Fondo Monetario Internacional señala una recuperación del desempleo

Por Daniel Lacalle
12 de abril de 2021 10:05 PM Actualizado: 12 de abril de 2021 10:05 PM

El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó sus perspectivas de abril para la economía mundial, las que fueron aplaudidas por la mayoría de los analistas debido a la fuerte mejora de la recuperación del PIB.

El informe afirma que «el crecimiento mundial se proyecta en un seis por ciento en 2021, moderándose al 4.4 por ciento en 2022 (…) La revisión al alza refleja el apoyo fiscal adicional en algunas grandes economías, la recuperación prevista impulsada por las vacunas en la segunda mitad de 2021, y la continua adaptación de la actividad económica a una movilidad moderada».

Sin embargo, hay importantes señales de advertencia que deben tenerse en cuenta, ya que los titulares fueron predominantemente eufóricos con respecto a esta revisión óptica.

Dos factores que afectan a la calidad de la recuperación deberían preocuparnos: la mejora procede principalmente del aumento del gasto público y de la deuda, y la recuperación del empleo es mucho más lenta que en ciclos anteriores.

La tasa de desempleo en la zona del euro se mantendrá muy por encima de los niveles de 2019 incluso en 2022 (pasando del 7.9% en 2020 al 8.5% en 2022). Solo Alemania muestra unas perspectivas de empleo positivas que hacen que su tasa de paro descienda hasta el 3.7 por ciento. En el lado opuesto, España, según las estimaciones del FMI, terminará con una tasa de desempleo del 15.8 por ciento en 2022, siendo en 2020 un 15.5 por ciento. Esto convertiría a España en la economía de la eurozona con la mayor tasa de desempleo incluso en 2022 y una de las más altas del mundo.

Se estima que Estados Unidos terminará el año 2022 con una tasa de desempleo del 4.2 por ciento, lo que supone un rápido descenso con respecto al 6 por ciento actual, pero sigue estando por encima de los niveles anteriores a la pandemia. Se espera que el desempleo en China siga siendo bajo, un 3.6 por ciento, y es probable que la región avanzada de Asia sea la que registre una mejoría en el desempleo, alcanzando en 2022 un nivel casi récord.

Incluso con estas estimaciones optimistas de recuperación, el FMI muestra que la crisis de COVID-19 va a provocar que millones de trabajadores se queden atrás, y que será especialmente negativa en una zona que se enorgullece de sus políticas sociales y su elevado gasto público, la zona euro.

Esta crisis demostró que ser rico y tener un elevado gasto público no ayuda a gestionar mejor la crisis sanitaria y económica.

El mayor perdedor de esta crisis ha sido la clase media. Según Bloomberg, «se estima que 150 millones bajaron de categoría económica en 2020, el primer retroceso en casi tres décadas».

Las inyecciones masivas de liquidez y los grandes programas de gasto gubernamental no ayudaron a la clase media, y podríamos argumentar que crearon un efecto negativo. ¿Por qué? La clase media fue la más afectada por la pérdida de empleo, mientras que sus ahorros y salarios reales se vieron erosionados por la inflación, ya que los bancos centrales inyectaron billones en la deuda pública, creando una espiral perversa de aumento de los precios cuando la renta real disponible cayó drásticamente.

Podríamos argumentar que habría sido peor sin la intervención de los bancos centrales y el gasto público, pero no hay absolutamente ninguna evidencia que demuestre que debería haber sido tan masiva e indiscriminada como lo fue en 2020.

Se nos ha dicho que ignoremos el tamaño del estímulo o su eficacia y que simplemente aceptemos estos programas de recompra y gasto masivos como esenciales. Nadie parece preguntarse cuánto es demasiado y mucho menos cuando los resultados son una recuperación del PIB hinchada por la deuda y el gasto público con un pobre ratio de recuperación del empleo. Con el paso del tiempo, nos hemos acostumbrado a escuchar «estímulos de un billón de dólares» y a pensar que no es suficiente.

Este escaso rendimiento del capital empleado en los programas del gobierno y de los bancos centrales provocaría el despido de directivos en cualquier empresa. No estamos hablando de los rendimientos decrecientes de la política monetaria y fiscal, sino de los efectos directamente negativos si añadimos las burbujas de activos y el alto apalancamiento.

Cualquier analista serio se horrorizaría ante las cifras de desempleo y crecimiento mostradas por el FMI tras gastar cerca de 20 billones de dólares en estímulos encadenados. Además, cualquier analista serio estaría advirtiendo seriamente sobre las consecuencias negativas de convertir a los bancos centrales y al gobierno en el prestamista de primera instancia, no en el de última. ¿Cuál es el mayor riesgo? Que las estimaciones de 2022 resulten ser demasiado optimistas, de nuevo, y los gobiernos y los bancos centrales impulsen un nivel de intervencionismo aún mayor.

La destrucción del libre mercado, de la competencia y de la innovación puede parecer atractiva para algunos ahora, pero el resultado probable de escaso empleo, crecimiento negativo de los salarios reales y estancamiento debería ser un verdadero motivo de preocupación.

El doctor Daniel Lacalle es economista jefe del fondo de cobertura Tressis y autor de «Freedom or Equality» (Libertad o igualdad, “Escape from the Central Bank Trap» (Escapar de la trampa de los bancos centrales) y «Life in the Financial Markets» (La vida en los mercados financieros)

 


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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