Opinión
La continua escasez mundial de semiconductores puso de manifiesto la dependencia de Estados Unidos a una frágil cadena de suministro mundial de fabricación de chips que se concentra en Asia.
En este entorno, la postura cada vez más combativa de China contra Taiwán —junto con su enorme inversión nacional en la fabricación de chips— es un riesgo clave para la seguridad del suministro de chips de Estados Unidos.
El empeoramiento de la escasez mundial de chips es destructivo para varias industrias y perjudica el bolsillo de los consumidores.
Algunos fabricantes de automóviles estadounidenses vieron interrumpida su producción a fines del año pasado debido a la escasez de chips y solo reanudaron recientemente la producción sin ciertas características «inteligentes» que requieren la instalación de dichos chips. El efecto dominó es una menor oferta de coches nuevos, lo que hace subir los precios. La empresa japonesa Sony Corp., achacó recientemente la falta de suministro de su consola PlayStation 5 a las interrupciones de producción debidas a la escasez de chips.
La escasez se suministro afectó también a otros electrodomésticos —todo lo que hace subir los precios al consumidor— debido a la escasez de chips.
Aunque hay varios factores que provocaron la escasez, la razón principal es el paro de la producción de semiconductores del año pasado, debido a la pandemia del virus del PCCh. Esa crisis de suministro se vio agravada por la demanda acumulada de las empresas, ya que el gasto de los consumidores aumentó en todo el mundo. La demanda aumentó debido a que los productos de consumo, desde los cepillos de dientes hasta las cafeteras, requieren ahora chips, debido a las funciones «inteligentes» y la conectividad a Internet.
Esto presionó la estrategia estadounidense de subcontratar sobre todo la fabricación de chips. Aunque Estados Unidos es la sede de varias empresas de semiconductores como Intel, AMD, Qualcomm y Nvidia, estos diseñadores de chips subcontratan la producción real a fabricantes o fundiciones de Asia.
La Asociación de la Industria de Semiconductores, con sede en Estados Unidos, estima que solo el 12 por ciento de la producción mundial será estadounidense a fines de 2020, frente a casi el 40 por ciento en 1990.
Al igual que la mayoría de los demás productos subcontratados, los chips de los ordenadores son más baratos al producirse en Asia. Pero, a diferencia de otros procesos de fabricación, la producción no puede trasladarse fácilmente. Es un proceso inmensamente complicado y requiere decenas de miles de millones de dólares de inversión inicial.
Es por eso que la mayor empresa de fabricación de chips del mundo, Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC), desempeña un papel tan importante en la fabricación mundial de chips, y por eso China —y más recientemente Estados Unidos— invirtieron febrilmente en capacidades de fabricación de chips.
Empresas tecnológicas estadounidenses como Apple, Google, AMD y Amazon confían en los fabricantes de chips taiwaneses para producir hasta el 90 por ciento de sus chips, declaró el 13 de abril a la CNBC el analista tecnológico Sebastian Hou, de CLSA, con sede en Hong Kong.
Esta dependencia de un solo país para las infraestructuras críticas es reveladora. China ve esta debilidad con claridad.
El PCCh está desesperado por lograr la independencia de los semiconductores tan pronto como sea posible. Esto tiene dos objetivos. Uno es aliviar el impacto de las sanciones de Estados Unidos contra empresas chinas sospechosas de tener vínculos militares, como Huawei. El otro es ganar ventaja en la actual competencia tecnológica de China con Estados Unidos. A su vez, tener un suministro nacional de chips de calidad garantiza que los productos puedan seguir fluyendo a los mercados mundiales mientras la escasez de chips paraliza la producción extranjera de la competencia.
La Universidad Tsinghua de Beijing creó recientemente una facultad dedicada a la formación de ingenieros de chips informáticos. A pesar de las inversiones en plantas de fabricación de chips respaldadas por el gobierno, China tiene una escasez de personal cualificado para operar estas empresas.
Para subsanar la falta de talento, China ha estado cortejando a los trabajadores de semiconductores de Taiwán. Semiconductor Manufacturing International Corp. (SMIC), el mayor fabricante de chips de China, cuadruplicó el año pasado el salario de su director general de origen taiwanés, Liang Mong-song, según el South China Morning Post. SMIC, como proveedor clave de Huawei, fue incluido en la lista negra de la administración Trump en diciembre de 2020.
La fuga de cerebros de semiconductores de Taiwán a China perjudica indirectamente a Estados Unidos. Esto amenaza la capacidad de fabricación de Taiwán y puede afectar a la calidad de su producción.
El Ministerio de Trabajo de Taiwán ordenó recientemente a las bolsas de trabajo en línea del país que eliminen todos los listados subidos por empleadores chinos, para frenar la fuga de talentos hacia la China continental en el sector de los semiconductores.
«El aviso del ministerio afirma que el desarrollo de la industria china de semiconductores se ha vio afectado negativamente por la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, por lo que Beijing recurrió al robo de tecnología y a la caza de talentos en Taiwán para construir su propia cadena de suministro de semiconductores», informó Taipei Times en inglés el 1 de mayo.
TSMC, el mayor fabricante de chips de Taiwán y un enorme fabricante por contrato de Estados Unidos, también es un riesgo por su concentración dentro del país. Según Bloomberg, más del 94 por ciento de la capacidad de producción de TSMC se encuentra en tres instalaciones situadas en un radio de 100 millas en el centro de Taiwán.
Esto es peligroso para Estados Unidos si la seguridad de Taiwán se ve amenazada. En los últimos años, el líder del PCCh, Xi Jinping, intensificó las amenazas de invadir Taiwán. La retórica ha sido acompañada de un número creciente de aviones de combate del Ejército Popular de Liberación que China ha estado enviando recientemente al espacio aéreo de Taiwán.
Si China consigue tomar Taiwán o destruir las enormes fábricas de chips agrupadas en ese radio de 160 kilómetros, la gran mayoría de la cadena de suministro de chips informáticos de Estados Unidos estará en riesgo inmediato. Esa no es una posición favorable para Estados Unidos.
En la propuesta de inversión en infraestructuras de 2 billones de dólares del gobierno de Joe Biden se dedican hasta 50,000 millones de dólares a incentivos para la fabricación de chips en el país. Aunque los críticos señalaron el despilfarro de algunas partes del plan, no cabe duda de que 50,000 millones de dólares destinados a la fabricación de chips no son suficientes.
En marzo, Intel Corp. —uno de los mayores fabricantes de chips integrados del mundo y que había estado perdiendo terreno frente a los fabricantes asiáticos— anunció un plan de inversión de 20,000 millones de dólares para dos nuevas instalaciones en Arizona. Días después, TSMC anunció su propio plan de 100,000 millones de dólares a lo largo de tres años para invertir en capacidad de fabricación, la cual se espera que incluya una expansión de su huella en Estados Unidos. La surcoreana Samsung ya se había comprometido a invertir más de 100,000 millones de dólares en una década, para ampliar sus operaciones de fabricación.
Este será un «viaje largo y desafiante para ellos para diversificarse (de Taiwán) y pensando en el tiempo que toma el desarrollo de chips y la cooperación, esto va a tomar un tiempo», dijo Hou de CLSA a CNBC.
Por el bien del sector tecnológico estadounidense, los esfuerzos de diversificación deberían comenzar cuanto antes».
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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