Estar más presente con tus hijos

Entre más intento estar presente, más siento que los disfruto

Por TAMARA EL-RAHI
19 de agosto de 2020 4:32 PM Actualizado: 19 de agosto de 2020 4:32 PM

Me he dado cuenta de algo recientemente sobre la forma en que llevo a cabo la crianza de mis hijas. Como ama de casa, las niñas siempre están conmigo, pero mi defecto es que me siguen mientras hago las cosas que necesito hacer. No soy muy buena para detenerme, jugar y estar.

La semana pasada se lo comenté a una de mis mejores amigas, y a alguien que pensé que también tendría dificultades con esto, ya que es una «persona que hace muchas cosas»: alguien muy motivada, más orientada a la carrera que yo y que siempre está pensando en el siguiente paso o en el siguiente objetivo.

Sin embargo, resulta que este acto de estar presente con su hija es algo que su marido fomentó mucho en ella desde el principio, así que fue capaz de enseñarme mucho sobre cómo parar y disfrutar de un hijo. Me ayudó a entender que a veces esto es más importante y tiene más efectos a largo plazo que realizar esas tareas en ese mismo instante o revisar mi teléfono por millonésima vez.

También hablé de ello con otra amiga cercana que tiene su propio negocio de maquillaje artístico, y que también ha lanzado recientemente un podcast. ¿Cómo es que ella hace todo esto pero cuando la llamo durante el día, ella está pasando un tiempo relajado con su hija de casi un año? Me contó que se ha estado despertando muy temprano para trabajar unas horas antes de que su bebé se despierte. Así, durante los altibajos del día, puede priorizar a su hija sin apresurarse para pasar a la siguiente cosa. Me impresionó mucho este esfuerzo por ser una madre verdaderamente presente.

Muchos artículos se apresuran a señalar que somos una generación de padres más presente físicamente, pero quizás una que está menos disponible emocional o mentalmente. Comparada con la generación de mis padres, por ejemplo, mi generación está distraída con los smartphones y las pantallas, no estamos tan dispuestos a renunciar a nuestras carreras y a nuestras ocupadas vidas sociales, y estamos tratando de estar a la altura de las aparentemente madres perfectas que se muestran en las redes sociales.

Me he dado cuenta de que las veces que encuentro más frustración en mis hijos son las veces en que pienso en mí—cuando intento relajarme con esa taza de café, o ese libro, o ese programa de televisión. Hay cierta presión entre ser más desinteresada en los momentos en que estamos juntas y satisfacer mis propias necesidades. No creo que haya ningún problema en esperar a su siesta o a la hora de dormir, o cuando estoy fuera sin ellas, para tener mi propio tiempo. Sé que no soy una mala madre, pero me gustaría estar más presente con ellas ahora que crecen y fomentar una relación más fuerte.

Todo lo que mis hijas quieren es mi atención: que vea lo que hacen, que haga una fiesta de té con ellas, que las persiga, que sea graciosa o que les lance una pelota. «¡Mamá, mira esto!» es algo que sale de sus bocas varias veces al día, y quiero escuchar con ambos oídos y ambos ojos, como he oído que dicen. Y para ser sincera, cuanto más intento estar presente con ellas, más siento que las disfruto. He tenido una semana de esfuerzo intensivo en esta área y realmente siento que me he deleitado con ellas mucho más de lo normal. No son pestes zumbando por ahí, sino pequeñas personas divertidas e interesantes con quienes puedo desarrollar una verdadera amistad, y ayudar a formar lo mejor de sí mismas al darles un poco de mi tiempo.

Creo que una historia de una página que sigo en Facebook, For Want of Wonder – A Life with Trisomy 21, lo resume mejor. La madre de tres hijos, Amelia, cuenta que una mañana se levantó más temprano que de costumbre, para el deleite de su hija mayor:

«Cecilia no podía creerlo… Desde ese momento estaba tan emocionada. Se revolcaba y saltaba en nuestra cama y apenas podía contener su afán de que me levantara a ver su programa favorito con ella. Cuando fui a la cocina a buscar café, me siguió para estar a mi lado. Habló toda la mañana y estaba claro que estar despierta para pasar la mañana con ella fue lo mejor. …

Simplemente mostró lo mucho que a mis hijas les gusta mi tiempo y mi compañía. Si un día no tuviera nada más que a mí durante todo el día, sería el mejor día de todos. Una hora de tiempo extra con ella hoy la hizo sentirse llena de emoción.

Así que hoy me aseguré de moverme un poco más despacio y pasar un poco más de tiempo a su lado. Sé que no siempre es fácil, porque los niños son agotadores y afrontémoslo, incansables. A veces parece que nunca termina.

Pero hoy me recordaron que, con los pequeños, los días son largos pero los años son cortos».

Tamara El-Rahi es editora asociada de MercatorNet. Graduada en periodismo por la Universidad de Tecnología de Sydney, vive en Australia con su marido y sus dos hijas. Este artículo fue publicado originalmente en MercatorNet.


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