Los términos de un acuerdo comercial de fase uno entre Estados Unidos y China mantendrían algunos aranceles en su nivel actual y reducirían otros—pero una coalición de más de 260 fabricantes estadounidenses ha pedido un aumento al 25 por ciento de todas las importaciones chinas.
Los dos países anunciaron un acuerdo preliminar y revelaron algunos de sus detalles el 13 de diciembre. Mientras trabajan para finalizar el acuerdo, la Coalición por una América Próspera (CPA) está instando al presidente Donald Trump a incluir aranceles más altos.
La CPA es una coalición sin fines de lucro de miembros de la agricultura, la manufactura y el trabajo. Reunió a cientos de compañías firmantes para una carta abierta a la Casa Blanca, publicada el 9 de diciembre, en la que se citaban investigaciones que mostraban grandes beneficios económicos si se aumentaban los aranceles.
«Si China estuviera sujeta a un arancel general del 25 por ciento, el PIB aumentaría en 125,000 millones de dólares en cinco años y se crearían 721,000 nuevos empleos», decía.
En la actualidad, hay un 25 por ciento de aranceles sobre algunas importaciones de China—con un valor aproximado de 250,000 millones de dólares— incluyendo maquinaria y productos electrónicos. Estos se mantendrán al nivel actual, según el acuerdo de fase uno.
En septiembre, Trump aumentó los aranceles de alrededor de dos tercios de los bienes de consumo procedentes de China (con un valor de unos 120,000 millones de dólares), del 10 al 15 por ciento. El acuerdo fase uno los reduciría a 7,5 por ciento.
Los opositores a los altos aranceles han argumentado que éstos aumentan drásticamente los precios para los consumidores. Antes de la subida de septiembre, J.P. Morgan estimó, en una nota a los inversores que ha circulado ampliamente en los medios de comunicación, que esta subida le costaría al hogar medio estadounidense 1000 dólares al año.
Sin embargo, el estudio de la CPA proyecta un impulso a la economía estadounidense en los próximos cuatro años.
Predice que el precio de los bienes de consumo no aumentará drásticamente a largo plazo. «Parte de la producción se reorientaría hacia Estados Unidos mientras que otra parte se trasladaría a terceros países de menor costo, lo que amortiguaría o eliminaría los aumentos de los precios de importación», declaró la CPA en un comunicado de prensa para el estudio.
Estimó que el crecimiento de la producción que se devuelve a Estados Unidos comenzaría siendo pequeño, por debajo de los 1000 millones de dólares en 2020. Pero se aceleraría rápidamente hasta alcanzar los 69,000 millones de dólares en 2024.
Jeff Ferry, economista jefe de la CPA, dijo a La Gran Época: «Durante 30 años, China ha construido su economía a expensas de la industria estadounidense. No hemos hecho nada al respecto debido a [una] tonta creencia errónea».
Esa creencia es que la apertura del comercio entre Estados Unidos y China beneficiaría ampliamente a ambos países, abriendo el mercado de China a Estados Unidos y viceversa.
En el año 2000, cuando el entonces presidente Bill Clinton instó al Congreso de Estados Unidos a que apoyara a China para que se uniera a la Organización Mundial del Comercio (OMC), dijo que «las empresas estadounidenses podrán vender y distribuir productos en China hechos por trabajadores aquí en Estados Unidos sin verse obligados a trasladar la fabricación a China, vender a través del gobierno chino o transferir tecnología valiosa, por primera vez. Podremos exportar productos sin exportar puestos de trabajo».
Eso resultó no ser el caso, según el economista esloveno del MIT David Autor. «Estimamos de manera conservadora que más de un millón de empleos manufactureros en Estados Unidos fueron directamente eliminados entre 2000 y 2007 como resultado de la acelerada penetración comercial de China en Estados Unidos (…) luego del ascenso de China a la OMC», dijo en una entrevista con Freakonomics Radio en 2017.
Autor se mostró escéptico de que los trabajos de manufactura regresen a Estados Unidos incluso si la producción regresa, debido al aumento de la automatización. Llamó «traumático» para los Estados Unidos el impacto de la entrada de China en la OMC.
La carta abierta de los fabricantes del 9 de diciembre decía: «La base industrial de Estados Unidos ha estado truncada durante más de 20 años porque los líderes de nuestra nación no han logrado enfrentar las prácticas comerciales depredadoras de China». Todos los firmantes expresaron su agradecimiento al Presidente Trump por «hacer de la aplicación del comercio una prioridad tan alta».
El director general de la CPA, Michael Stumo, declaró en un comunicado de prensa del 13 de diciembre que «el comportamiento de China sigue siendo inaceptable, y solo un arancel permanente y generalizado hará mella en el comportamiento depredador de Beijing».
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