Miles de manifestantes salieron a las calles en Roma y en otras ciudades italianas durante el fin de semana para protestar contra el decreto gubernamental de vacunación anti-COVID, uno de los más estrictos del mundo.
A partir del 15 de octubre, el «Pase Verde» de vacunación del país se aplicará a los lugares de trabajo del sector público y privado, y tanto los empleadores como los empleados se arriesgarán a multas importantes si lo incumplen. El pasaporte de vacunación ya es necesario para ingresar a restaurantes, gimnasios, teatros y otros establecimientos, así como para vuelos nacionales, viajes en autobús o viajes en tren de larga distancia.
Algunos manifestantes se enfrentaron a la policía mientras marchaban hacia la oficina del primer ministro italiano, Mario Draghi. La policía respondió desplegando cañones de agua y gases lacrimógenos. Un grupo intentó atravesar las líneas policiales para llegar a la oficina de Draghi, según las imágenes y las fotografías que se tomaron en el evento, aunque las imágenes también mostraban a la policía blandiendo porras a los manifestantes.
Draghi denunció a los manifestantes que se enfrentaron con la policía y dijo que su gobierno de unidad general seguía comprometido en completar su campaña de vacunación.
«El derecho a manifestarse para apoyar las propias ideas nunca puede degenerar en actos de agresión e intimidación», dijo en un comunicado emitido por su oficina.
La CGIL, uno de los mayores sindicatos de Italia, emitió una declaración similar después de que los manifestantes se pronunciaran el sábado en las oficinas de la organización.
«Si alguien ha pensado en intimidarnos, en asustarnos, en hacernos callar, debe saber que… no nos asustan», dijo el director de la CGIL, Maurizio Landini, en un comunicado traducido, según ANSA.
Al menos 12 personas fueron arrestadas después de las manifestaciones, dijeron las autoridades a ANSA. Unos 38 agentes de policía sufrieron lo que parecen ser en su mayoría heridas leves, dijeron, aunque un agente sufrió fracturas en las costillas.
Los opositores al Pase Verde dicen que pisotea las libertades y es una forma indirecta de obligar a las personas a vacunarse. En otros lugares, los críticos de los pasaportes de vacunas han dicho que tales sistemas crearían una sociedad segregada de dos niveles: Los vacunados y los no vacunados.
El líder de la derecha italiana, Matteo Salvini, cuyo partido de la Liga es socio de la coalición de Draghi, propuso suavizar parcialmente el sistema de pasaportes verdes.
Se debería «alargar el plazo mínimo del pase verde de 48 a 72 horas», escribió Salvini en un post de Twitter, diciendo que ese era un paso para «evitar el caos».
En Francia, por su parte, los manifestantes han protestado todos los fines de semana durante varios meses contra el decreto de vacunas del país, que obliga a los restaurantes, gimnasios, algunos sistemas de viaje y teatros a pedir a los clientes un comprobante de vacunación antes de ingresar. El sábado salieron a protestar grupos de personas a la calle en París y en otras ciudades.
Con información de Reuters.
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