La última variante de COVID-19 altamente mutada, BA.2.86, también conocida como Pirola, que surgió después de la variante EG.5, se está propagando en múltiples países. La BA.2.86 es una subvariante de ómicron y tiene más de 35 mutaciones genéticas en su proteína de espiga, lo que la hace más capaz de escapar al sistema inmunitario. Los expertos médicos recomiendan aumentar la ingesta de vitaminas, minerales y fitonutrientes para reforzar la inmunidad.
La BA.2.86 se descubrió por primera vez en julio, en Dinamarca, y desde entonces se ha detectado en muestras humanas o de aguas residuales de Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Reino Unido, Sudáfrica, Suecia, Noruega, Suiza y Tailandia.
Aproximadamente el 97% de los estadounidenses han desarrollado anticuerpos contra el SRAS-CoV-2 debido a una infección previa, a la vacunación o a una combinación de ambas, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos actualizados a fines de agosto. Sin embargo, el importante número de mutaciones en la variante BA.2.86 suscita dudas sobre si la inmunidad adquirida mediante las vacunas e infecciones previas es adecuada para combatirlo.
Según los CDC, actualmente no está claro si la variante BA.2.86 provocará alguna enfermedad más grave, pero estos linajes altamente divergentes pueden presentarse en individuos inmunodeprimidos con infecciones prolongadas.
Desde el brote de COVID-19, durante la pandemia, el mundo ha experimentado múltiples oleadas de máximos de casos provocados por cepas de virus como alfa, delta y ómicron. Las diversas variantes del virus SARS-CoV-2 que han evolucionado siguen alterando la transmisibilidad y patogenicidad del virus, lo que plantea retos para el tratamiento médico y las medidas de prevención.
En agosto, los CDC declararon que las pruebas existentes utilizadas para la detección de COVID-19 y los medicamentos utilizados para tratar la enfermedad parecen eficaces contra la variante BA.2.86. Las vacunas actualizadas contra COVID-19 saldrán a la venta antes de finales de septiembre, con la esperanza de reducir significativamente el riesgo de enfermedad grave y hospitalización.
Sin embargo, ¿será así? Un estudio reciente analizó el impacto de la vacunación y la inmunidad natural en las tasas de infección por COVID-19. El equipo de investigación llevó a cabo este estudio con 96,201 reclusos varones de 33 prisiones del estado de California, analizando sus datos de enero a julio de 2023.
Los resultados de la investigación mostraron que la tasa de infección en el grupo vacunado con vacunas bivalentes fue del 3.24 %, mientras que la tasa de infección en el grupo totalmente no vacunado fue del 2.72 %. Cuando se filtraron los datos para los individuos de 50 años o más, las tasas de infección fueron del 4.07 % y el 3.1 % respectivamente. Entre las personas de 65 años o más, el grupo vacunado con bivalente tuvo una tasa de infección del 6.45 %, una cifra superior a la tasa del 4.5% observada en el grupo completamente no vacunado.
¿Cómo nos enfrentamos a las variantes en evolución?
Ante la actual pandemia y la incertidumbre sobre la eficacia de las vacunas, mejorar nuestra inmunidad innata es particularmente crucial.
La inmunidad natural, muy parecida al guardián de nuestro cuerpo, busca continuamente invasores dañinos e inicia la respuesta más temprana. También coordina las respuestas posteriores de todo el sistema inmunológico hasta que se erradiquen los virus o bacterias que amenazan al cuerpo.
El Dr. Yuhong Dong, experto europeo en virología y enfermedades infecciosas, explicó en el programa Health 1+1 de The Epoch
Las células epiteliales estrechamente interconectadas son las que detectan primero los componentes de las partículas virales del entorno externo, lo que desencadena la respuesta inmune innata y la secreción de interferones. Los interferones interrumpen la replicación viral y actúan como enemigos naturales de los virus. Este paso por sí solo puede defender contra el virus a las personas con una función normal del interferón. Si el virus penetra más profundamente en el cuerpo, las células killer naturales y varios macrófagos desempeñan un papel en la absorción del virus y de las bacterias invasoras.
El Dr. Dong señaló que se puede trabajar para aumentar el nivel de producción de interferones para estimular la inmunidad antiviral del cuerpo.
Cómo aumentar la inmunidad natural
Entonces, ¿cómo podemos estimular nuestro sistema inmunológico? En un programa, el Dr. Jingduan Yang, un renombrado experto en medicina integrativa y tradicional china (MTC) y fundador y director médico del Instituto Yang de Medicina Integrativa, afirmó que las vitaminas C, D, E, el betacaroteno y los oligoelementos como el selenio, el hierro y el zinc pueden reducir la inflamación y el estrés oxidativo, fortaleciendo así el sistema inmunológico.
Una revisión de la investigación publicada en Molecules en 2020 indicó que complementar con una combinación de micronutrientes, como vitaminas C y D y selenio, puede ayudar a mejorar el sistema inmunológico, prevenir la transmisión viral y reducir la progresión de enfermedades a etapas graves.
El estudio mencionó que la vitamina C puede estimular la producción de citoquinas antivirales de interferón alfa e interferón beta (IFN-α/β) dentro del cuerpo. La vitamina D puede reducir la producción de citocinas proinflamatorias, y una cantidad adecuada de vitamina D puede prevenir la invasión del SARS-CoV-2 al fortalecer las barreras físicas y mejorar la producción de péptidos antimicrobianos en el epitelio pulmonar. En el contexto de la pandemia de COVID-19, el suplemento de selenio puede mejorar la función de las células efectoras citotóxicas, como las células asesinas naturales.
El Dr. Yang también recomienda la curcumina, un agente antiinflamatorio natural que puede reducir la liberación de citocinas proinflamatorias. También puede alterar la síntesis de estas citoquinas, contribuyendo a la regulación de las células inmunes y la expresión genética.
La curcumina es uno de los componentes activos de la planta de cúrcuma. Un estudio de 2021 indicó que el extracto de curcumina estimula a los macrófagos THP-1 para que secreten citoquinas, lo que a su vez estimula la producción de interferón gamma (IFN-γ) por las células asesinas naturales (NK-92). Dado que el IFN-gamma es un regulador clave del sistema inmunológico humano, los resultados sugieren el uso potencial de la curcumina como alimento que estimula el sistema inmunológico.
Otro estudio indicó que la curcumina coopera con varias células, incluidos macrófagos, células dendríticas, células B, células T y células asesinas naturales, para modificar la capacidad de defensa del cuerpo.
El Dr. Yang también recomienda aumentar la ingesta de alimentos de origen vegetal, especialmente aquellos ricos en fitonutrientes, vitaminas hidrosolubles y liposolubles, fibra dietética y antioxidantes, evitando al mismo tiempo alimentos que puedan afectar negativamente o dañar el sistema inmunológico, como azúcares añadidos, exceso de sal, carbohidratos procesados y exceso de grasas saturadas.
Además, señaló que el ejercicio regular de intensidad moderada, como caminar en intervalos, a nivel de alta intensidad, puede mejorar la salud cardiovascular, mejorar la inmunidad innata y reducir el riesgo de inflamación e infecciones.
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