y a repararlos cuando hay daños.
La vitamina C también es un antioxidante, un grupo de nutrientes que ayudan a prevenir el daño celular causado por los radicales libres. Los radicales libres son responsables del envejecimiento y son un factor que contribuye al desarrollo del cáncer, las enfermedades cardíacas, la artritis y otras enfermedades inflamatorias. Los antioxidantes también desempeñan un papel fundamental en la protección del organismo contra las toxinas, como el humo del tabaco y la polución.
Como si esto no fuera suficiente, un nuevo estudio realizado por investigadores del Hospital General Judío de Montreal y su filial, el Instituto Lady Davis de Investigación Médica, demostró que la vitamina C ayuda a mejorar el estado emocional de los pacientes que reciben cuidados agudos (es decir, hospitalizaciones de corta duración). Estudios anteriores indicaban que los pacientes hospitalizados padecen niveles bajos de vitaminas C y D, por lo que los investigadores quisieron ver el impacto que tendría la administración de suplementos (a un grupo de pacientes también se les administró vitamina D; no mostraron cambios significativos). La mejora estadística y clínicamente significativa que mostraron los pacientes a los que se les administraron suplementos de vitamina C nos muestra que la vitamina C puede desempeñar un papel muy importante en nuestro bienestar emocional.
La deficiencia de vitamina C se ha asociado con todo tipo de problemas, desde la gingivitis y el sangrado de las encías hasta la anemia, las hemorragias nasales y el aumento de peso derivado de de un metabolismo lento. Así que hay muchas razones por las que debemos asegurarnos de consumir suficiente vitamina.
El cuerpo no almacena la vitamina C, por lo que hay que tomarla en abundancia todos los días. Es bastante difícil tener una sobredosis de vitamina C (porque no se puede almacenar), pero no deberíamos consumir más de 2000 mg al día porque el consumo excesivo de vitamina C puede causar malestar estomacal y diarrea. Tenga en cuenta que 2000 mg es el máximo recomendado de todas las fuentes, incluyendo alimentos, zumos, suplementos y alimentos fortificados.
El consumo de alimentos ricos en vitamina C es una forma sencilla de cargar con el antioxidante y lo orgánico es siempre más saludable, ya que no hay residuos de pesticidas. Una naranja ofrece alrededor del 116% de los 60 mg recomendados para los adultos, pero hay alimentos que ofrecen incluso más vitamina C, como las fresas (136%), las coles de Bruselas hervidas (161%), el brócoli al vapor (205%), los pimientos rojos crudos (291%) y las papayas (313%). Por debajo de las naranjas, pero con un alto contenido en vitamina C, están el melón, el kiwi, la coliflor hervida y la col rizada hervida.
Los zumos y los alimentos enriquecidos podrían parecer una mejor idea, pero normalmente no es así. La mejor nutrición proviene de un alimento en su forma natural, y los nutrientes comienzan a degradarse tan pronto como se cosechan los alimentos, lo que significa que se obtienen los mejores nutrientes cuando se consumen alimentos locales. Si añadimos el procesamiento de los zumos, hay muchas cosas que no se obtienen de ellos. En cuanto a los alimentos enriquecidos, son pocos los productos procesados que contienen una cantidad adecuada de nutrientes que realmente hagan la diferencia.
En invierno puede ser más difícil consumir alimentos enteros ricos en vitamina C (sobre todo si hay niños en casa), pero un simple suplemento puede aumentar su consumo cuando lo necesite. En cualquier caso, asegúrese de consumir mucha vitamina C: su cuerpo se lo agradecerá.
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