Los golpistas malienses que el lunes pasado depusieron al presidente transitorio, Bah Ndaw, y a su primer ministro, Moctar Ouané, y los llevaron presos a un complejo militar, los han puesto en libertad esta mañana, según han comunicado fuentes cercanas a los golpistas.
Esta liberación parece ser fruto de la mediación de la Comunidad de Estados de África del Oeste (CEDEAO) a la que pertenece Mali, y que el martes envió a una misión a Bamako a las pocas horas de conocerse el golpe: ayer, el jefe de esta misión, el expresidente nigeriano Goodluck Jonathan, pudo reunirse con Ndaw y Ouané sin que trascendieran otros detalles.
También ayer el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido para tratar el golpe en Mali, exigió «la liberación inmediata e incondicional de todos los responsables detenidos», al tiempo que exhortó a los soldados a «regresar a sus cuarteles sin dilación».
Se da la circunstancia de que el presidente depuesto, oficial del Ejército del Aire, había sido nombrado para este puesto transitorio en el golpe de Estado anterior del pasado mes de agosto, cuando los mismos militares que ahora lo han derrocado protagonizaron otra asonada para acabar con el entonces presidente Ibrahim Boubacar Keita.
En este nuevo golpe protagonizado el lunes, los militares sublevados aún no han explicado cuál va a ser su calendario de transición ni cuáles son sus planes de gobierno inmediatos; por el momento, solo se sabe que a su cabeza está el mismo militar que dirigió el golpe de agosto, el coronel Assimi Goita.
Y al igual que sucedió el pasado agosto, también este golpe ha sido incruento y no ha degenerado en matanzas ni en combates armados.
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