El secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., Alex Azar, dijo que la falta de transparencia y acción de China había dejado a Estados Unidos «a ciegas» y había perjudicado su respuesta temprana ante el virus del PCCh.
En declaraciones durante un seminario en línea con la Fundación Heritage, Azar habló sobre las acciones de la Administración Trump en respuesta al virus del PCCh (Partido Comunista Chino), que causa la enfermedad COVID-19. Dijo que el PCCh negó repetidamente los ofrecimientos de ayuda de Estados Unidos, y al hacerlo comprometió los esfuerzos de la administración Trump para aprender más sobre el virus y tomar medidas.
«La secuencia genética del SARS-CoV-2 en China no se compartió hasta el 9 de enero, 10 días después de que se informara sobre el virus a los medios de comunicación, y probablemente uno o dos meses después de su aparición», dijo.
«El hecho de haber sido capaces de investigar el virus en enero habría ayudado a Estados Unidos y al mundo a desarrollar una respuesta basada en la ciencia y los datos. En cambio, estábamos yendo a ciegas con la transmisión del virus entre humanos, la cuál no se confirmó oficialmente hasta el 20 de enero».
Azar dijo a la Fundación Heritage que Estados Unidos se enteró del brote en Wuhan, China, el 30 de diciembre de 2019, «no a través de los canales oficiales de ese país, como lo requieren las regulaciones sanitarias internacionales, sino a través del monitoreo de los medios que hacemos, así como a través de la notificación de la oficina de Economía y Cultura de Taiwán aquí en Estados Unidos».
«Así es. Una de las primeras formas en que el gobierno de EE.UU. fue notificado de un nuevo virus en China continental fue por personas de Taiwán», subrayó.
Azar dijo que él y otros funcionarios de EE.UU. «sospechaban que no se podía confiar en los informes procedentes de China».
«Los informes procedentes de China sugerían que el virus probablemente había surgido allí en noviembre y la explicación del gobierno chino sobre el brote no tenía sentido», dijo, señalando cómo el director de los CDC chinos, Gao Fu, había dicho al director de los CDC de EE.UU., Robert Redfield, que el virus procedía de animales del mercado de Wuhan.
«Sin embargo, en la primera semana de enero se produjeron varios grupos de casos dentro de familias que era muy improbable que provinieran de encuentros cercanos con animales, lo que sugería una transmisión de humano a humano», dijo Azar. «Había tantas cosas que necesitábamos saber y tan poca información que llegaba de China».
Azar dijo que a partir del 3 de enero y durante todo el mes, pidió a Redfield que se contactara con Gao para ofrecerle un equipo de los CDC para ayudar a investigar los orígenes del virus. Esto incluyó que Redfield enviara una carta formal a los CDC chinos ofreciéndoles la ayuda el 6 de enero.
«No fue hasta el 29 de enero que nuestra oferta fue reconocida oficialmente», dijo Azar. «En ese momento, uno de los principales enfoques era impulsar el despliegue inmediato de un equipo internacional a través de la OMS, como es costumbre para los brotes potencialmente preocupantes».
No fue hasta el 16 de febrero de 2020 que un equipo de la Organización Mundial de la Salud fue desplegado.
«Nuestro equipo [en Estados Unidos] también estaba presionando para que el gobierno chino nos enviara muestras virales aisladas de los pacientes de allá. Y China todavía, un año después, no ha proporcionado la primera generación de aislamientos virales», dijo.
Azar dijo que la administración Trump ofreció elogios a China durante los primeros días de la pandemia, en parte porque «con China, si se quiere tener acceso y cooperación, a veces un poco de elogio público te lleva a algo más que atacarlos públicamente».
«Los presionamos muy fuerte y firmemente en privado y ofrecimos refuerzos discretos en público, al menos mientras pensábamos que podríamos asegurar su plena cooperación y el cumplimiento de las normas sanitarias internacionales», compartió.
«Desafortunadamente la OMS nunca hizo el cambio que nosotros hicimos, continuando alabando a China hasta el día de hoy», dijo. «Nuestras preocupaciones se confirmaron tras el regreso del equipo internacional organizado por la OMS, cuando supimos que el alcance de su labor se había limitado a observar la respuesta de China al brote, y no los orígenes del virus en sí».
Azar también afirmó que la recomendación que hizo a Trump de que aplicara restricciones a los viajes desde China era, en última instancia, lo correcto, aunque en ese momento algunos acusaran a la administración de xenofobia.
«De manera ominosa, mientras China se había cerrado a nivel interno, no habían hecho nada para impedir los viajes de sus propios ciudadanos a nivel internacional. Proporcionando la oportunidad de sembrar brotes en todo el mundo», señaló.
Alrededor de un año después del comienzo de la pandemia del virus del PCCh, un equipo de la OMS llegó a Wuhan el 14 de enero para comenzar su investigación sobre los orígenes del virus. Un total de 137 países apoyaron en conjunto una moción pidiendo una investigación «imparcial, independiente y exhaustiva» sobre los orígenes de la pandemia y la respuesta mundial.
Azar no expresó mucho optimismo en cuanto a los resultados de la investigación.
«Fue increíble que hasta esta semana se permitiera a los investigadores entrar a China», dijo. «Además, estos investigadores examinarán en gran medida los análisis que ya hicieron los científicos chinos».
«Este alcance deficiente de las investigaciones es el resultado de meses de negociaciones durante el verano pasado y el otoño entre la OMS y China, sin ningún aporte de la junta ejecutiva de la OMS, a través de la cual estados miembros como EE.UU. tienen voz y voto», señaló.
«Animo a los Vigilantes de China aquí en Heritage a que continúen siguiendo de cerca la conducta de China en torno a esta investigación. China ha pasado la mayor parte del año promoviendo descaradamente un conjunto de eventos orwellianos, diseñados para persuadir al mundo de que su forma autoritaria de gobierno es la más adecuada para responder a una crisis de salud pública».
«La realidad es, sin embargo, que si un nuevo virus como este hubiera surgido en una nación democrática, un brote mundial podría no haber ocurrido nunca».
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