En lo que se supone que es una gran primicia, el Daily Mail acaba de publicar «Nuevas y preocupantes pistas sobre los orígenes del Covid: Cómo los científicos del laboratorio de Wuhan ayudaron al ejército chino en un proyecto secreto para encontrar virus animales».
Puede que no sea tan grande —el Gateway Pundit reveló parte de esta información hace un año— pero hay nuevos datos significativos, como que un coronel del Ejército Popular de Liberación, Cao Wuchun, que forma parte del consejo del Instituto de Virología de Wuhan, estudió epidemiología en Cambridge, la mismísima sede de la ciencia experimental avanzada en Reino Unido. Piense en Stephen Hawking. (¿Se han quedado ciegos los «Cinco Ojos«?)
Tras finalizar sus estudios, Cao es ahora asesor del régimen chino en materia de bioterrorismo. El DM añadió: «Era el segundo al mando del equipo militar enviado a la ciudad bajo el mando del general de división Chen Wei, el mayor experto en biodefensa del país, para responder al nuevo virus y desarrollar una vacuna».
Sospechoso, ¿no?
Pero espere, hay más, como dicen:
«Los documentos obtenidos por The Mail el domingo revelan que hace nueve años se puso en marcha un plan nacional, dirigido por un importante organismo estatal, para descubrir nuevos virus y detectar la ‘materia oscura’ de la biología implicada en la propagación de enfermedades».
El DM continúa diciéndonos que un científico chino que publicó la primera secuencia genética del COVID-19 (ahora llamado con más precisión que nunca virus del PCCh por The Epoch Times) aparentemente encontró 143 nuevas enfermedades en los primeros tres años del proyecto.
Todo esto a pesar de que la, en este momento, más conocida viróloga china, la profesora Shi Zhengli, alias «la mujer murciélago» por sus numerosos viajes para encontrar muestras de virus en las cuevas de los murciélagos, negó el mes pasado las acusaciones de Estados Unidos de que los militares chinos estaban involucrados en el laboratorio.
Curiosamente, Shi fue una de las cinco jefas de equipo del mencionado proyecto con… el coronel Cao Wuchun.
Debe haber una confusión en alguna parte, ¿no? O la Gran Mentira.
Entonces, ¿dónde está el Dr. Fauci en todo esto, el empleado mejor pagado de nuestro gobierno federal que cambia de opinión más a menudo que una despistada ama de casa en una comedia de los años cincuenta?
La respuesta puede estar en algo llamado investigación de «ganancia de función». Si no está familiarizado con el término, es una especie de eufemismo para referirse a la readaptación de un virus animal para que pueda ser contraído por un ser humano.
Se podría decir que es la obra del diablo, el tipo de cosas que el Dr. Mengele podría haber hecho si aún estuviera entre nosotros.
Parte de esta investigación es para uso defensivo, pero otros aspectos inevitablemente son, bueno…. ¿De qué preferirías morir, de una bomba nuclear o de un arma biológica cuidadosamente diseñada que impactara en todo el planeta y nunca desapareciera? Yo me quedaría con la primera. Al menos sería instantáneo.
La experimentación de «ganancia de función» —por muy espeluznante que sea— se ha llevado a cabo en más países de los que querríamos saber, pero, afortunadamente, Estados Unidos la prohibió a nivel nacional en 2014.
Esto no debe haber sentado bien al Dr. Fauci.
El hombre al que los medios de comunicación idolatran y que ha aparecido en casi tantas portadas de revistas como Jacqueline Kennedy cogió el dinero de nuestros contribuyentes y lo envió a Wuhan para apoyar al laboratorio y, ya sea intencionadamente o no, ayudar a continuar esta investigación.
Los detalles exactos de esto no están claros, pero los resultados sí lo están.
Tampoco está claro hasta qué punto el doctor sabía que los militares chinos estaban involucrados en el laboratorio de Wuhan. Sería interesante averiguarlo, aunque con el coronel Cao en la junta directiva y tan prominente en las actividades del laboratorio durante tantos años, es difícil imaginar que Fauci, un visitante frecuente, no tuviera alguna idea, tanto si decide reconocerlo como si no.
Me apresuro a señalar que no creo en absoluto que el COVID-19 se propagara a propósito. Lo más probable es que sea el producto accidental de una investigación de «ganancia de función» en curso en el laboratorio de Wuhan que, como sin duda también sabía Fauci, estaba siendo criticado por sus laxas medidas de seguridad.
El Partido Comunista Chino —por su continua investigación de «ganancia de función» y su ofuscación del consiguiente desastre de COVID— es el culpable de todo lo que ocurrió después. Hasta ahora, se han librado del justo castigo.
El Dr. Fauci, por supuesto, mantuvo la boca cerrada al respecto. No muerdas la mano que te da de comer o, más precisamente, que tú alimentaste.
A Trump le tocó cargar con Fauci como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, una de las ocurrencias más desafortunadas de nuestro tiempo.
Que una persona así se haya convertido, y siga siendo, la cara pública de nuestra lucha contra el COVID-19 daría para una buena secuela de una película sobre otro médico… Strangelove.
Roger L. Simon es un novelista galardonado, guionista nominado al Oscar, cofundador de PJMedia y ahora editor general de The Epoch Times. Sus libros más recientes son “The GOAT” (ficción) y “I Know Best: How Moral Narcissism Is Destroying Our Republic, If It Hasn’t Already” (no ficción). Se lo puede encontrar en Parler como @rogerlsimon.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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