Cuál es la base científica de que «enojarse hace mal al hígado»

Desde la perspectiva de la medicina tradicional china, el hígado se considera un comandante en jefe de alto rango, que dirige a las tropas en la batalla

Por Jingduan Yang
08 de diciembre de 2023 4:34 PM Actualizado: 08 de diciembre de 2023 8:10 PM

La vida moderna puede ser estimulante, pero vivir a un ritmo acelerado también conlleva preocupaciones, estrés, tensión, ansiedad e incluso agotamiento mental. En el caótico mundo actual, muchas personas buscan una sensación de paz y buena salud. El Dr. Yang Jingduan, un conocido psiquiatra chino de Filadelfia, inició una serie de conferencias titulada «Foro de los tres niveles de médicos» para compartir sus ideas sobre la salud espiritual y física. A continuación transcribimos de forma general su charla:

El hígado es uno de los órganos más grandes del cuerpo humano, desempeñando un papel sustancial como la mayor glándula digestiva y órgano metabólico. Según la medicina moderna, el hígado sirve de lugar de síntesis de proteínas y almacena diversos nutrientes esenciales derivados de los alimentos, como la vitamina B12, el ácido fólico y otras sustancias esenciales. La sangre, los ácidos grasos como los triglicéridos, el colesterol y otros portadores proceden del hígado.

Además, el hígado desempeña un papel crucial en la desintoxicación, el procesamiento y la desintoxicación de diversas sustancias que ingerimos en el cuerpo.

Desde la perspectiva de la medicina tradicional china (MTC), si comparamos nuestro cuerpo con un país, el hígado se considera un comandante en jefe de alto rango, que dirige a las tropas en la batalla. En otras palabras, mientras uno está despierto y activo, el hígado, junto con su órgano correspondiente, la vesícula biliar, funciona continuamente.

Por lo tanto, según la MTC, el hígado no solo abarca todas las funciones reconocidas por la medicina moderna, como la digestión y el metabolismo, sino que, lo que es más importante, desempeña un papel clave en el transporte de energía por todo el cuerpo, garantizando un flujo de energía sin obstáculos. Además, se cree que el hígado regula varias funciones cerebrales, como la toma de decisiones, el juicio y la ejecución de acciones. Al mismo tiempo, interviene en la regulación de las emociones, el sueño, la presión arterial y otras funciones esenciales.

El hígado como eje central de la energía

La medicina tradicional china no solo percibe el cuerpo humano como una entidad bioquímica, sino que también lo reconoce como una entidad energética. La concepción que la MTC tiene del hígado difiere de la medicina occidental. En la MTC, el concepto de hígado va más allá del órgano físico: se considera un centro de energía. Se cree que el hígado tiene amplias e intrincadas conexiones con otros órganos de todo el cuerpo a través de complejas vías energéticas conocidas como meridianos. Estos meridianos facilitan el flujo no solo de sangre y fluidos corporales, como reconoce la medicina moderna, sino, lo que es más importante, facilitan el flujo de energía, también conocido como «qi».

El aire, al entrar en el cuerpo a través de la respiración, se convierte en parte del qi. Del mismo modo, los alimentos que entran en el cuerpo y se transforman en energía, como el trifosfato de adenosina (ATP), también pasan a formar parte del qi. Por lo tanto, el qi no es algo peculiar o misterioso. A pesar de ser invisibles a simple vista, el qi, el aire y el ATP desempeñan papeles cruciales dentro de nuestro cuerpo.

En la MTC, el hígado se percibe como un sistema energético muy sensible a diversas formas de energía, incluidas fuerzas naturales como el viento. El viento, con su naturaleza dinámica, su movimiento rápido y sus cambios significativos, comparte similitudes con la energía del hígado. Desde la perspectiva de la MTC, la energía del hígado es dinámica y sirve como fuerza motriz crucial para la circulación tanto de la sangre como de la energía por todo el cuerpo. Puede compararse con un policía de tráfico, que garantiza rutas sin obstáculos y regula el flujo de diversas energías de acuerdo con direcciones predeterminadas, todas ellas funciones vitales del hígado.

Las emociones como energías patógenas

Las emociones humanas son, en efecto, una forma de energía. La alegría, la ira, la tristeza y la felicidad representan todas ellas diversas manifestaciones de energía. En el idioma chino, cuando se habla de emociones, es común añadir la palabra «qi», que significa «energía». Por ejemplo, frases como «enfadado» o «alegre» incluyen la palabra «qi». Desde la perspectiva de la medicina tradicional china, tanto las energías externas como las emociones internas tienen un profundo impacto en el sistema energético del cuerpo.

En la MTC, hay un dicho común: «la ira daña el hígado». Cuando una persona experimenta ira intensa, el impacto en el hígado es significativo. Esta ira puede provenir de otras personas que dirigen su frustración hacia usted, y recibir tal ira puede afectar a su hígado. Del mismo modo, si alberga ira o resentimiento hacia los demás, también repercutirá en el funcionamiento de su hígado.

Las emociones siempre se han considerado muy importantes en la MTC. Las causas de las enfermedades se clasifican en factores internos, externos y ni internos ni externos. Uno de los factores internos es el desequilibrio emocional, y tener un mal estado emocional se considera una causa primaria. La MTC afirma que sólo cuando estos factores internos están presentes los factores externos tienen un impacto más significativo en el cuerpo. Por lo tanto, desde la perspectiva de la MTC, las emociones y el estrés mental desempeñan un papel sustancial a la hora de influir en las funciones del hígado.

¿Cómo afectan las emociones y el estrés al hígado y contribuyen al desarrollo de enfermedades hepáticas? ¿Por qué los factores emocionales y mentales repercuten en la salud en general y afectan especialmente al hígado?

La MTC reconoce desde hace tiempo que las emociones son una forma de energía y entiende que el estado emocional de una persona influye significativamente en su salud general. La medicina moderna reconoce cada vez más el impacto de los factores psicológicos en el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmunitario. Sin embargo, en la medicina clínica, estos descubrimientos de la ciencia médica moderna no se han integrado plenamente. La medicina clínica todavía se inclina predominantemente hacia la cirugía y la medicación, con menos énfasis en el impacto de los factores psicológicos.

En 2015, un equipo de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) publicó un estudio en la revista Gastroenterology. El informe revelaba que los pacientes que sufrían angustia psicológica y depresión tenían una tasa de mortalidad por enfermedad hepática significativamente mayor en comparación con otros grupos. El estudio, en el que participaron unas 160,000 personas, abarcó aproximadamente 10 años. La investigación destacó directamente el impacto de la depresión y la angustia psicológica en la progresión y el empeoramiento de las enfermedades hepáticas.

¿Qué es la depresión? Engloba sentimientos de abatimiento, opresión, desánimo, decepción y enfado, entre otras emociones. La depresión es esencialmente una manifestación de ira, a veces dirigida hacia los demás, caracterizada por irritabilidad, ataques de mal genio y arrebatos frecuentes. Más a menudo, esta ira reprimida se vuelve hacia el interior, dando lugar a un estado de depresión. Por lo tanto, la depresión extrema es esencialmente un estado de ira extrema y puede llevar incluso a actos de violencia o al suicidio. Muchas personas con depresión llegan a contemplar o cometer suicidio. En otras palabras, la naturaleza de la depresión se alinea con el concepto de la MTC de que «la ira daña el hígado».

Un estudio de 2020 descubrió que las ratas sometidas a estímulos de estrés mostraban un número significativamente mayor de tumores hepáticos y de carga tumoral en comparación con las ratas no expuestas al estrés. Además, los niveles de expresión de los biomarcadores Ki67 y Survivin, asociados a la tumorigénesis, eran más altos en las ratas con cáncer de hígado y depresión que en las ratas con solo cáncer de hígado. Esto sugiere que las ratas en el grupo de cáncer de hígado más depresión experimentaron más proliferación celular y menos apoptosis celular, lo que indica que el estrés psicológico prolongado puede conducir al desarrollo de tumores y la progresión del cáncer.

Un estudio publicado en Nature Medicine en 2019 reveló que la derrota social conduce a comportamientos similares a la ansiedad en ratones y disminuye las respuestas terapéuticas a neoplasias inducidas por carcinógenos y tumores trasplantables.

Cuando las personas se sienten mental y emocionalmente abatidas, pueden recurrir a diversos métodos de afrontamiento. Por ejemplo, algunos individuos pueden recurrir al alcohol cuando están enfadados. Sin embargo, el consumo de alcohol puede dañar el hígado, como dice el refrán: «Beber alcohol para ahogar las penas solo ahonda las penas». Otros, cuando están enfadados, pueden recurrir a la comida, y a veces se dan atracones de alimentos poco saludables, lo que provoca un aumento del azúcar en sangre y de la tensión arterial. Además, las personas deprimidas pueden retraerse de las interacciones sociales y evitar participar en actividades saludables. Todos estos métodos de afrontamiento aumentan significativamente el riesgo de cáncer.

En este contexto, la MTC emplea una vívida analogía, comparando el hígado con un árbol. Al igual que un árbol que se resiste a la supresión y busca la libertad para crecer sin restricciones, el hígado reacciona negativamente a los intentos de supresión. Al igual que los árboles florecen libremente en primavera y el viento encarna una energía única durante esta estación, el estado de ánimo y las emociones de una persona, caracterizados por una sensación de tranquilidad y libertad, desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la salud del hígado.

Por lo tanto, ya sea desde la perspectiva de la MTC, la medicina occidental, la ciencia moderna o la investigación de laboratorio, se reconoce ampliamente que el estrés mental y las emociones depresivas son factores cruciales que afectan a la salud general del organismo. Esto es particularmente evidente en el daño significativo que pueden infligir al hígado, causando efectos adversos sustanciales en el pronóstico de las enfermedades hepáticas, incluyendo el cáncer de hígado.

Factores de riesgo del cáncer de hígado

La elevada tasa de mortalidad y la limitada eficacia de los tratamientos tardíos hacen que la prevención del cáncer de hígado sea crucial. Aparte de la influencia de las emociones, hay otros aspectos a tener en cuenta.

¿Quién es más propenso al cáncer de hígado? Ya hemos hablado anteriormente de la complejidad de los factores genéticos. Aunque alguien sea portador de estos factores genéticos, ello no garantiza la expresión de genes problemáticos que conduzcan al cáncer de hígado.

En la actualidad, las infecciones por hepatitis víricas, concretamente la hepatitis B y la hepatitis C, son las causas más frecuentes de cáncer de hígado, sobre todo en el contexto de enfermedades crónicas. Tras la infección de estos dos tipos de hepatitis crónica, algunos individuos pueden desarrollar gradualmente cirrosis hepática, que progresa posteriormente a cáncer de hígado. La hepatitis, la cirrosis y el cáncer de hígado forman una secuencia común de acontecimientos. Por lo tanto, la prevención y el tratamiento de la hepatitis es una medida crucial para prevenir la aparición del cáncer de hígado.

La prevención de la hepatitis B puede lograrse mediante la vacunación, pero actualmente no hay vacuna para la hepatitis C. Por lo tanto, comprender las vías de transmisión de la hepatitis es crucial para la prevención. Las principales vías de transmisión de la hepatitis B y C son la sangre, y muchas infecciones se producen como resultado de transfusiones sanguíneas.

El consumo de alcohol es un factor de riesgo conocido de cáncer de hígado. Consumir más de dos copas al día aumenta el riesgo de varios tipos de cáncer, y puede causar daños importantes en el hígado. Hay un dicho que afirma que emborracharse una vez equivale a contraer hepatitis una vez, lo cual, aunque exagerado, puede no estar muy lejos de la verdad. El consumo prolongado de alcohol puede provocar enfermedad del hígado graso, lo que eleva aún más el riesgo de cáncer de hígado.

Además, los mohos, en particular las aflatoxinas, son una causa importante de cáncer de hígado. Ingredientes comunes como los cacahuetes, el maíz, el arroz, el trigo y diversos frutos secos pueden enmohecerse cuando se almacenan en ambientes húmedos, dando lugar a la producción de aflatoxinas. Por lo tanto, es crucial asegurarse de la frescura de estos ingredientes y comprobar si hay signos de moho antes de consumirlos.

Recientemente, los investigadores han descubierto que enfermedades como la diabetes, la hipertensión y la obesidad pueden afectar al hígado. Esto se debe a que los factores que contribuyen a estas condiciones pueden aumentar la carga sobre el hígado, lo que potencialmente puede conducir al desarrollo de cáncer de hígado.


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