Opinión
El cinco de abril de 2023, antes de su renuncia como jefa de gobierno, pero ya enfilada a ser la candidata de Morena y heredera del presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum se reunió con el embajador de China en México, Shang Run. En esa trascendente reunión establecieron acuerdos de movilidad eléctrica, inversión, turismo y cultura.
El protocolo impidió hablar de una proyección conjunta mayor de las partes, aunque el apoyo a los Institutos Confucio —como llama el gobierno chino a sus principales instrumentos de penetración política con los llamados países del Tercer Mundo a donde de manera equívoca se quiere sostener que pertenece México—, no es una nota menor porque habla de una promoción ideológica que compite con el actual posicionamiento geopolítico de México, que se basa en el respeto a la libertad y la democracia.
La posición pro China de Claudia Sheinbaum es herencia de la línea dura de tipo comunista en la que se formó desde su activismo estudiantil, del cual no se ha deslindado o no hay testimonio de que se haya referido al mismo sólo como una experiencia de juventud, sino todo indica permanece a flor de piel pues la ideología comunista en ella es incluso una herencia familiar.
Asumida ahora en la línea del marxismo posmoderno, su inclinación a China es también propia de corrientes internas de Morena, o del PT con Gerardo Noroña —quien ha ido más allá al elogiar a Corea del Norte— un aliado necesario e influyente. Sin duda esto no es un tema menor.
El embajador de China en México llenó de elogios la gestión de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México, más allá de los negocios —que fueron de 28,000 millones de dólares favorables para China, el 22 por ciento del comercio bilateral con México—, al decir que su modernización es rápida y comparte “el mismo principio de su gobierno de implementar medidas que favorecen el bienestar del pueblo”.
Ya en precampaña Claudia Sheinbaum recibió la visita del embajador estadunidense Ken Salazar y del canadiense Graeme Clark. El de Estados Unidos tuvo la cortesía de también visitar a Xóchitl Gálvez de la Coalición Fuerza y Corazón por México. Al parecer hay la confianza de que el T-MEC, el tratado de libre comercio que regula los intercambios en uno de los mayores mercados del mundo, va a seguir funcionando.
El problema a resolver es sí a pesar del T-MEC, México puede tener un posicionamiento internacional que cambie de fondo su actual postura basada en su geopolítica que podría evolucionar a una alianza de mayor envergadura política con sus socios comerciales. Es decir, si el Estado mexicano puede modificar su estrategia de relaciones internaciones a pesar de su ubicación geográfica.
Durante la Guerra Fría, México tuvo una postura internacional donde parecería que un sentido de independencia lo hacía apoyar la dictadura cubana, cuando en realidad había un acuerdo tácito con Estados Unidos a quien preocupaba sobre manera que hubiera guerrillas comunistas en México y prefería que el apoyo mexicano a Cuba impidiera a su vez el apoyo castrista a los grupos radicales que sí daba en otros países de Latinoamérica o de África.
El Tratado de Libre Comercio impulsó a México a las grandes ligas internacionales por su pertenencia al Grupo de los Veinte, donde tuvo un papel destacado como parte de las economías más grandes del mundo. En el aspecto político enfrío sus relaciones con las dictaduras latinoamericanas, especialmente durante las administraciones panistas.
En el último gobierno priista del presidente Enrique Peña, la ampliación de negocios con China creó tensiones con el gobierno del presidente Obama, quien impulsaba un acuerdo comercial de las economías del Pacífico para competir precisamente con China. El resultado final fue la suspensión de un Tren rápido que China iba a construir de la Ciudad de México a Querétaro.
El tema del narcotráfico ha dejado de ser dominante en las relaciones de ambos países, salvo en lo del fentanilo, para ser una prioridad el tema migratorio desde el gobierno de Donald Trump al de Joe Biden, con fuertes concesiones por parte del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, al grado de las palabras del presidente Trump, de que no había visto nunca a nadie doblarse de tal manera en referencia a sus presiones en la cuestión migratoria.
Pero en el futuro, considerando el apoyo del actual gobierno mexicano a las dictaduras latinoamericanas —Cuba, Nicaragua y Venezuela— un cambio de postura a pesar de la geopolítica de México es posible si Claudia Sheinbaum de Morena llega a la Presidencia. Xóchitl Gálvez, la candidata opositora, ha manifestado por su parte la propuesta de fortalecer los lazos con Estados Unidos, no con China, entendiendo que sus razones tienen que ver con lo geopolítico y por su rechazo a las dictaduras.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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