La exportación de vacunas contra el COVID-19 fabricadas en China ha disminuido considerablemente este año debido a su escasa eficacia, especialmente contra las nuevas mutaciones del virus, lo que ha dificultado la campaña de «diplomacia de las vacunas» del régimen comunista chino.
A finales de 2020, cuando el mundo necesitaba urgentemente vacunas contra el COVID-19, China lanzó su diplomacia de las vacunas proporcionando un gran número de vacunas chinas a los países de ingresos bajos y medios de Asia, América Latina, África y Europa del Este.
Sin embargo, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la exportación de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada y producida por tres empresas chinas, Sinopharm, Sinovac y CanSino, se redujo a 6.78 millones de dosis en abril de 2022, lo que supone un descenso del 97% respecto a su máximo en septiembre de 2021.
En diciembre, el volumen total de exportación de vacunas chinas seguía siendo de 199 millones de dosis. Esto fue impulsado por el aumento de las transacciones en la plataforma del mecanismo global para el acceso equitativo a las vacunas contra el COVID-19 (COVAX). Este año, las exportaciones de vacunas de China han caído en picado, con una fuerte reducción en los tres primeros meses. China ya no es un proveedor importante de COVAX.
Según Airfinity, una empresa británica de análisis de datos, muchas personas que fueron inoculadas con vacunas chinas para las dos primeras dosis en algunos países han optado por Pfizer, AstraZeneca o Moderna para las vacunas de refuerzo. Entre las personas que recibieron la vacuna china para su primera dosis en Pakistán, Indonesia, Bangladesh y Brasil, el porcentaje de ellas que se aplicaron la vacuna china como tercera dosis disminuyó en un 98%, 93%, 92% y 74% respectivamente.
Según un informe de investigación realizado en abril por un equipo de expertos del Centro de Enfermedades Infecciosas de Singapur (NCID, por sus siglas en inglés), en el caso de las personas que recibieron las dos dosis de las vacunas chinas, su tasa de síntomas graves tras contraer COVID-19 es cinco veces mayor que la de quienes recibieron la vacuna de Pfizer-BioNTech. Por su parte, la tasa de infección de los que recibieron las vacunas chinas es seis veces mayor que la de los vacunados con Moderna.
Walid Kassem, investigador libanés, declaró a Radio Free Asia: «Como herramienta diplomática entre China y los países de África y Oriente Medio, la vacuna china ha sido bien recibida por la población de estos países desde el principio, pero la situación ha cambiado».
«En primer lugar, la eficacia de las vacunas chinas es muy inferior al 92%-97% de eficacia de las vacunas occidentales, lo que ha llevado a muchos países a negar [sic] la aprobación de las vacunas chinas. En segundo lugar, las vacunas occidentales ya están disponibles en el mercado y en la plataforma COVAX, por lo que los países en vías de desarrollo ya tienen suficientes vacunas».
«En el Líbano y otros países árabes, muchas personas se niegan a aplicarse las vacunas chinas porque confían más en Occidente. El reciente brote en Shanghái ha exacerbado aún más la desconfianza de la gente hacia las vacunas chinas», añadió Kassem.
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