El cáncer de esófago es relativamente frecuente y uno de los más difíciles de tratar. A menudo, sus síntomas no se manifiestan hasta que la enfermedad avanzó. Sin embargo, existen numerosos signos precoces de cáncer de esófago. Comprender y prestar atención a estos signos hace posible una detección a tiempo así como una curación completa.
El esófago es un tubo muscular que conecta la garganta con el estómago, responsable del transporte de alimentos y líquidos. Muchos pacientes con cáncer de esófago no son conscientes de su enfermedad en las primeras fases. Cuando se diagnostica, el cáncer suele haberse extendido a otras partes del cuerpo, lo que se traduce en una mayor tasa de mortalidad. Según la Sociedad Americana del Cáncer, la tasa de supervivencia relativa a cinco años del cáncer de esófago es sólo del 22%. Esta cifra es inferior al 28% de supervivencia del cáncer de pulmón, la principal causa de muerte por cáncer en Estados Unidos, y comparable a la del cáncer de hígado, otra enfermedad difícil de tratar.
Según la Clínica Cleveland, el cáncer de esófago suele crecer a gran velocidad. Debido a la naturaleza flexible del esófago, éste se estira alrededor del tumor en crecimiento. Como resultado, los síntomas perceptibles no suelen aparecer hasta que el cáncer alcanzó una fase avanzada.
Si se detecta a tiempo, los médicos pueden extirpar quirúrgicamente los tumores más pequeños. Sin embargo, sólo alrededor del 25% de los pacientes con cáncer de esófago son diagnosticados antes de que el cáncer se haya extendido.
Según la Sociedad Americana del Cáncer, si el cáncer de esófago se diagnostica y trata antes de que se haya extendido, la tasa de supervivencia a cinco años puede llegar al 49%. Sin embargo, si el cáncer se extendió a tejidos circundantes, órganos o ganglios linfáticos cercanos, la tasa de supervivencia desciende al 28%. Cuando el cáncer de esófago hizo metástasis en órganos o ganglios linfáticos distantes en el momento del diagnóstico, la tasa de supervivencia desciende a sólo el 6%. Esto subraya la importancia crítica de la detección precoz para mejorar las tasas de supervivencia.
Primeros síntomas del cáncer de esófago
El cáncer de esófago es difícil de detectar en sus primeras fases, por lo que es fundamental conocer los síntomas más sutiles.
Entre los posibles síntomas tempranos del cáncer de esófago se incluyen:
– Dificultad para tragar: Las molestias al tragar los alimentos son un síntoma frecuente, sobre todo con los alimentos sólidos. Puede dar la sensación de tener algo atascado en la garganta o el pecho.
– Pérdida de peso inexplicable: La pérdida significativa de peso sin causa aparente suele estar relacionada con la disminución del apetito y las dificultades para tragar.
– Dolor o molestias en el pecho: El dolor o malestar persistente en el pecho después de comer puede ser una señal de alerta.
– Tos persistente y ronquera: Estos síntomas pueden deberse a una irritación del esófago o al crecimiento de un tumor.
– Indigestión: La indigestión frecuente y la sensación de ardor en el estómago que no responden a los tratamientos estándar pueden indicar un cáncer de esófago en fase inicial.
– Vómitos: En casos graves, el cáncer de esófago puede irritar el tracto gastrointestinal y desencadenar vómitos.
– Reflujo gastroesofágico: Los síntomas como la acidez y el reflujo ácido suelen aparecer antes que los vómitos.
Dos casos de detección a tiempo y tratamiento eficaz
He aquí dos casos clínicos reales.
El primer paciente es John, un hombre de 55 años. Al principio experimentó dificultades para tragar alimentos, pero lo descartó como un problema menor y no le prestó mucha atención. Sin embargo, el síntoma persistió y empeoró gradualmente. Finalmente, consultó a un médico, que le recomendó una endoscopia. El procedimiento reveló un tumor en fase inicial en el esófago. Como el cáncer se detectó pronto, John recibió un tratamiento eficaz, que incluía cirugía y quimioterapia, y lleva tres años sin padecerlo. Este caso pone de relieve la importancia de la detección a tiempo.
La segunda paciente es María, una mujer de 60 años. María experimentaba una sensación crónica de quemazón en el estómago y molestias en el pecho, que también incluían algo de dolor, que le duraban varios meses. Al principio intentó tomar antiácidos para aliviar los síntomas, pero el dolor empeoró. Entonces consultó a un médico, que le diagnosticó cáncer de esófago. María recibió un plan de tratamiento integral que incluía radioterapia, terapia dirigida e infusiones de altas dosis de vitamina C. Hasta la fecha, María lleva una vida muy sana.
Estos casos ilustran lo importante que es reconocer los primeros síntomas y buscar atención médica rápidamente. Como ocurre con muchos tipos de cáncer, el tratamiento del cáncer de esófago es más eficaz cuando se detecta precozmente; una vez que se ha extendido, el tratamiento es mucho más difícil.
Vitamina C como terapia complementaria para el cáncer de esófago
En el segundo caso mencionado, se utilizaron altas dosis de vitamina C intravenosa como apoyo al tratamiento del cáncer de esófago. Según información del Instituto Nacional del Cáncer, algunos estudios sobre la vitamina C intravenosa demostraron que puede mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer y reducir los efectos secundarios relacionados con el mismo, habiéndose notificado pocos efectos secundarios en los ensayos clínicos. Sin embargo, el uso de la vitamina C intravenosa para el tratamiento del cáncer no fue aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA).
Un estudio de 2020 publicado en Nature Communications demostró que la combinación de dos métodos antienvejecimiento —dietas que imitan el ayuno y altas dosis de vitamina C— trataba eficazmente tumores en ratones muy resistentes a las terapias tradicionales.
Valter Longo, autor principal del estudio, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California y profesor de Ciencias Biológicas, subrayó en un comunicado de prensa que esta investigación es la primera en demostrar que intervenciones totalmente no tóxicas pueden servir como tratamientos eficaces contra cánceres agresivos. «Cuando se utilizaron solas, la dieta que imita el ayuno o la vitamina C redujeron por sí solas el crecimiento de las células cancerosas y causaron un aumento menor de la muerte de las células cancerosas. Pero cuando se usaron juntas, tuvieron un efecto dramático, matando casi todas las células cancerosas».
Una revisión de 2021 indicó que la vitamina C intravenosa a altas dosis, cuando se utiliza como adyuvante con fármacos contra el cáncer, muestra efectos sensibilizadores, potenciadores o sinérgicos en la radioterapia, la quimioterapia y la inmunoterapia de varios tipos de cáncer.
Hábitos saludables para prevenir el cáncer de esófago
Al igual que el cáncer de hígado, el cáncer de esófago tiene una incidencia significativamente mayor en hombres que en mujeres. En Estados Unidos, el riesgo de desarrollar cáncer de esófago a lo largo de la vida es de aproximadamente uno de cada 127 hombres y de una de cada 434 mujeres. En otras palabras, los hombres tienen más del triple de probabilidades de desarrollar la enfermedad. Esta disparidad se debe principalmente a los principales factores de riesgo, como el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad y los hábitos alimentarios poco saludables, que son más frecuentes entre los hombres que entre las mujeres.
La Sociedad Americana contra el Cáncer señaló que, aunque no todos los casos de cáncer de esófago son prevenibles —sobre todo los influidos por factores genéticos—, evitar ciertos factores de riesgo modificables puede reducir significativamente las probabilidades de desarrollar la enfermedad. Tenga en cuenta los siguientes consejos para reducir el riesgo:
Evite el tabaco y el alcohol: En Estados Unidos, el tabaquismo y el consumo de alcohol son los principales factores de riesgo de cáncer de esófago relacionados con el estilo de vida. Cada uno de estos factores aumenta significativamente el riesgo de desarrollar la enfermedad, y el riesgo es aún mayor cuando se combinan ambos.
Siga una dieta sana rica en frutas y verduras: Las dietas ricas en carnes procesadas y alimentos fritos están ampliamente asociadas a un mayor riesgo de cáncer, mientras que una dieta rica en frutas y verduras puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de esófago.
Evite beber café o té hirviendo (por encima de 149 grados Fahrenheit): El consumo regular de bebidas extremadamente calientes puede causar daños a largo plazo en las células que recubren el esófago, aumentando así el riesgo de cáncer de esófago.
Haga ejercicio con regularidad y mantenga un peso saludable: La obesidad aumenta el riesgo de reflujo gastroesofágico, lo que, a su vez, puede incrementar la probabilidad de padecer cáncer de esófago. La actividad física regular ayuda a mitigar este riesgo.
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