Estudio: Estímulos emocionales «colorean» diferentes regiones del cuerpo

Por Mingjia Jacky Guan
20 de diciembre de 2022 5:09 PM Actualizado: 20 de diciembre de 2022 5:09 PM

¿Qué tienen en común el agua que escurre de la basura, el abrazo íntimo de un amigo cercano y la imagen de un niño de dos años exhalando su último suspiro en la cama de un hospital? Esencialmente nada, salvo el hecho de que todos desencadenan emociones.

Muchos sostienen que las emociones son el núcleo de la experiencia humana, pero la comunidad científica solo puede definirlas objetivamente con gran ambigüedad. Se dice que las emociones son «patrones de reacción complejos, que implican elementos experienciales, conductuales y fisiológicos, mediante los cuales un individuo intenta hacer frente a un asunto o acontecimiento personalmente significativo».

Las emociones son funcionales

Los expertos definen las emociones de varias maneras. Los científicos están de acuerdo en que las emociones son funcionales, y sus definiciones divergen a partir de ahí. A pesar de la naturaleza desconcertante y subjetiva de las emociones, existe una base común en la que muchos pueden estar de acuerdo: El agua que escurre de la basura es repugnante, los abrazos hacen feliz a la gente y un niño moribundo entristece. Estas emociones no solo desencadenan pensamientos en nuestras cabezas, sino que a menudo tienen manifestaciones físicas que validan su funcionalidad.

Por ejemplo, imagínese caminando por un bosque y que de repente aparece ante usted un tigre de montaña. El miedo que experimenta emocionalmente al ver a la bestia desencadena una serie de cambios fisiológicos, como la liberación de cortisol y adrenalina, aumentos de la presión arterial y la respiración, y un ritmo cardíaco elevado. La emoción del miedo, por tanto, funciona como el iniciador de una reacción física en cadena que indica al cuerpo que entre en modo de lucha o huida. Aunque las distintas emociones desencadenan vías biológicas únicas en el cuerpo, también son subjetivas por naturaleza.

Las emociones suelen ser desencadenadas por acontecimientos externos, y a menudo provocan cambios físicos y bioquímicos en el cuerpo que funcionan como mecanismos para hacer frente a los estímulos externos. Con ayuda de la resonancia magnética funcional (IRMf) y el electroencefalograma (EEG), los científicos han cartografiado estos cambios bioquímicos cerebrales asociados a las emociones y han descubierto que cada emoción tiene una firma de imagen única.

¿Podemos «ver» las emociones?

En un estudio de 2013, un grupo de científicos finlandeses buscó una forma de «ver» el cuerpo bajo el efecto de las emociones desde una perspectiva alternativa. Sabían que las emociones desencadenaban reacciones distintas en el cerebro, así que ¿y si también hubiera reacciones distintas en el cuerpo?

Los investigadores se propusieron examinar cómo seis emociones básicas (asco, miedo, felicidad, tristeza, ira y sorpresa) y siete emociones complejas no básicas (ansiedad, amor, depresión, desprecio, orgullo, vergüenza y envidia) estimulan el cuerpo humano de diferentes maneras y en distintos grados. A los sujetos del estudio se les proporcionaron estímulos (como cuentos y películas) que representaban las 13 emociones en orden aleatorio. A continuación, se les pidió que colorearan diagramas 2D del cuerpo humano para indicar qué regiones les parecían activadas por las distintas emociones.

Curiosamente, cuando se les mostraron los mismos estímulos emocionales, la mayoría de los participantes colorearon las mismas zonas en el gráfico corporal. El experimento se repitió con participantes de ascendencia europea occidental y asiática oriental, y ambos grupos respondieron de forma similar.

Tomando la depresión como ejemplo, casi todos los participantes respondieron de forma consistente que sus brazos y piernas estaban «desactivados» durante los periodos de depresión. Si nos fijamos en la envidia, podemos ver que la mayoría de los participantes creían que las zonas de la cabeza y el pecho eran las más afectadas. La felicidad es, con diferencia, la emoción más poderosa, ya que todas las zonas del cuerpo parecen activarse por completo.

Así es como el participante medio caracterizó las sensaciones corporales de las 13 emociones:

Los colores azules indican la desactivación de una región, como un desvanecimiento/entumecimiento o simplemente «ya no siento que responda tanto»; los colores rojo a amarillo, por otro lado, indican estimulación y un aumento de las sensaciones. Si nos fijamos en la ira, por ejemplo, las regiones de la boca y las manos se activan especialmente, ya que la persona puede estar preparada para empezar a gritar o a lanzar puñetazos. El miedo parece desencadenar una sensación de palpitaciones, ya que esa región es la que más brilla. El asco desencadena algo en el intestino, quizá porque el agua que escurre de la basura puede revolver el estómago. Cuanto más se observan los mapas de colores, más sentido tienen.

Topografía corporal de las emociones básicas (Superior) y no básicas (Inferior) asociadas a las palabras. (Foto del estudio de investigación finlandés de 2013 publicado en PNAS)

Implicaciones de los hallazgos

Un estímulo físico u otro desencadenante externo provoca emociones, que a su vez provocan respuestas físicas de afrontamiento, como puede verse en los mapas de calor de sensaciones del estudio finlandés. A pesar de esta clara correlación, existen diferencias fundamentales en la forma en que los distintos individuos interpretan los estímulos físicos, lo que significa que un estímulo físico específico puede ser procesado de forma diferente por distintas personas, en función de la experiencia personal de cada individuo.

Un ejemplo sería poner a un niño y a un veterano de guerra diagnosticado con TEPT en la misma casa el 4 de julio. La comunidad local empieza a lanzar fuegos artificiales a las 10 de la noche, pero ni el niño ni el veterano lo sabían de antemano. Cuando el niño oye fuertes explosiones por la noche, puede sentirse excitado y querer salir corriendo a ver qué ocurre. Pero antes de que puedan salir por la puerta, el veterano de guerra agarra al niño, corre al sótano y los encierra a ambos en el baño.

La investigación de la corporeidad se centra en cómo las sensaciones y percepciones corporales influyen en nuestras emociones y en las decisiones que tomamos. Tomemos el ejemplo anterior y analicemos lo ocurrido.

El niño y el veterano oyeron unas fuertes explosiones al aire libre y vieron intensos destellos de luz. Estos acontecimientos, percibidos con precisión por ambos, producen una serie empírica de sensaciones.

El niño, al ver los destellos de luz y oír las fuertes explosiones, y sabiendo que es 4 de julio, recuerda experiencias pasadas y supone que se están lanzando fuegos artificiales cerca. Pueden surgir emociones como la excitación y un sentimiento de curiosidad que impulsen al niño a querer salir corriendo para confirmar sus suposiciones. El veterano de guerra, en cambio, aunque sea consciente de la fecha, se basa en experiencias diferentes al oír y ver los mismos estímulos físicos. Las neuronas del cerebro del veterano se disparan en busca de lo que pueda estar ocurriendo, y pueden relacionar el suceso con sus experiencias pasadas en el servicio. El veterano, en la misma situación que el niño, supone que pueden estar explotando bombas cerca, y experimenta miedo y ansiedad.

Las respuestas emocionales se basan en experiencias pasadas

Las emociones son subjetivas y, aunque la investigación sigue debatiendo qué corteza cerebral está implicada en cada emoción, es fácil ver que las respuestas emocionales se basan en las experiencias pasadas del individuo. La capacidad emocional de un bebé —más bien monótono en su expresión— se asemeja a una hoja en blanco. Si los estímulos externos, como la explosión de fuegos artificiales, les perturban, es probable que lloren. Si ven algo que les divierte, como un sonajero, es probable que suelten una risita.

El Dr. Paul Ekman, psicólogo pionero que estudia las emociones y las expresiones faciales, ha teorizado que las emociones trascienden la mayoría de las barreras, como la cultura y la geografía, y «nos preparan para afrontar acontecimientos importantes sin tener que pensar en ellos». Ekman postula que las emociones son un mecanismo de afrontamiento de diversos acontecimientos externos e internos; muchas son automáticas, o «cableadas», y no pueden evitarse fácilmente.

Los científicos adoptan muchos enfoques para definir las emociones. La Dra. Lisa Feldman-Barrett, distinguida profesora de la Universidad Northeastern en el campo de la investigación emocional y psicológica, resume sus conclusiones sobre las emociones de la siguiente manera: Los seres humanos empezamos con sentimientos intuitivos, como el estado de estar tranquilo o agitado, cómodo o incómodo, y nuestra capacidad emocional aumenta a medida que tenemos más experiencias. Estas experiencias nos sirven de referencia para saber qué emociones debemos sentir para manejar mejor determinadas situaciones. Según Feldman-Barrett, el niño siente excitación porque predice que este estado puede prepararle mejor para manejar la situación anterior, y lo mismo ocurre con el veterano que siente miedo, porque ambos se basan en experiencias personales pasadas.

En su presentación de TED, ilustró el recurso a experiencias pasadas con una imagen en blanco y negro aparentemente abstracta de unas manchas aparentemente aleatorias. Por mucho que el público tratara de entender la imagen, muchos seguían sin comprenderla. Describió el estado en el que se encontraban como «ceguera experiencial», en la que uno no tiene ni idea de cómo vincular la imagen a una experiencia pasada, un proceso que da a los fenómenos físicos o de otro tipo un significado determinado. Por ejemplo, aunque el último smartphone parezca algo del espacio exterior, su marca, sus funciones y las habilidades mecánicas necesarias para manejarlo siguen siendo similares a las de los smartphones anteriores, por lo que se puede identificar rápidamente que este nuevo objeto es un teléfono.

Lo mismo ocurre con las emociones. Cuando ves a alguien sonreír, con una estructura facial específica, sabes que está contento porque su cara tiene un aspecto determinado. Si ve a un pariente cercano sonreír ampliamente pero sabe que está muy triste, es porque puede deducir de experiencias pasadas que la cara, la postura y la expresión de esta persona se combinan e iteran de tal manera que se expresa una emoción intrincadamente matizada. Estas complejas percepciones basadas en la experiencia no pueden explicarse fácilmente con palabras, porque esta información es procesada por miles de millones de neuronas que disparan simultáneamente.

Por el contrario, si mira a alguien y «no puede leerle la cara», puede deberse a que no le resulte familiar o a que no tenga ninguna experiencia relacionada en la que basarse. Se tarda tiempo en aprender algo nuevo sin elementos previos, como le pasó al público de Feldman-Barrett con esa imagen monótona. Cuando mostró la misma imagen en color, quedó claro qué eran las manchas —una pitón enroscada— y el público se sintió aliviado de su «ceguera experiencial».

Su demostración visual ilustra muy bien cómo se generan las emociones. Quizá ya haya olvidado cuándo experimentó miedo por primera vez. Sin embargo, su red neuronal experiencial ha construido una base a lo largo del tiempo, de modo que cuando vuelve a encontrarse con esta emoción, sabe qué hacer con ella; su cerebro sabe qué emoción generar y qué señales enviar basándose en la experiencia.

Las emociones universales desencadenan las mismas respuestas

Como los humanos tenemos ciertos valores universales, sabemos que un abrazo de un amigo o un ser querido genera felicidad, y que el olor del agua que escurre de la basura genera asco. El experimento con los mapas de calor de las sensaciones ilustra este punto, mostrándonos que las emociones universales desencadenan las mismas respuestas en el cuerpo, aunque no existen vías cerebrales universales que desencadenen las emociones. Más bien, las emociones se generan procesando estímulos externos y asociando esos estímulos a experiencias pasadas para ver cómo reaccionamos entonces, y los resultados de esas respuestas. Por tanto, las emociones pueden describirse como un reflejo e, irónicamente, son bastante lógicas.

Los diagramas de emociones del estudio finlandés no solo son bonitos a la vista, sino que también sirven como indicadores universales de las emociones. Estos coloridos mapas del cuerpo emocional también pueden indicar lo que uno no experimenta normalmente. Dado que los participantes en el estudio no tenían trastornos emocionales conocidos, se pueden tomar las sensaciones como norma. Entonces, si uno experimenta las emociones de forma diferente, puede indicar algún tipo de anomalía psicológica y fisiológica. Los investigadores señalan que «los cambios topográficos en las sensaciones desencadenadas por las emociones en el cuerpo podrían… proporcionar un nuevo biomarcador de trastornos emocionales».

El Dr. Robert Backer, con más de una década de experiencia en investigación y psicoterapia, afirma que ha «trabajado con algunas personas como terapeuta que no podían describir bien [sus emociones]… [pero] sentían que las cosas pueden permitirnos desarrollar un vocabulario… [para] actuar de forma más inteligente, frente a tener solo unas pocas respuestas inadaptadas».

Este es un punto importante porque la complejidad y los matices de las emociones a menudo superan la capacidad de las personas para expresarlas claramente con palabras habladas. El habla contribuye a la expresión humana, y aunque la llamada regla 7-38-55 de la comunicación verbal y no verbal es quizá exagerada y a menudo se malinterpreta, el lenguaje hablado a veces no consigue expresar plenamente las emociones. Muchas personas acuden a terapeutas porque no saben cómo relacionarse o reaccionar ante emociones sin precedentes en sus vidas.

Reprimir las emociones no es sano

Es importante señalar que suprimir y reprimir las emociones no es saludable y puede causar estrés y ansiedad. Las emociones suprimidas y reprimidas se diferencian en que la supresión es voluntaria, y la represión es involuntaria o algo subconsciente. Sin embargo, ambas no son buenas para el cuerpo humano y requieren una atención adecuada. Algunas personas manejan esto teniendo una charla con un amigo cercano, otras procesan las emociones escribiendo en un diario, y algunas necesitan terapia, dependiendo de por lo que esté pasando cada individuo.

Algo alentador que se extrae del trabajo de Feldman-Barrett es que el proceso que genera las emociones no es fijo, y que hay formas de cambiar los propios pensamientos y emociones. Afirma que «las emociones que parecen suceder en realidad las creas uno mismo. No está a merced de los circuitos míticos de las emociones», lo que significa que, en gran medida, tiene el poder de cambiar lo que siente.

Las emociones y los pensamientos son como la materia oscura del espacio, las profundidades del océano o el reino cuántico de la física: Sabemos que existen, pero entendemos asombrosamente poco sobre ellos como para ponernos de acuerdo en definiciones estándar. Quizá no esté al alcance de la ciencia actual definir las emociones, de ahí la plétora de teorías que las rodean. Sí sabemos que no tenemos por qué sucumbir a las emociones poderosas porque, en última instancia, las generamos nosotros. Saber que uno tiene el poder de cambiar cómo se siente puede ser muy fortalecedor para muchos, especialmente en los tiempos que vivimos.


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