En España, la tasa de empleo sumergido se sitúa en un 2,6%, por debajo del promedio europeo y casi al mismo nivel que Alemania (2,5%), en cuanto a la prevalencia de trabajos sin contrato, protección legal o seguridad social.
El gobierno español aseguraba ya en 2022 que las medidas de política económicas adoptadas con las reformas e inversiones del Plan de Recuperación así como las medidas de respuesta a la guerra de Rusia en Ucrania, lograron impulsar un cambio estructural en el mercado de trabajo:
«Se estima que desde 2019 se ha producido un afloramiento de empleo procedente de la economía sumergida de 285.000 afiliados a la Seguridad Social, de los cuales 250.000 serían asalariados y 35.000 autónomos, lo que tendría un impacto positivo en términos fiscales por el aumento de ingresos netos», explicó el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa.
Aseguraban que este aumento de las cotizaciones sociales por el afloramiento del empleo sumergido y el aumento las contribuciones a la Seguridad Social permitiría reducir el déficit estructural 7 décimas del PIB.
Situación de empleo sumergido mundial
El empleo sumergido, entendido como trabajo sin contrato, protección legal o seguridad social, sigue siendo una práctica común en todo el mundo. Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para 2023, el 58% de la fuerza laboral mundial trabaja en empleos informales. Si se excluye a los trabajadores agrícolas, la cifra se reduce al 50%.
En comparación con otras grandes economías europeas, el Reino Unido registra una tasa de trabajo sin contrato más alta, alcanzando el 6,5%, por encima de Italia (3,8%) y Francia (3,6%). La ausencia de una obligación estricta de tener contratos escritos en el Reino Unido, junto con la alta proporción de empleo en sectores como la hostelería y la construcción, contribuyen a esta mayor prevalencia de trabajos no registrados.
En el ámbito europeo, Hungría y Polonia destacan por tener las tasas de trabajo sin contrato más elevadas dentro de la UE, con un 17,8% y un 9,8%, respectivamente. Por otro lado, Malta (0,7%), Eslovenia (1%) y Bélgica (1,3%) presentan las tasas más bajas, lo que indica una variabilidad significativa en la región.
En cuanto a los países fuera de la UE, Turquía lidera con una tasa de trabajo sin contrato del 27,3%, impulsada en gran parte por su alto nivel de empleo agrícola, que representa aproximadamente el 15% del empleo total del país. En este sector, el 81% de los trabajadores están en situación de informalidad. La falta de medidas efectivas para combatir el trabajo no registrado, junto con amnistías fiscales frecuentes, contribuyen a mantener estas cifras elevadas.
Además, entre los países candidatos y potenciales candidatos a la adhesión a la UE, Georgia y Moldavia presentan tasas alarmantemente altas de trabajo sin contrato, con un 56% y un 52%, respectivamente. Estas cifras reflejan la vulnerabilidad de los trabajadores en economías donde la falta de protección social y jurídica es la norma, lo que incrementa significativamente el riesgo de pobreza.
Aunque España mantiene una tasa relativamente baja de trabajo sin contrato en comparación con otros países europeos, la persistencia de este fenómeno en diferentes regiones de Europa y Asia Central pone de manifiesto, a juicio de la OIT, la necesidad de reforzar las políticas de protección social y legal para los trabajadores en toda la región.
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