Un león había estado observando a tres bueyes alimentándose en un campo abierto. Había intentado atacarlos varias veces, pero se habían mantenido juntos y se habían ayudado mutuamente logrando expulsarlo. El león tenía pocas esperanzas de comérselos, ya que no era rival para tres bueyes fuertes con sus afilados cuernos y pezuñas. Pero no podía mantenerse alejado de ese campo, porque era difícil resistirse a ver una buena comida, incluso cuando había pocas posibilidades de conseguirla.
Entonces, un día, los bueyes tuvieron una pelea, y cuando el león hambriento vino a mirarlos y lamerse las fauces como acostumbraba a hacer, los encontró en rincones separados del campo, tan lejos el uno del otro como pudieron.
Ahora era un asunto fácil para el león atacarlos uno a la vez, y esto fue lo que hizo con la mayor satisfacción y deleite.
En la unidad está la fuerza.
Esta fábula se reproduce del «Esopo para los niños» (1919).
Esopo (c. 620-564 a.C.) fue un narrador griego al que se le atribuyen una serie de fábulas ahora conocidas colectivamente como «Fábulas de Esopo». Sus cuentos, con su valor moral, han influido durante mucho tiempo en nuestra cultura y civilización, contribuyendo no solo a la educación y la construcción del carácter moral de los niños, sino también, con su atractivo universal, a la autorreflexión de los adultos por igual, que han elegido abrazar las virtudes o prestar atención a las advertencias internas.
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