Después de diezmar la prensa libre de Hong Kong al forzar el cierre del periódico prodemocrático Apple Daily, el régimen comunista chino encontrará poca resistencia en su intento de apoderarse completamente de la ciudad, advirtió el alto directivo del periódico, Mark Simon.
«Una vez que uno deja salir al genio de la botella, este no se va a quedar ahí, ellos van a seguir yendo tan rápido como quieran», dijo en una entrevista.
Simon, un alto ejecutivo con 21 años de experiencia en la empresa matriz del Apple Daily, Next Digital, habló el jueves con The Epoch Times en el último día de los 26 años del periódico.
Desde la medianoche, los seguidores del periódico hicieron cola en los quioscos de toda la ciudad, a veces bajo una lluvia torrencial, esperando conseguir la última edición de Apple Daily, la que agotó un millón de ejemplares, más de 10 veces su distribución habitual de 80,000 unidades.
La portada del último número mostró a un miembro del personal en el tejado del edificio de la compañía saludando a la multitud en el exterior. «Con dolor los hongkoneses se despiden bajo la lluvia», dice el titular.
Apple Daily, una de las voces de la ciudad más fuertes y críticas hacia el Partido Comunista Chino, es la última y mayor víctima de la drástica ley de seguridad nacional, impuesta por Beijing el año pasado, para reprimir a las fuerzas prodemocráticas de la ciudad.
Un golpe a una ciudad libre
Para Simon y muchos otros, el abrupto cierre del periódico prodemocrático, conocido por publicar rumores de celebridades junto con opiniones prodemocráticas además de investigaciones de funcionarios corruptos, significa más que la muerte de un periódico. Marca el desmantelamiento de todo lo que hasta ahora había sostenido a Hong Kong como una ciudad vibrante, una «roca» sobre la que nació «uno de los grandes milagros económicos del mundo».
«Hong Kong es una sociedad libre. Se basa en el libre mercado. Se basa en la libre circulación de la información. Además se basa principalmente en el estado de derecho. Las tres cosas se han visto afectadas», añadió, refiriéndose a las instituciones occidentales heredadas por la ciudad mientras estuvo bajo el dominio británico durante 99 años, hasta que el régimen chino tomó el control en 1997.
«Si uno destruye la prensa libre, afecta al libre mercado porque la gente no recibe la información adecuada para hacer sus juicios económicos. Luego cuando se pasa por encima del sistema judicial, como lo hicieron en Hong Kong al silenciarnos, pues básicamente se destruye el estado de derecho», dijo a continuación. «Eso ya no será más necesario en Hong Kong».
Simon se enorgullece de Apple Daily por pedir cuentas al poder y «defender la causa del pueblo».
«Si uno tenía un problema en algún lugar, y era un problema legítimo, sabía que podía llevarlo a Apple Daily y ellos lo darían a conocer. Uno sabía que a los políticos se les harían preguntas. Uno sabía que los policías, si golpeaban a alguien y eran filmados, estarían allí», añadió.
Amplia represión
El periódico cerró después que las autoridades congelaran sus activos en el marco de una investigación de la ley de seguridad nacional. Una semana antes, 500 policías allanaron la sede de la publicación. Detuvieron a cinco de los principales ejecutivos de la empresa, acusados de poner en peligro la seguridad nacional. Dos de ellos fueron acusados posteriormente de connivencia con fuerzas extranjeras también en virtud de la ley de seguridad y se les denegó la libertad bajo fianza.
Es la primera vez que el gobierno de Hong Kong aplica la ley de seguridad nacional contra periodistas por artículos que publicaron.
Yeung Ching-kee, de 55 años, columnista de alto nivel, se convirtió en el sexto miembro del personal detenido el miércoles. Ese mismo día, la policía también llamó a otro miembro del personal para interrogarlo, pero no lo detuvo, dijo Simon.
El día de la redada, la policía llamó a los periodistas para interrogarlos por su nombre, según Simon, revelando que «ellos tenían una lista y tomaban nota de los detalles».
La policía pidió los números de teléfono de los periodistas y dónde vivían, dijo a continuación. «La única razón de esa información es por un motivo: recoger a la gente».
A fines de marzo, el grupo mediático disponía de unos HKD 521 millones (USD 67 millones), suficientes para mantener la empresa a flote durante 18 meses, según una declaración bursátil facilitada por Simon. Al suspender la cotización de sus acciones y congelar las cuentas bancarias de la empresa, el gobierno de Hong Kong impidió que el medio recurriera a los fondos existentes, acabando así con el periódico.
Además, la Corporación del Parque Científico y Tecnológico, controlada por el gobierno, reclamó los terrenos arrendados a Apple Daily el mismo día que la publicación imprimió su último número, alegando que la empresa había violado su contrato.
Las autoridades citaron más de 30 artículos que, según ellos, pedían sanciones occidentales contra los gobiernos de Hong Kong y China, pero no quisieron especificar cuáles. Algunos de ellos se remontan a 2019, antes de que la ley de seguridad nacional entrara en vigor. No obstante, el gobierno de Hong Kong dijo previamente que la ley no sería retroactiva.
Simon no cree que las autoridades vayan a ser comunicativas con las pruebas que sustentan las acusaciones.
«Nunca nos dirán cuáles son los artículos ofensivos», dijo. «Porque la gente ha estado escarbando en nuestros archivos, tratando de encontrar los artículos. Si estaban allí, pueden apostar su último dólar a que la prensa prochina los destacarán».
Wen Wei Po, un periódico favorable a Beijing, imprimió el miércoles una sección de 24 páginas en la que celebraba el cierre del Apple Daily, con una foto de su propietario encarcelado, Jimmy Lai, y un titular que lo calificaba de «Manzana venenosa de Lai, el traidor a China».
Estado policial
Junto con la intensificación de la supresión de la otrora prensa libre de Hong Kong, Beijing parece estar consolidando su represión de lo que queda del contingente prodemocrático de la ciudad.
En una señal de que el régimen está consolidando su control sobre la ciudad, el secretario de Seguridad, John Lee, fue ascendido el viernes a secretario jefe, el cargo número dos de Hong Kong. La postura de línea dura de Lee durante el movimiento prodemocrático de 2019, como antiguo comisario de policía, así como su reciente papel en la paralización del Apple Daily, hicieron que el ascenso fuera alarmante para los críticos, quienes describieron la medida como el fin de la transformación de Hong Kong en un estado policial.
Sin embargo, la legisladora Alice Mak, de la Federación de Sindicatos afines a Beijing, no vio ningún problema en esta preocupación.
«Si es un estado policial, ¿por qué no? No creo que haya ningún problema con un estado policial», dijo en una rueda de prensa el viernes, y añadió que «cuando decimos un estado policial (…) hacemos hincapié en la seguridad».
Lee, en una entrevista en la radio local el 23 de junio, dijo que la policía detuvo a 110 personas y procesó a 64 en 12 casos de seguridad nacional desde el año pasado. Entre ellos están Lai, el activista Joshua Wong y la legisladora de oposición Claudia Mo, cuyo mensaje de WhatsApp con periodistas occidentales se convirtió en una prueba para que el tribunal le niegue la libertad bajo fianza.
Simon, que lleva la cuenta de los hongkoneses acusados de delitos políticos, dijo que tiene una lista de 180 nombres, incluidos los acusados y encarcelados por diversos cargos no relacionados con la seguridad.
Es probable que esos presos políticos digan: «Oigan, dennos algo de ayuda. Estamos dispuestos a aguantar aquí», dijo a continuación.
Lo que él espera es que la atención internacional pueda ayudar a «mantener viva la historia de Hong Kong». En cambio su mayor temor es que «la gente siga adelante».
«Puedo asegurar que el nombre de Jimmy Lai desaparecerá rápidamente de las páginas de los periódicos pro chinos y favorables a Beijing», añadió.
«Eso es lo que hacen los comunistas, ellos intentan que desaparezca».
Pero al mismo tiempo, el régimen comunista también necesita que Hong Kong siga siendo un centro financiero internacional para que el dinero siga entrando, dijo Simon.
«Hong Kong nunca será una ciudad internacional, mientras haya presos políticos».
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