Científicos de Nueva Zelanda revelaron el primer caso de una enfermedad ocular poco frecuente que se relacionó tanto con la vacuna contra COVID-19 como con el virus mismo, dice un nuevo estudio publicado en el Journal of Ophthalmic Inflammation and Infection.
Una paciente de 28 años, por lo demás sana, se le diagnosticó el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes tras quejarse de problemas de visión apenas dos días después de recibir su segunda dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech.
Los síntomas de la mujer incluían puntos ciegos oscuros, destellos de luz fantasma y disminución general de la visión, todos específicos de su ojo derecho.
Según el estudio, los médicos descubrieron que la visión en su ojo derecho pasó de 20/20 a 20/50. Además, el tejido ocular estaba desgarrado, los nervios ópticos estaban inflamados y múltiples lesiones de color pálido estaban esparcidas por la parte posterior del ojo.
Después de tres meses y sin tratamiento, la visión de su ojo derecho volvió a la normalidad y todos los demás síntomas cedieron.
Un año después, la mujer mostró síntomas similares y nuevamente le diagnosticaron el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes, solo que esta vez en el ojo izquierdo. Los síntomas surgieron siete días después de que ella diera positivo a COVID-19, lo que llevó a los investigadores a sospechar un vínculo entre los dos eventos.
Al igual que en el primer caso, no se requirió tratamiento y los síntomas desaparecieron después de nueve meses.
¿Qué es el SMPBE?
Según el estudio, el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes (SMPBE o MEWDS en inglés) se remonta a 1984 y se considera una enfermedad inflamatoria idiopática de la retina externa que se presenta de forma espontánea y sin explicación concreta. Se cree que es una respuesta autoinmune.
Suele ocurrir en mujeres jóvenes y miopes, con una edad media de 28 años. Sin embargo, también se observa en personas mayores de 65 años.
Los pacientes con SMPBE pueden tener síntomas tempranos similares a los de la gripe que incluyen:
- Alteraciones visuales como destellos de luz.
- Disminución repentina e indolora de la agudeza central de un ojo.
- Daltonismo parcial.
Esto puede ser bilateral en algunos casos.
Los múltiples puntos blancos en la retina suelen desaparecer después de la fase aguda de la enfermedad, de ahí el nombre de “evanescente”. Las recurrencias de son raras.
El tratamiento de la enfermedad suele ser innecesario y la mayoría de los pacientes se recuperan en semanas o meses.
Aproximadamente un tercio de los casos ocurren después de una enfermedad viral. El síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes se ha relacionado tanto con infecciones virales como con varias vacunas, incluidas la hepatitis A y B, el virus del papiloma humano (VPH), la influenza, el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR), la varicela, la rabia, la fiebre amarilla y, ahora, COVID-19.
Otros estudios y casos
Esta no es la primera vez que a un paciente se le diagnostica síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes después de recibir la vacuna contra COVID-19. Un estudio de 2022 encontró que una mujer de 31 años fue diagnosticada cuando presentó síntomas similares dos semanas después de su segunda dosis de la vacuna Moderna. Un año después, le diagnosticaron el síndrome nuevamente después de recibir un segundo refuerzo de Moderna.
También se han notificado casos después de una infección viral. En 2022, a un hombre de 28 años le diagnosticó el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes dos semanas después de que le diagnosticaran COVID-19.
«Se han notificado 15 casos del síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes después de la vacunación contra COVID-19 y al menos 3 después de la infección por COVID-19», escribieron los autores del estudio Journal of Ophthalmic Inflammation and Infection.
Sin embargo, este es el primer caso de un síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes recurrente, después de una vacunación contra COVID-19 y la posterior infección, agregaron los autores, instando a los profesionales a estar atentos a más casos.
«Sería prudente que los médicos controlaran a los pacientes susceptibles, especialmente aquellos que han tenido [inflamación] después de la vacuna COVID-19, para ser monitoreados para detectar enfermedades oculares en caso de una infección posterior por COVID-19», concluyeron los autores.
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