Análisis de noticia
El impulso postelectoral para presionar al presidente Donald Trump a que reconozca su derrota, a pesar de las numerosas acusaciones creíbles sobre fraude electoral y las demandas legales en curso, no es un incidente aislado.
Es la culminación de una campaña de cuatro años en su contra, la cual comenzó durante su primera candidatura presidencial en 2016 cuando el FBI inició una investigación a su campaña por motivos políticos. Durante sus siguientes cuatro años en el cargo, hubieron constantes esfuerzos para destituirlo, primero a través de la narrativa de la colusión con Rusia y luego a través del impeachment.
The Epoch Times proporciona aquí una descripción general de algunos de los principales esfuerzos realizados contra el presidente en funciones de los Estados Unidos.
Este es un tema que trasciende las líneas partidistas, ya que no es solo un ataque hacia Trump, sino un ataque al cargo presidencial, y con ello, un ataque a la fundación de Estados Unidos.
Investigación por motivos políticos
Bajo la administración Obama en 2016, el FBI lanzó una investigación a la campaña Trump por motivos políticos. Con base en la información disponible públicamente, sabemos que la investigación se inició basada en la evidencia más endeble: los comentarios hechos por un asesor de la campaña Trump al embajador australiano en Londres. En realidad, la investigación se basó principalmente en el desprestigiado «expediente Steele», elaborado por el exagente MI6 Christopher Steele en nombre de la campaña de Clinton y del Comité Nacional Demócrata (DNC).
La sombra de Trump y Rusia
Si bien la investigación Crossfire Hurricane del FBI en sí misma no encontró ninguna evidencia de colusión entre Trump y Rusia, las investigaciones continuas, incluidas filtraciones selectivas a la prensa, crearían la narrativa pública de que Trump había coludido con Rusia para ganar las elecciones de 2016. Esto proyectó una sombra sobre los primeros años de su presidencia y limitó sus acciones tanto a nivel nacional como internacional. Algunos miembros del Congreso llegaron al extremo de pedir el impeachment de Trump por las falsas acusaciones.
FBI bajo el mandato de Comey y McCabe
El FBI, bajo el director James Comey y el subdirector Andrew McCabe, trabajó proactivamente contra Trump. McCabe estuvo directamente involucrado en la investigación Crossfire Hurricane, trabajando con el agente del FBI Peter Strzok y la abogada del FBI Lisa Page. Luego de que Comey fue despedido por Trump en mayo de 2017, McCabe presionó activamente a la agencia para investigar más a Trump. El FBI de McCabe llegó al punto de recomendar que el funcionario del Departamento de Justicia, Bruce Ohr, se pusiera en contacto con Steele, a pesar de que muchas de las afirmaciones de su expediente habían sido desmentidas para ese entonces, y el FBI había cortado los vínculos con él por sus filtraciones a los medios de comunicación.
Medios de comunicación
Quizás una de las fuerzas más poderosas que trabajaron en contra de Trump durante su presidencia han sido los medios de comunicación. Durante los últimos cinco años, ellos han publicado sin cesar noticias sesgadas e inexactas sobre Trump y han minimizado o ignorado sus logros, buscando retratarlo públicamente como un presidente ilegítimo. Este tipo de noticias han creado un clima de ira, odio e inestabilidad en Estados Unidos. Esto ha resultado en amenazas hechas contra la vida del presidente y actos de violencia en contra de sus partidarios.
Impeachment
El 18 de diciembre de 2019, la Cámara de Representantes procesó a Trump de forma partidista. Aunque el Senado desestimó el cargo posteriormente, eso dejó una huella en su presidencia y arrastró al país a meses de ataques públicos en los medios de comunicación. El motivo del impeachment se basaba en una llamada telefónica que Trump realizó el 25 de julio de 2019 al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, durante la cual Trump expresó su esperanza a que se investigaran las acusaciones de una posible corrupción que involucraban al exvicepresidente Joe Biden. Incluso dada la información públicamente disponible en ese momento, habían inquietudes legítimas de que la influencia política estadounidense y los fondos de los contribuyentes eran malversados en Ucrania. En ese momento, se sabía públicamente que el hijo de Biden, Hunter, había recibido decenas de miles de dólares al mes de un gigante energético ucraniano, mientras que el entonces vicepresidente Biden—según sus propias palabras—había presionado al presidente ucraniano para que despidiera a un fiscal como prerrequisito para recibir USD 1000 millones en ayuda extranjera. Ese mismo fiscal había estado investigando a la empresa energética ucraniana Burisma, así como a su junta, la cual incluía a Hunter Biden.
Virus del PCCh
Los oponentes de Trump han acusado al presidente de mala gestión del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus, por actuar demasiado tarde. Esto, sin embargo, es contrario a los acontecimientos de principios de 2020. El 2 de febrero de 2020, la administración Trump prohibió todos los viajes extranjeros provenientes de China, la fuente del virus del PCCh. Esta decisión fue tomada por el presidente en contra del consejo de algunos de sus principales asesores y superó a las acciones tomadas por la mayoría de las naciones en ese momento. Mientras tanto, sus opositores en la política y en los medios de comunicación describieron la medida como xenófoba y una reacción exagerada. En retrospectiva, la decisión resultó inmensamente valiosa para ayudar a frenar la propagación del virus. A medida que el virus se propagaba en Estados Unidos, la administración Trump aumentó la capacidad de pruebas, coordinada con los gobiernos estatales para brindar asistencia federal que ellos necesitaban, utilizó la ley de producción de defensa para obligar a las empresas a producir equipos sanitarios críticos, como respiradores, y proporcionó miles de millones de dólares en fondos federales, y facilitó las regulaciones federales para que las grandes compañías farmacéuticas impulsaran el desarrollo de una vacuna.
Interferencia extranjera
Sería acertado decir que Trump es el mayor adversario de la China comunista. El presidente rompió una política estadounidense de décadas hacia China que se basaba en la creencia de que, a través del compromiso y el desarrollo económico, la República Popular evolucionaría de un régimen totalitario a un país más democrático. En realidad, esta estrategia de apaciguamiento únicamente resultó en que billones de dólares y cientos de miles de empleos de EE. UU. fueran a China. Y en lugar de volverse más democrático, el régimen chino usó esta riqueza para promover su dictadura, creando la tiranía más tecnológicamente avanzada que el mundo haya presenciado. El PCCh ha trabajado constantemente contra Trump durante su presidencia, tanto públicamente como entre bastidores. Beijing ha utilizado sus canales de propaganda nacionales y extranjeros—frecuentemente confiando en los propios medios de comunicación de Estados Unidos— para difamar a Trump, yendo tan lejos como insinuar que el brote del virus del PCCh en Wuhan se debió al ejército estadounidense.
Black Lives Matter
Black Lives Matter (BLM) ha estado detrás de los disturbios que han asolado las ciudades estadounidenses durante gran parte de este año. El grupo se apoderó de las preocupaciones de la gente sobre el racismo y las usó para justificar su progreso hacia una agenda marxista. En un video de 2015, la cofundadora de BLM, Patrisse Cullors, se describió a sí misma y a sus compañeros fundadores como «marxistas entrenados». Al igual que en Rusia, China, Cuba y Venezuela, los marxistas entrenados se han apoderado de las causas justas para promover la agenda comunista. Muchos de los que vivieron la Revolución Cultural en China en la década de 1960 han comentado que los disturbios en Estados Unidos durante el verano, los cuales incluyeron el derribamiento de estatuas históricas, fueron inquietantemente similares. El resultado es un clima de caos e inseguridad que afecta a todo el país.
Antifa
Vestidos con ropa negra que incluye blindaje, cascos, y caretas, y entrenados en agitación y combate básico, los extremistas de Antifa han estado involucrados en varios actos de violencia durante la presidencia de Trump. En muchos casos, estos actos de violencia, los cuales involucran el uso de armas, piedras y bombas Molotov, estuvieron dirigidos a las fuerzas del orden y a la propiedad gubernamental. Pero los miembros de Antifa también han atacado directamente a los ciudadanos comunes desarmados porque simplemente apoyan a Trump. Vimos que esto sucedió dos veces en Washington, donde los que reunieron para apoyar a Trump fueron atacados posteriormente cuando estaban solos en la ciudad por la noche. El uso de una fuerza estilo milicia por parte de Antifa para intimidar y atacar físicamente a los ciudadanos por sus creencias políticas crea un poderoso clima de miedo y se opone a los valores estadounidenses más básicos.
El gobierno permanente
Aunque Trump como presidente es el líder del poder ejecutivo, cuando asumió el cargo, heredó un gobierno federal con cientos de miles de empleados. No es ningún secreto que muchos funcionarios de carrera en el gobierno de EE. UU. han buscado activamente socavar o incluso trabajar abiertamente contra Trump. Muchos en el gobierno han sido guiados por información falsa publicada por los medios para creer que están haciendo lo correcto, y que al trabajar contra Trump, ellos están anteponiendo los intereses del país. De hecho, ellos le han hecho un perjuicio al país al impedir que un presidente legítimamente elegido ejecute la voluntad del pueblo.
Investigación del abogado especial Mueller
Tras el despido del director del FBI Comey, el fiscal general adjunto Rod Rosenstein asignó al exdirector del FBI, Robert Mueller, para continuar la investigación del FBI sobre la presunta colusión entre Trump y Rusia. Mueller concluyó en un informe final que no había evidencia de tal colusión. Pero esto solo se produjo tras una investigación de casi dos años, que dio a los medios de comunicación y a los oponentes políticos de Trump la libertad para retratar a Trump como un presidente ilegítimo por su supuesta afiliación con Rusia.
Filtraciones ilegales
A lo largo de los últimos cuatro años, la administración Trump ha estado plagada de selectivas filtraciones de información destinadas a dañar la presidencia de Trump. Algunas de estas filtraciones han sido de naturaleza criminal, como la filtración de las transcripciones de las conversaciones de Trump con líderes extranjeros—un crimen grave. La funcionaria del Tesoro, Natalie Edwards, fue declarada culpable de divulgar ilegalmente informes de actividades sospechosas (SAR’s) sobre transacciones financieras del excolaborador de la campaña Trump, Paul Manafort, entre otros.
Fraude en las elecciones de 2020
Después de las elecciones del 3 de noviembre, surgieron decenas de acusaciones creíbles de fraude electoral u otros actos ilegales relacionados con el recuento de votos. Docenas de trabajadores electorales en varios estados han dado testimonio en declaraciones juradas—bajo pena de perjurio—detallando las irregularidades de cómo se hacía el recuento de boletas, asimismo como la forma en que se instruyó a los trabajadores para que hicieran cambios ilegales en las boletas, y cómo no pudieron observar adecuadamente el recuento de boletas, y cómo fueron testigos de la misteriosa aparición de nuevas boletas inesperadamente. La campaña de Trump y el Comité Nacional Republicano iniciaron una serie de demandas para impugnar el proceso. Ellos han argumentado que solo en Pensilvania, deberían invalidarse 600,000 boletas, ya que los observadores electorales republicanos no pudieron presenciar el procesamiento de las boletas.
Narrativas fabricadas
El uso de narrativas fabricadas para atacar a Trump ha sido predominante desde que asumió la presidencia. Quizás la más notable es la afirmación de que Trump defendió a los neonazis en Charlottesville, Virginia, cuando de hecho dijo que había «gente muy buena en ambos lados», refiriéndose a personas que «estaban allí para protestar por el derribo de, para ellos, una estatua muy, muy importante y el cambio de nombre de un parque de Robert E. Lee a otro nombre». Trump agregó específicamente: «No estoy hablando de los neonazis y los nacionalistas blancos, porque ellos deberían ser condenados totalmente—pero habían muchas personas en ese grupo además de los neonazis y los nacionalistas blancos». Sin embargo, a pesar de que esto está en el registro público, a Trump se le seguiría preguntando durante su presidencia, especialmente durante la temporada electoral, si estaba listo para «denunciar la supremacía blanca», a pesar de haberlo hecho en muchas ocasiones, incluso antes de convertirse en presidente.
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