Septiembre está lleno de transiciones. Se cambia de estación, de verano al otoño. Los días perezosos de las vacaciones de verano son sustituidos por la estructurada semana escolar y los menús de las cenas cambian de humeantes parrilladas al aire libre a acogedoras sopas hervidas a fuego lento. Septiembre también trae consigo otro cambio, para quienes padecen asma —hay un aumento drástico de la exposición a factores desencadenantes que culmina en la Semana de máxima incidencia del asma.
Para los más de 27 millones de niños y adultos que padecen asma en Estados Unidos, la tercera semana de septiembre (o más exactamente, la 38ª semana del año, que en 2023 va del 18 al 24 de septiembre) representa un peligro potencial para la salud. Esta semana, denominada «Semana de máxima incidencia del Asma» por expertos y organizaciones del hemisferio norte, parece ser una tormenta perfecta de circunstancias que convergen en una importante amenaza para la salud.
La semana de máxima incidencia del asma es cuando aumentan las visitas al hospital y a urgencias relacionadas con el asma. Una cuarta parte de todas las hospitalizaciones infantiles por asma se producen en septiembre. Este aumento de la exposición a una serie de posibles desencadenantes del asma se produce en un momento en que muchas personas tienen una mentalidad persistente de vacaciones de verano, que a menudo incluye haber relajado el uso de sus medicamentos para el asma.
Las alergias estacionales, y las alergias en general, son importantes desencadenantes potenciales del asma.
«Las alergias, incluidas las estacionales, son la causa más común de asma. Tanto el asma como las alergias son reacciones inmunitarias causadas por las mismas partes del sistema inmunitario. De la misma manera que el polen irrita la nariz o los ojos al desencadenar histamina y una cascada de inflamación, puede hacer lo mismo en los pulmones y esto provoca la opresión y el estrechamiento de las vías respiratorias, lo que puede dificultar la respiración», dijo a The Epoch Times el Dr. Purvi Parikh, alergólogo e inmunólogo de la Allergy & Asthma Network.
La ambrosía, que florece a mediados de septiembre, es una de las principales causas de las alergias otoñales y, para quienes padecen asma alérgica, puede ser un importante desencadenante. Los desencadenantes del asma (las condiciones o sustancias que pueden provocar tos, respiración sibilante, opresión en el pecho o dificultad para respirar, síntomas de los ataques de asma) pueden variar mucho y afectar a cada persona de forma diferente.
Otros desencadenantes habituales del asma son los virus, el moho, el humo del tabaco, los ácaros del polvo, la caspa de los animales domésticos, la contaminación del aire interior o exterior, las sustancias químicas (por ejemplo, ciertos productos de limpieza doméstica), el estrés y el ejercicio extenuante.
Al bajar la temperatura llega el comienzo de la temporada de resfriados y gripe, y la exposición a nuevos virus. Un estudio publicado en la edición de enero de 2005 del Journal of Allergy and Clinical Immunology, encontró que los virus respiratorios eran el principal desencadenante de los ataques de asma en niños que resultaron en hospitalizaciones en septiembre. Con el regreso de las escuelas, es mucho más probable que los niños estén expuestos a los virus respiratorios, además de traerlos a casa con sus familias.
Identifique sus «desencadenantes del asma»
Sabiendo que esta época del año presenta desafíos especiales para las personas con asma, es importante tomar precauciones adicionales para prevenir los ataques de asma o controlarlos bien cuando se presenten. El primer paso consiste en identificar los desencadenantes particulares del asma —tenga en cuenta lo que parece desencadenar los síntomas del asma y regístrelo. Manteniendo un registro continuo de lo que pudo haber desencadenado sus síntomas, puede ayudarlo a ser proactivo para evitar esas mismas cosas y también brinda información valiosa para compartir con su médico mientras trabajan juntos para elaborar el mejor plan de manejo.
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