Opinion
A día de hoy, las directrices de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas y de los Institutos Nacionales de la Salud no aconsejan el uso prehospitalario de corticosteroides en la enfermedad por COVID-19.
Por el contrario, los corticoides orales y/o nebulizados forman parte de los protocolos FLCCC y McCullough desde 2020. La justificación de los corticoides tempranos proviene tristemente de un estudio de autopsias de casos mortales realizado por Kato et al que evaluaron 61 casos de los NIH, Cornell y la Universidad de Carolina del Norte Chapel Hill.
La conclusión es que después de 20 días, el SARS-CoV-2 desapareció de la tráquea y el gran problema es la obstrucción y congestión del moco. Dentro de los pequeños vasos sanguíneos de los pulmones, se están formando coágulos de sangre. Kato demostró que el único factor asociado a la reducción de la mucosidad en estos casos mortales era la dexametasona, utilizada habitualmente a 6 mg al día en los protocolos de la IDSA y los NIH.
Como referencia, la dexametasona se administra rutinariamente para la inflamación cerebral a 10 mg por vía intravenosa cada 4-6 horas. En la inflamación respiratoria (asma, neumonitis alérgica), el esteroide más administrado es el solumedrol intravenoso 60-125 mg cada 6 a 12 horas. En el protocolo McCullough, no dudé en recomendar inicialmente prednisona oral 60 mg al día y más tarde pasé a la práctica de utilizar 20 mg cada 12 horas con una disminución progresiva de 5 a 10 días.
Es interesante observar que ninguno de estos pacientes fallecidos recibió los protocolos FLCCC o McCullough antes del ingreso. Si lo hubieran hecho, no estarían en la mesa de autopsias.
Reproducido del Substack del autor
Referencia
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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