Los reclusos no vacunados en las prisiones estatales de Pensilvania están recluidos en condiciones de encierro indefinidamente, a menos que se sometan a la vacunación. Esto significa que deben permanecer en sus celdas 22 horas al día.
El Departamento Correccional de Pensilvania, que supervisa las prisiones estatales, niega que los encierros estén relacionados con la vacunación.
«El tiempo fuera de la celda puede variar en función de una serie de factores, pero los reclusos no están—y no han sido—encerrados en función del estatus de vacunación», dijo Maria Bivens, la secretaria de prensa del Departamento Correccional de Pensilvania a The Epoch Times en un correo electrónico. «La vacunación entre la población reclusa es voluntaria y aproximadamente el 90 por ciento de los reclusos han sido vacunados contra el COVID-19».
Pensilvania ofreció a los reclusos USD 25 en crédito de economato como incentivo para vacunarse.
Bivens confirmó que los reclusos no vacunados están recluidos en una unidad apartada de la población vacunada.
Un documento obtenido por The Epoch Times muestra que los reclusos vacunados y no vacunados reciben un trato diferente, y aquellos que desean desplazarse con normalidad fuera de sus celdas, deben vacunarse.
En la State Correctional Institution Coal Township, los reclusos no vacunados han estado encerrados desde el Día de Acción de Gracias, según informaron los reclusos a sus familias. Ya han pasado más de 60 días. Se calcula que aproximadamente 100 reclusos se encuentren encerrados actualmente allí. The Epoch Times no nombra a las familias de los reclusos por temor a represalias contra ellos.
Hasta la última semana de enero, el 9 % de los reclusos en todo el sistema estatal, 3233 reclusos, no estaban vacunados.
A su vez, el 51 % del personal no está vacunado, 7847 empleados en todo el sistema, según las estadísticas del Departamento de Correccionales. El departamento señala que las vacunas administradas al personal fuera de las instalaciones son autoinformadas y que los empleados no están obligados a reportar información de salud confidencial al departamento, lo que significa que podría haber más empleados vacunados.
«La principal preocupación del DOC durante la pandemia ha sido la salud y la seguridad de los reclusos, el personal y la comunidad», dijo Bivens. «El uso universal de mascarillas, la mejora de la limpieza, el distanciamiento social (a través de tamaños reducidos de las poblaciones y un concepto de zonificación que evita que diferentes grupos de reclusos entren en contacto entre sí) y una tasa de vacunación ejemplar de reclusos del 90 % han ayudado a que la mitigación de COVID-19 del Departamento siga siendo un gran éxito, tanto en SCI Coal Township como en todo el sistema. SCI Coal Township reporta solo 34 casos activos de COVID, de una población de reclusos de más de 1500. Para ayudar a proteger a los reclusos, el personal de las instalaciones debe vacunarse contra el COVID-19 o someterse a pruebas semanales».
A los reclusos no vacunados tampoco se les ha permitido recibir visitas en persona, aunque el lunes, el Departamento Correccional anunció que suspenderá todas las visitas en persona en las prisiones estatales del 27 de enero al 28 de febrero, debido a un aumento de casos de COVID-19 en Pensilvania.
No hay defensa para los no vacunados
Formada en Filadelfia en 1787, la misión de la Sociedad Penitenciaria de Pensilvania es «garantizar condiciones humanitarias en las cárceles y prisiones y abogar por políticas sensatas de justicia penal». La ley de Pensilvania autoriza a la Sociedad de Prisiones a designar voluntarios para visitar cualquier prisión o cárcel en Pensilvania. Estos «visitantes oficiales» tienen autoridad para entrevistar en privado a cualquier recluso en cualquier prisión o cárcel por cualquier motivo, dice su sitio web. El grupo también aboga por que los reclusos tengan fácil acceso a la vacuna.
La organización se mostró incómoda al momento de hablar sobre las condiciones específicas de los no vacunados.
«Nos dicen que ha sido más difícil para las personas no vacunadas», dijo John Hargreaves, director de voluntarios de la Sociedad Penitenciaria de Pensilvania a The Epoch Times.
La Sociedad Penitenciaria dijo que no aboga por los reclusos no vacunados encerrados.
«Pasan al menos dos horas fuera de las celdas, así que supongo que depende de cómo se defina ‘encierro'», dijo Hargreaves. «Han muerto unos 155, todos sin vacunar, y eso es muy problemático».
Al igual que las residencias de ancianos y otras instalaciones de viviendas grupales, las prisiones deben afrontar la complicada responsabilidad de proteger la salud de toda la población.
«Dado que muchas personas encarceladas tienen problemas médicos debido a la edad o a la falta crónica de acceso al servicio de salud, un brote en una prisión puede ser especialmente mortal. Las personas encarceladas mueren debido al COVID-19 dos o tres veces con mayor frecuencia que las personas infectadas en la comunidad», según un informe publicado el mes pasado titulado «Three State Prison Oversight During the COVID-19 Pandemic». El informe fue elaborado de manera conjunta por la Sociedad Penitenciaria de Pensilvania, la Asociación John Howard de Illinois y la Asociación Penitenciaria de Nueva York, los únicos tres estados del país que cuentan con organismos no gubernamentales de supervisión penitenciaria.
«Recibimos diariamente llamadas de seres queridos que están preocupados por el acceso a la programación, el acceso a las visitas, a las llamadas telefónicas, a la hora de la ducha», dijo en el informe, Kirstin Cornnell, la directora de Servicios Sociales de la Sociedad, «pero es realmente difícil dar una respuesta clara y coherente sobre lo que está sucediendo». Ella se refería a inicios de la pandemia (2020) cuando se restringió el movimiento de todos los reclusos.
«Estos procedimientos de encierro están causando más daño que bien (…) Hay preocupaciones reales sobre la salud mental. Y no creo que realmente comprendamos el costo de este último año durante mucho tiempo», dijo en el informe, refiriéndose nuevamente al 2020.
El informe subraya lo difícil que puede ser la vida en el encierro. «El aislamiento es especialmente difícil en prisión, porque en el contexto del encarcelamiento es sinónimo de castigo, y muchas veces las celdas utilizadas para el aislamiento médico han sido las mismas que se utilizan para el castigo», dice el informe. Muchos de los no vacunados tienen un compañero de celda, pero no siempre es la opción social ideal.
«Es muy difícil mentalmente», dijo Hargreaves. Puede ser estresante estar encerrado y con la falta de ejercicio y socialización, es más difícil aliviar el estrés, dijo.
Para los reclusos que desean permanecer sin vacunarse, la soberanía sobre sus propios cuerpos significa un encierro sin defensa y sin fin. Las familias que desean ayudarlos a salir del encierro no tienen a quién recurrir en el sistema penitenciario.
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