Seamos o no conscientes de ello, muchos de nosotros luchamos constantemente con el pasado.
Nuestra lucha puede estar relacionada a errores de los que nos arrepentimos, a rabia o resentimientos guardados por algo que nos han hecho, o con la frustración por cómo han salido las cosas.
Puede que nos digamos a nosotros mismos historias sobre lo que pasó y eso nos hace sentir tristes, deprimidos, enfadados o heridos. Tal vez no podamos dejar de pensar en esos sucesos pasados, ya que se repiten en nuestra mente.
¿Pero qué pasaría si pudiéramos dejar de lado el pasado y estar presentes en el momento que estamos viviendo ahora? ¿Y si pudiéramos ver que aferrarnos al pasado es una carga de la que podemos liberarnos como un acto de amor propio?
Se puede hacer, aunque no siempre es fácil. Esta es la práctica que recomiendo, en cuatro pasos:
Paso 1: Revise la historia que le hace daño
¿Qué tipo de dolor o dificultad puede identificar? Ira, frustración, decepción, arrepentimiento, tristeza o dolor.
Fíjese en esta dificultad y observe que está causada por la historia que se está contando a usted mismo sobre lo ocurrido. Puede que insista en que este dolor está causado por lo que ocurrió (en lugar de por la historia que tiene en la cabeza), pero lo que ocurrió ya ha pasado. Ya no existe. El dolor sigue aquí ahora mismo, y está causado por los continuos pensamientos que tiene sobre la situación.
Tenga en cuenta que «historia» no significa «historia falsa». Tampoco significa «historia verdadera». La palabra «historia» en este contexto no implica bueno o malo, falso o verdadero, o cualquier otro tipo de juicio. Es simplemente un proceso que ocurre dentro de su cabeza. El proceso se parece a esto:
- Está recordando lo que pasó
- Tiene una perspectiva o un juicio sobre el suceso que lo sitúa como la parte perjudicada
- Esto provoca una emoción en usted
Así que fíjese en la historia que tiene, sin juzgarla ni juzgarse a usted mismo. Es natural tener una historia, pero solo vea que está ahí. Y observe que le está causando dificultad, frustración o dolor.
Paso 2: Quédese con la sensación física
A continuación, debe pasar de la historia que tiene en la cabeza a la sensación que tiene en el cuerpo. Esta es la sensación física: Puede ser una opresión en el pecho, un vacío, un dolor punzante, un dolor en el corazón, una energía que irradia desde el plexo solar o muchas otras variaciones.
Practique cómo girar y enfrentarse a esta sensación física, sacando su atención de la cabeza y dirigiéndola hacia su cuerpo. Normalmente intentamos evitar estas sensaciones dolorosas. Ahora, quédese y enfréntese a ellas con valentía.
Explore la sensación con curiosidad: ¿Qué se siente? ¿Dónde se encuentra? ¿Cambia? Si esto se vuelve insoportable, hágalo en pequeñas dosis, de forma que le parezca manejable. Puede volverse intenso si los sentimientos son fuertes.
La mayoría de las veces, vemos que esta sensación no es el fin del mundo, que podemos soportarla. De hecho, es solo un poco de malestar, nada de lo que asustarse.
Quédese con ella y sea amable, amigable y acogedor. Abrace la sensación como lo haría con un buen amigo. Se está sintiendo cómodo con la incomodidad, y ése es el camino de la valentía.
Paso 3: Exhale, dejándose llevar
Inspire su dificultad y exhale compasión. Se trata de una práctica budista tibetana llamada tonglen: inspire el sentimiento difícil y espire el sentimiento de alivio y liberación de esa dificultad.
Puede inspirar no solo su propio dolor, sino también el de los demás.
Hágalo durante un minuto más o menos, imaginando que el dolor de los que lo rodean entra con cada respiración, y una sensación de paz que se irradia hacia ellos al espirar.
Puede practicar esto todos los días, y puede hacer maravillas. En lugar de huir de su sentimiento difícil, lo abrazas y te permites absorberlo. Y también lo hace por los demás, lo que lo hace salir centrarse en usted mismo y entrar a centrado en los demás.
Al hacer esto, empieza a dejar de lado su dolor o dificultad.
Paso 4: Vuelva al presente
Cuando sienta que ha soltado, en lugar de volver a quedar atrapado en su historia, vuélvase y mire lo que hay aquí y ahora. ¿Qué ve? ¿Puede apreciar todo o parte de ello? ¿Puede dar las gracias por algo que tiene delante ahora mismo?
Este paso es importante porque cuando nos atascamos en algo que ocurrió en el pasado, no estamos prestando atención al ahora. No estamos apreciando el momento que tenemos delante. No podemos; nuestra mente está llena del pasado.
Así que cuando empezamos a dejar ir el pasado, hemos vaciado nuestras tazas y hemos permitido que se llenen con el presente. Entonces debemos encontrar gratitud por lo que está aquí en lugar de preocuparnos por lo que no está.
Al hacerlo, habremos transformado nuestra lucha en un momento de alegría.
Leo Babauta es autor de seis libros y escritor de Zen Habits, un blog con más de 2 millones de suscriptores. Visita ZenHabits.net
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