Entre 1910 y 1929, aproximadamente, la ciudad española de Sevilla realizó los preparativos para acoger la Exposición Iberoamericana de 1929. El objetivo de la exposición era demostrar al mundo la riqueza cultural y socioeconómica de España.
Todos los países que expusieron en la exposición tenían vínculos históricos con España, como Estados Unidos, Portugal y países latinoamericanos como Brasil, México y Cuba, por nombrar algunos. Y, por supuesto, las provincias españolas estaban representadas.
Una de las joyas arquitectónicas de aquella época es la Plaza de España. Diseñada por el arquitecto español Aníbal González, la espectacular plaza ocupa una monumental superficie de 59,800 metros cuadrados y abarca una mezcla de estilos arquitectónicos, como el Art Decó, el Renacimiento español, el Renacimiento barroco español y el Neomudéjar, un tipo de arquitectura de renacimiento morisco.
Cada centímetro de la inmensa arquitectura de la plaza anuncia España. Junto al edificio semicircular discurre un canal que se puede cruzar por cuatro puentes, que representan los antiguos reinos españoles de León, Castilla, Aragón y Navarra. Las alcobas y los bancos cubiertos de coloridos azulejos de cerámica muestran escenas de las 49 provincias españolas. Y los españoles notables parecen asomarse a las paredes, donde están representados en medallones.
La galería porticada con techo artesonado introduce graciosamente a los visitantes en el edificio desde la vasta plaza abierta, y fue usada para el rodaje de películas como Star Wars: el ataque de los clones.
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