Un gran número de ciudadanos extranjeros se han visto atrapados en el prolongado cierre por el brote de COVID-19 en Shanghai, que en algunas partes de la ciudad dura más de dos semanas.
Al igual que los residentes chinos, los extranjeros se enfrentan a una situación difícil, ya que luchan por conseguir alimentos y acceder a la atención médica.
El mes pasado las autoridades cerraron varias partes de la ciudad hasta que el 3 de abril se anunció un cierre completo.
Desde entonces algunos de los 25 millones de habitantes de Shanghai se quedaron sin comida y agua, de acuerdo a los informes.
Un residente de Shanghai de apellido Luo, que dijo a The Epoch Times estar familiarizado con la vida de los extranjeros en la ciudad, indicó que si ellos no saben chino les resulta muy difícil encontrar productos, incluso por Internet.
«Incluso Xu Xin, el magnate de las inversiones de Shanghái, tiene que pedir ayuda para conseguir pan por Internet, ¿y los extranjeros?», indicó Luo.
Un surcoreano llamado Ryu, exejecutivo de ventas del Grupo Samsung en China que se fue a Shanghái para montar su propio negocio, sería uno de los relativamente afortunados tras el confinamiento ya que entiende bien el chino, por lo que a veces puede «intercambiar bienes» con los vecinos de la comunidad.
«Hace poco dije en un chat del grupo en las redes sociales que necesitaba un poco de ajo y el vecino me pidió que llevara un poco de arroz blanco para intercambiarlo», dijo Ryu.
El joven indicó que en algunas plataformas sociales, muchos empleados de empresas surcoreanas en China estaban «muy enfadados» y se quejaban de la política de cierre de las autoridades.
Estudiantes aislados
El medio surcoreano YTN informó el 11 de abril de que hay unos 400,000 extranjeros en la ciudad. Entre ellos, se estima que entre 150 y 300 estudiantes surcoreanos viven solos fuera de sus escuelas.
Los estudiantes dijeron que se sienten aislados y desamparados y añadieron que les resulta difícil encontrar comida.
Los servicios locales de entrega de alimentos estaban casi paralizados, dijeron los alumnos. Las autoridades locales distribuyeron algunos suministros públicos de emergencia, como verduras sin cocinar, a cambio de una cuota, pero los estudiantes no pueden cocinarlas en las viviendas de alquiler. Ellos dijeron que las cambiaron por agua o fideos instantáneos con unos vecinos chinos mientras eran trasladados a hacerse las pruebas masivas de detección de COVID-19, de acuerdo al medio de prensa.
Según Ryu, su situación era muy difícil.
«Ellos lloran todos los días y no tienen nada que comer», dijo Ryu.
«Cuando llegan a Shanghai no suelen hablar chino y no suelen cocinar por sí mismos. Así que el suministro de alimentos racionados del gobierno chino no les sirve de nada, ya que todo son verduras crudas», añadió.
El 10 de abril se anunció que Shanghai aplicaría medidas de control diferenciadas, con encierros continuados pero distintos para cada comunidad, que van de siete a 21 días.
El 12 de abril, al menos 15 millones de residentes seguían encerrados en sus casas.
El Consulado General de Francia en Shanghai y otros 24 países enviaron recientemente cartas conjuntas al gobierno municipal de la ciudad, en las que plantearon seis peticiones para que se respeten los derechos básicos de sus ciudadanos bajo el confinamiento.
El 11 de abril, el Departamento de Estado de EE. UU. comunicó a todo el personal no esencial y a sus familiares del Consulado de EE. UU. en Shanghái que evacuaran debido al brote de COVID y el cierre.
Con la contribución de Yi Ru y Lin Cenxin
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