La crisis política que enfrenta Estados Unidos pone de manifiesto una contienda por el alma de nuestro país. Por importantes que sean estas últimas elecciones, lo que está en juego trasciende los planes políticos particulares. Se trata de cuestiones fundamentales sobre las cuales cada uno de nosotros debe tomar una decisión y adoptar una postura.
Una peculiaridad de nuestra situación actual es que, si bien todos los estadounidenses están profundamente familiarizados con la pandemia y el efecto que ha tenido en nuestras vidas, este no es el caso con el fraude electoral, a pesar de que la evidencia es abrumadora.
Algunos estadounidenses ignoran estos hechos debido a la prensa que deliberadamente retiene información. La razón de esto podría sorprenderlo.
Ha habido una fuerza actuando silenciosamente en nuestro país, a plena luz del día, que gradualmente ha tomado el control ideológico de la mayoría de nuestras instituciones, empresas, medios de comunicación, e incluso nuestra cultura.
Esta fuerza es el marxismo y el comunismo. Para aquellos que han estado siguiendo esta historia, no es ninguna sorpresa. Para aquellos que nunca han oído hablar de esto, suena inverosímil e inimaginable.
No es que nadie nos haya alertado. El objetivo declarado de la Unión Soviética era infiltrarse en nuestros partidos políticos, medios de comunicación e instituciones académicas, para así subvertir a Estados Unidos desde adentro. Este proceso ya está casi completado.
Esta subversión comunista de nuestra nación lleva décadas en proceso, y llegó a un punto crítico en las elecciones de 2020.
Aunque antes nuestros principales partidos políticos no diferían mucho en un nivel fundamental, gradualmente uno de los partidos fue subvertido por grupos comunistas.
En las elecciones pasadas, ambos partidos ondeaban la bandera estadounidense y cantaban el himno nacional, pero ahora un lado realmente cree que Estados Unidos es una nación fundamentalmente defectuosa.
Durante el verano, grupos marxistas como Black Lives Matter (BLM), que fue fundado por marxistas autoproclamados que se han apropiado de inquietudes genuinas sobre el racismo para sus fines políticos, y el grupo de extrema izquierda Antifa estuvieron detrás de los disturbios y la violencia. Estos grupos tienen vínculos directos con grupos comunistas conectados con el Partido Comunista Chino (PCCh).
Entre las estatuas derribadas en esos disturbios se encontraban las de Thomas Jefferson, George Washington, Francis Scott Key (autor del himno nacional), San Junípero Serra, e incluso de Jesús.
Para quienes escaparon del comunismo, ver el patrimonio de nuestra nación bajo ataque no se sintió diferente a la Revolución Cultural de la década de 1960 en la China comunista. Dondequiera que vaya el comunismo, tiene como blanco a la historia, los principios y las creencias del país en su plan por imponer su control.
Durante la Revolución Cultural, los medios de comunicación atacaron implacablemente al entonces líder de China, Liu Shaoqi. Liu fue destituido y sufrió una muerte miserable.
Los jóvenes “Guardias Rojos” destruyeron todas las antigüedades y reliquias culturales que pudieron encontrar. Golpeaban a cualquiera que tuviera conocimiento de la cultura tradicional, derribaron templos y destruyeron estatuas.
Es exactamente la misma ideología comunista que impulsa los movimientos actuales de BLM y Antifa en Estados Unidos. Están tratando de destruir nuestra moral tradicional y la estructura tradicional de la sociedad. Todo lo que le recuerde a la gente sobre la tradición revela, de manera inherente y por contraste, cómo el comunismo está en contra de la sociedad y en contra de la humanidad.
El comunismo no es simplemente un mal modelo económico. Es un sistema maligno responsable de la matanza de más de 100 millones de personas inocentes durante los últimos 100 años. Ha destruido civilizaciones y las buenas tradiciones y el patrimonio cultural de muchos países. Y ha incitado el odio en las personas a dondequiera que fuera.
Subversión del Partido Comunista Chino
El PCCh ve al mundo libre –y especialmente a Estados Unidos– como una amenaza mortal para su régimen dictatorial. Hará todo lo posible por derrotar y destruir a Estados Unidos.
Durante las últimas dos décadas, el declive de los estándares morales en nuestro propio país ha hecho posible que la China comunista se aproveche de nuestro sistema.
El PCCh ha comprado y chantajeado sistemáticamente a élites clave en nuestro gobierno, medios de comunicación, instituciones académicas y empresas. La «trampa de miel» en la que parece haber caído el representante Eric Swalwell (D-Iowa) es solo la punta del iceberg.
Utilizando mujeres y dinero, el PCCh pudo poner bajo su control a muchas élites. También ha comprado influencia sobre Wall Street. La élite de Wall Street –responsable de presionar a las empresas para que se muden a China– obtuvo la mayor parte de las ganancias al hacer que las fábricas de Estados Unidos se mudaran a China. Mientras tanto, el dinero de Wall Street ha apoyado negocios clave en China, incluido el desarrollo militar del régimen chino.
Como reveló recientemente el profesor chino Di Dongsheng, decano asociado de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de China en Beijing, el PCCh ha utilizado a sus «buenos amigos» en Wall Street para manipular a Estados Unidos, de forma política y financiera, durante décadas.
El PCCh ha estudiado a Estados Unidos con gran detalle. Ha analizado a cada congresista, senador, gobernador, e incluso a cada lobbista, y ha descubierto exactamente cómo funciona nuestro sistema y cómo corromper a las personas clave de nuestro país. Es por eso que el PCCh pudo involucrarse tan profundamente en las elecciones de 2020, al tiempo que permaneció mayormente invisible.
Reconstruyendo a EE. UU.
Esta corrupción y manipulación es para reordenar a Estados Unidos, y luego al resto del mundo, según los principios del PCCh.
El PCCh enseña sobre lucha, materialismo y ateísmo.
La lucha implica pelear para salirse con la suya. La pelea podría ser física o psicológica. En cualquier caso, la ley y la verdad se dejan de lado en aras del poder.
El materialismo implica comprendernos a nosotros mismos de abajo hacia arriba. Describe a la humanidad como un conjunto de deseos como el hambre, el miedo y la lujuria. Las cosas más elevadas, como la conciencia o la espiritualidad, no son reconocidas.
El ateísmo implica negar la existencia de Dios, y con esa negación, la humanidad pierde la moral y la verdadera independencia que conlleva la fe.
El PCCh ha desarrollado un régimen de censura, propaganda y control social que le está permitiendo poner en marcha la tiranía más perfecta conocida en la historia.
Si el PCCh completa su conquista de Estados Unidos, entonces las formas de esa tiranía se introducirán en Estados Unidos y los estadounidenses aprenderán a vivir, sentir y pensar según los principios del PCCh. Estados Unidos y el mundo entrarán en una noche aparentemente interminable en la que la luz del propósito y la verdad se habrán extinguido.
Una elección
Ese momento aún no ha llegado. Todos los estadounidenses tienen su destino en sus manos. Y al determinar su propio destino, pueden ayudar a determinar el futuro de nuestro país.
La base fundamental de toda nación es su moral.
Si bien el PCCh ha buscado durante décadas corromper nuestra moral, cada estadounidense puede optar por rechazar las zalamerías del comunismo a favor de la moral tradicional.
Los estadounidenses pueden elegir la honestidad en lugar del fraude; la responsabilidad personal en lugar del socialismo; la verdad y la información libre en lugar de la propaganda y la censura; y la fe en lugar del ateísmo.
Este es el camino seguro para encontrar seguridad.
Ahora que nos enfrentamos a unas elecciones irresueltas y al resurgimiento del virus del PCCh, posicionarnos en el lado recto es más crucial que nunca. Tanto en las culturas antiguas de Occidente como de Oriente, las plagas tenían motivos para atacar, y las personas con honestidad y una mente recta pudieron sobrevivir.
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