Opinión
En 2001 Rusia y China formaron un bloque de poder internacional que pone en ridículo el Pacto de Varsovia, la antigua alianza militar liderada por los soviéticos. Se llama Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
La mayoría de los occidentales nunca oyeron hablar de esta, sin embargo se está convirtiendo rápidamente en una de las fuerzas más poderosas del planeta.
De hecho, la mayoría de los líderes occidentales se manejan bajo la ilusoria creencia de que Rusia y China son antagonistas y que podrían enfrentarse entre sí. La idea de que Rusia y China son aliados y están trabajando conjuntamente para destruir a Occidente suena demasiado descabellada para la mayoría de los líderes occidentales.
La campaña de desinformación “Rusia y China son enemigos” llevó al expresidente Richard Nixon a abrir las relaciones diplomáticas y comerciales con Beijing a mediados de la década de 1970. Nixon creía que podía poner a la China comunista contra la Unión Soviética comunista. El grave error de Nixon socavó la base industrial de Estados Unidos, al tiempo que construyó un nuevo y poderoso enemigo. Hoy en día, Estados Unidos se enfrenta a dos enemigos de categoría mundial en lugar de uno.
Peor aún, Rusia y China son ahora abiertamente aliados.
Alianzas
La OCS es una organización internacional intergubernamental permanente, creada el 15 de junio de 2001 en Shanghai por la Federación Rusa, las “ex” repúblicas soviéticas de mayoría musulmana de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, y la República Popular China.
La OCS mantiene dos órganos permanentes: la Secretaría de la OCS, con sede en Beijing, y el Comité Ejecutivo de la Estructura Regional Antiterrorista (ERAT), con sede en Tashkent, Uzbekistán. Los idiomas oficiales de la organización son el ruso y el chino.
Los objetivos declarados de la OCS son “fortalecer la confianza mutua y la vecindad entre los Estados miembros; promover su cooperación efectiva en la política, el comercio, la economía, la investigación, la tecnología y la cultura, así como en la educación, energía, transporte, turismo, protección del medio ambiente y otros ámbitos; realizar esfuerzos conjuntos para mantener y garantizar la paz, seguridad y estabilidad en la región; y avanzar hacia el establecimiento de un nuevo orden político y económico internacional democrático, justo y racional”.
Eso es un doble discurso para la dominación mundial rusa-china.
Desde sus inicios, la OCS se amplió considerablemente, especialmente desde junio de 2017, cuando se otorgó a la India y Pakistán la condición de miembros de pleno derecho.
Actualmente, la OCS está integrada por ocho Estados miembros: India, Kazajistán, China, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán.
La OCS cuenta con cuatro Estados observadores: Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia. La OCS también mantiene seis “socios de diálogo”, a saber, Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Nepal, Turquía y la “República Socialista Democrática” de Sri Lanka.
La “familia” de la OCS consiste actualmente en dos Estados abiertamente comunistas –China y Nepal– y ocho Estados excomunistas, todos los cuales mantienen estructuras de seguridad de la era comunista: Rusia, Kazajistán, Tayikistán, Uzbekistán, Kirguistán, Armenia, Bielorrusia y Camboya. Además, la OCS incluye tres grandes potencias islámicas: Irán, Pakistán y Turquía, además de Afganistán y dos naciones del sur de Asia fuertemente influenciadas por los comunistas e islamistas: India y Sri Lanka.
Creo que Corea del Norte es efectivamente un Estado cliente de Rusia/China y un aliado de Irán, y también debería contarse como un miembro de facto de la alianza OCS.
Uno de estos países –Turquía– sigue siendo nominalmente miembro de la OTAN, creada para defender a Europa de las ambiciones expansionistas de Moscú. Turquía también se está convirtiendo cada vez más en el líder del movimiento islamista mundial.
La OCS es actualmente la mayor organización regional del mundo en cuanto a cobertura geográfica y población, abarcando el 60 por ciento de Eurasia y casi la mitad de la población mundial.
Y lo que es aún más preocupante, la OCS es una alianza de seguridad militar/nacional formal de la que poco se ha informado.
Juegos de guerra
El primer ejercicio militar conjunto de la OCS tuvo lugar en 2003, con la primera fase teniendo lugar en Kazajstán y la segunda en China. Desde entonces, Rusia y China cooperaron en juegos de guerra a gran escala en las que participaron miles de tropas –llamadas Misiones de Paz– en 2005, 2007, 2009 y 2010, y desde entonces cada dos años.
India y Pakistán se unieron a los ejercicios por primera vez en 2018.
Durante los juegos de guerra de 2007 en Rusia, el presidente ruso Vladimir Putin anunció, ante la presencia de los líderes como el entonces mandatario chino Hu Jintao, que los bombarderos estratégicos rusos reanudarían las patrullas regulares de largo alcance por primera vez desde el final de la “Guerra Fría”.
“A partir de hoy, estos períodos de servicio se realizarán regularmente y a escala estratégica. (…) Nuestros pilotos llevan demasiado tiempo en tierra. Están felices de comenzar una nueva vida”, dijo Putin, según Associated Press.
Estos patrullajes rondan regularmente el espacio aéreo de la Alianza Occidental.
De las 15 principales potencias militares del mundo (Estados Unidos sigue ocupando el primer lugar), la familia OCS incluye:
N° 2: Rusia
N° 3: China
N° 4: India
N° 9: Turquía
N° 14: Irán
N° 15: Pakistán
De estos, Rusia, China, India, Pakistán y probablemente Irán son potencias nucleares. También es posible que muchas de las exrrepúblicas soviéticas que ahora forman parte de la red OCS mantengan algunos arsenales nucleares secretos.
Estados Unidos afirma que tiene unas 6200 armas nucleares, todas ellas desarrolladas antes de 1992, mientras que Francia, el Reino Unido e Israel tienen alrededor de 600 entre los tres, lo que da un total de unas 6800.
Rusia afirma públicamente la paridad de armas nucleares con Estados Unidos (pero probablemente mantiene en secreto varios miles más), la mayoría de las cuales son armas de última generación; China tiene alrededor de 290 armas nucleares; India y Pakistán tienen alrededor de 140 cada uno; y Corea del Norte tiene alrededor de 10, lo que da un total de unas 7100.
En el caso de una guerra total, la India puede seguir su propio camino, al igual que Francia, pero está claro que la OCS tiene más que suficiente potencia de fuego como para plantear un grave desafío a una alianza occidental muy inestable.
Es una tontería creer que si Estados Unidos se mete en una verdadera guerra con disparos contra China, Rusia se quedará al margen. Casi con toda seguridad, la guerra con Rusia o China se convertirá rápidamente en una guerra con la OCS. La India bajo el primer ministro nacionalista hindú Narendra Modi podría ser el comodín, ya sea permaneciendo neutral o posiblemente aliándose con Occidente. Sin embargo, India se unió formalmente a la OCS mucho después de que Modi llegara al poder en 2014.
Ciertamente, el muy fuerte movimiento comunista de la India presionaría para apoyar a Rusia y China.
Según un artículo publicado en la edición del 25 de octubre de 2006 del periódico Guardian del Partido Comunista de Australia, el líder (marxista) del Partido Comunista de la India, Prakash Karat, dijo: “Los países de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) van a ser la nueva central eléctrica del mundo. Es en el interés de la India que entendemos su importancia, ya que somos un país que necesita desesperadamente energía. (…) La cooperación trilateral entre India, China y Rusia tiene un significado simbólico, ya que puede disipar la idea de que el siglo XXI es un siglo estadounidense”.
La ingenuidad y la cobardía hacia los regímenes totalitarios de Moscú y Beijing nos llevaron al punto en el que nos encontramos hoy. La tonta apertura de Nixon a China construyó una superpotencia hostil en menos de cinco décadas. La dureza de Reagan contra Rusia obligó a Moscú a una retirada de 20 años. No a una derrota –una retirada. Ahora, Rusia está por delante de Estados Unidos en la mayoría de áreas militares clave. Un foco desproporcionado en la amenaza islámica durante los últimos 20 años –a la vez que se perpetuaba la creencia de que Rusia y China podían manejarse por separado– demostró ser una estrategia desastrosa.
El presidente Donald Trump ha sido duro tanto con Rusia como con China y sus títeres de Irán y Corea del Norte. La única manera de salir del embrollo ahora es reconstruir rápidamente las capacidades militares de Estados Unidos mientras se aísla al nuevo Imperio del Mal hasta que Rusia o China –o esperemos que ambos– se vean forzados a un verdadero cambio de régimen.
Esa es una estrategia arriesgada, pero cualquier otro enfoque prácticamente garantiza la derrota… y el fin de la civilización occidental tal como la conocemos.
Trevor Loudon es un autor, cineasta y conferencista de Nueva Zelanda. Durante más de 30 años, investigó los movimientos de izquierda radical, marxistas y terroristas y su influencia encubierta en el ámbito político.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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Cómo el comunismo busca destruir la humanidad
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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