Puntos de vista sobre la salud
La fe tiene un profundo impacto en la salud. Cada vez hay más pruebas científicas que demuestran que cuando las personas rezan, meditan o realizan ejercicios espirituales, pueden experimentar efectos aparentemente milagrosos en su salud. Estos descubrimientos nos ofrecen opciones adicionales para luchar contra las enfermedades.
La fe es un tema que a menudo se pasa por alto en el ámbito de la medicina, pero tiene un enorme potencial para mejorar nuestra salud en general. La investigación científica y los estudios de casos respaldan los beneficios prácticos de la religión y la fe en nuestra salud.
1. Ayuda a controlar la tensión arterial
Un estudio publicado en la revista «Annals of Behavioral Medicine» encuestó a diferentes grupos raciales de Estados Unidos y descubrió que las mujeres que asisten regularmente a actividades religiosas y con prácticas de gratitud tienen menos probabilidades de desarrollar hipertensión arterial. También puede haber beneficios añadidos por participar en actividades religiosas colectivas, mientras que las personas que acostumbran a rezar solas tienen una mayor prevalencia de hipertensión.
Este fenómeno puede deberse a varias razones. En primer lugar, las prácticas religiosas suelen aportar tranquilidad a las personas y ayudan a aliviar el estrés, que afecta directamente los niveles de presión arterial. Además, la interacción social y el apoyo emocional dentro de una comunidad religiosa pueden reducir el estrés y la ansiedad.
La Sra. Li es una profesora jubilada de 70 años que desde hace tiempo padece hipertensión. Después de tres meses de participar en ejercicios de grupo y actividades de meditación una vez a la semana, su presión arterial bajó significativamente y su médico redujo la dosis que le prescribía. A Li, estas actividades le dan una sensación de paz interior y su salud general mejoró.
2. Ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares
La fe también está relacionada con el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Un exhaustivo estudio publicado en el Journal of the American Heart Association descubrió que las personas que asisten regularmente a servicios religiosos tienen un menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares (cardiopatía coronaria, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular y arteriopatía periférica). En general, las personas más fieles a las creencias religiosas suelen llevar estilos de vida más saludables. Suelen no fumar, hacer ejercicio con regularidad y mantener una dieta equilibrada, lo que redunda en un mejor control de la presión arterial.
Los rituales religiosos también favorecen un estilo de vida más sano, y el apoyo emocional y psicológico que aporta la fe puede ayudar a preservar la salud del corazón.
El Sr. Zhang es un empresario de 50 años que suele estar sometido a una intensa presión en el trabajo y que ha sufrido problemas de corazón. Siguiendo el consejo de su médico, empezó a asistir a clases semanales de meditación. Al cabo de un año, su salud cardíaca mejoró notablemente, y sintió que la práctica basada en la fe le ayudaba a aliviar el estrés en el trabajo al tiempo que mejoraba su calidad de vida.
3. Aumenta la sensación de felicidad
La fe y la espiritualidad aumentan nuestra sensación general de felicidad. Un estudio publicado en el American Journal of Epidemiology descubrió que las personas mayores que asistían regularmente a actividades religiosas tenían una mejor salud mental a largo plazo y menos síntomas depresivos. Sin embargo, no se observó ningún efecto significativo sobre la salud mental a largo plazo en quienes participaban en actividades deportivas y en trabajos benéficos voluntarios.
Las actividades religiosas pueden ofrecer a los mayores, oportunidades de encuentro social, ayudarles a hacer frente a la enfermedad y el estrés y mantener hábitos diarios saludables.
La Sra. Wang es una madre soltera que suele sufrir ansiedad y depresión. Participó en sesiones de meditación en grupo y poco a poco se sintió menos agitada y ansiosa. También descubrió que este tipo de actividad de grupo comunitario basado en la fe hace que su vida tenga más sentido.
4. Mejora la calidad del sueño
Un estudio publicado en Sleep muestra que la meditación de atención plena es una opción de tratamiento viable para los adultos con insomnio crónico y puede ayudarles a dormir mejor.
El sueño puede mejorarse a través de nuestras prácticas espirituales favoritas, y muchos de mis amigos practican Falun Gong. Falun Gong es un método de cultivación física y mental basada en los principios de verdad, compasión y tolerancia. Mediante la meditación y la realización de ejercicios específicos, experimentaron mejoras en sus trastornos del sueño y problemas emocionales.
El Sr. Liu, ingeniero con insomnio crónico, se benefició de la práctica de Falun Gong. Empezó a meditar todas las noches y a tomar notas sobre sus patrones de sueño. Dos meses después, observó una mejora significativa en la calidad de su sueño. Considera que meditar antes de acostarse es la mejor manera de relajarse y conciliar un sueño más profundo.
Un estudio publicado en Health Behavior and Policy Review en 2020 encuestó a más de 1.000 taiwaneses practicantes de Falun Gong. Los resultados de la encuesta mostraron que las puntuaciones medias en seis de los ocho indicadores, incluyendo «salud física» y «salud mental», eran significativamente más altas que las de la población general. En particular, entre los practicantes de Falun Gong mayores de 65 años, los ocho indicadores de salud física y mental eran significativamente más altos que los de sus compañeros.
5. Fortalece el sistema inmunológico
La meditación también puede regular el sistema inmunológico. Estudios anteriores demostraron que en comparación con las personas normalmente sanas, los practicantes de Falun Gong tienen una inmunidad mejorada, con sus células inmunes más capaces de matar bacterias (fagocitosis). Los análisis genéticos mostraron que los neutrófilos (tipo de glóbulo blanco) de los practicantes de Falun Gong tienen una vida más larga en condiciones normales y un gran poder fagocítico, lo que los hace más propicios para proteger el cuerpo. Sin embargo, en un estado inflamatorio, después de que los neutrófilos eliminen los patógenos, sufrirán rápidamente apoptosis (muerte celular), facilitando así la rápida resolución de la inflamación.
Con todos los beneficios de la meditación para reducir nuestros niveles de estrés, mejorar nuestro estado de ánimo y ayudarnos a elegir un estilo de vida más saludable, nuestro sistema inmunitario se vuelve más equilibrado y menos susceptible a los daños causados por factores externos.
La Sra. Zhang estaba sometida a una enorme presión en el trabajo y sufría frecuentes resfriados. Después de meditar todas las semanas, descubrió que tenía menos resfriados, un claro indicio de la mejora de su sistema inmunitario. Para Zhang, lo más importante de su práctica espiritual es que le proporciona una paz interior y alivia el estrés de su vida diaria.
6. Alivia el dolor
La fe también desempeña un papel en la forma de controlar el dolor. Un estudio de 2008 publicado en Pain Research and Management descubrió que las personas que asistían regularmente a servicios religiosos tenían menos probabilidades de padecer dolor crónico. Esto se debe en parte a que a las personas con dolor crónico les resulta más difícil asistir a servicios religiosos. Por otro lado, la participación en servicios religiosos sí tiene un efecto preventivo o mejorador de los trastornos físicos y mentales. El estudio también descubrió que los pacientes con dolor crónico que asistían regularmente a servicios religiosos tenían mejor salud mental, eran más proactivos en el control de su dolor y dependían menos de los analgésicos.
Además, las personas con dolor crónico suelen ser más sedentarias y más propensas al abuso de drogas y alcohol que la población general. El estudio de 2008 descubrió que las personas con fe, especialmente las que participan regularmente en actividades religiosas, son más propensas a hacer ejercicio para mejorar el dolor y menos propensas a volverse adictas a sustancias como las drogas y el alcohol.
La oración, la meditación y otras actividades espirituales pueden inspirar cierto grado de respuesta de relajación en nuestro cuerpo, reducir nuestra percepción del dolor y aumentar la eficacia de los tratamientos contra el dolor.
La Sra. Yang era enfermera y padecía dolor de espalda crónico. Sus amigos la iniciaron en la práctica del Qigong, la meditación y el estudio espiritual. Unos meses más tarde, descubrió que su dolor había disminuido considerablemente y que su calidad de vida en general había mejorado. Para Yang, las prácticas espirituales y las actividades basadas en la fe le ayudaron a sobrellevar el dolor.
El dolor está estrechamente relacionado con factores biológicos, culturales, psicológicos y religiosos. Por lo tanto, es beneficioso incluir el apoyo religioso en el tratamiento del dolor crónico.
La fe puede influir profundamente en nuestra salud física, desde reducir la tensión arterial y las enfermedades cardiovasculares hasta aumentar el bienestar general y reforzar el sistema inmunitario. En este sentido, la espiritualidad es una opción bien fundada para gestionar nuestra salud.
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