Estados Unidos expresó este jueves su «decepción» por la decisión de China de mantener la condena a muerte de un estadounidense que lleva más de una década «detenido injustamente» por cargos relacionados con el narcotráfico.
Mark Swidan, residente en Houston, fue detenido el 13 de noviembre de 2012 durante un viaje de negocios a China. Se le acusó de formar parte de una red implicada en la fabricación y el tráfico de drogas.
Swidan se declaró inocente de todos los cargos, pero una corte intermedia de Jiangmen se lo denegó y confirmó su condena a muerte con una pena suspendida de dos años, según el Departamento de Estado estadounidense.
«Nosotros estamos decepcionados por esta decisión y seguiremos presionando para su inmediata liberación y regreso a Estados Unidos», declaró Vedant Patel, portavoz del Departamento de Estado.
«Funcionarios estadounidenses han expresado repetidamente a altos cargos de la RPC [República Popular China] su preocupación por el tratamiento de Swidan, su atención médica y su incapacidad para enviar o recibir correo de manera oportuna», añadió Patel en su declaración.
El portavoz afirmó que el presidente Joe Biden y el secretario de Estado, Antony Blinken, «seguirán centrados personalmente» en la liberación de Swidan y de otros ciudadanos estadounidenses «injustamente detenidos» o retenidos como rehenes en todo el mundo.
Falta de pruebas
Swidan tenía 37 años en el momento de su detención. Fue condenado a muerte en 2018 a pesar de la falta de pruebas presentadas contra él.
No se encontraron drogas en el cuerpo de Swidan ni en su habitación de hotel cuando fue detenido, según un informe [pdf] publicado por el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria en 2020.
La fiscalía no presentó pruebas forenses ni de telecomunicaciones, como correos electrónicos, registros de llamadas telefónicas o cartas. Los registros de su pasaporte muestran que Swidan no se encontraba en China cuando se produjo el presunto delito.
Funcionarios estadounidenses ya antes habían pedido su puesta en libertad. En febrero, los republicanos de Texas —entre ellos el senador Ted Cruz, el senador John Cornyn y el congresista Michael Cloud— presentaron una resolución exigiendo su liberación antes del viaje previsto de Blinken a Beijing.
«Lo han condenado a muerte por cargos de los que apenas tienen pruebas, y yo había instado a Tony Blinken a que, cuando fuera a Beijing, planteara el caso de Mark y defendiera su liberación», dijo Cruz en una declaración.
Blinken aplazó indefinidamente su visita a China después de que se detectara un presunto globo espía chino sobrevolando el territorio continental de Estados Unidos. Posteriormente, un avión militar estadounidense derribó el globo el 4 de febrero.
«Traer a Mark Swidan de vuelta a casa con su familia debería ser una prioridad máxima para esta administración», dijo Cloud. «Demasiados estadounidenses inocentes siguen encarcelados injustamente por regímenes autoritarios que se complacen en cobrar vidas humanas como capital para futuros regateos políticos».
«Duramente maltratados»
Según el informe de la ONU, Swidan fue «duramente maltratado» durante su detención y estuvo expuesto a «condiciones sanitarias deficientes». Se le negó tratamiento médico y se le prohibió comunicarse con su familia o con los consulados estadounidenses.
«Él tiene la presión alta, una infección cutánea, asma, se le han retraído las encías y ha perdido mucho peso», dice el informe.
Un grupo humanitario con sede en China llamado Fundación Dui Hua ha publicado varios informes a lo largo de los años en los que se detallan las terribles condiciones en las que se encuentra Swidan por la que su salud sigue deteriorándose rápidamente. Según el grupo, el detenido ha sufrido inmensas torturas, incluidas fracturas de manos y piernas que no han sido tratadas.
Swidan es uno de los cerca de 90 estadounidenses recluidos en prisiones chinas. Entre ellos se encuentra Nelson Wells, hijo de un veterano del ejército estadounidense y exempleado del Departamento de Defensa.
Nelson, de Louisiana, casado y padre de tres hijos, lleva ocho años encarcelado en Chongqing, suroeste de China, por cargos y circunstancias similares a las de Swidan.
Con la contribución de Alice Giordano.
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