Análisis de noticias
El término «desacoplamiento» cobró importancia en 2019. En la superficie, se lo utiliza para describir la reducción de la interdependencia entre China y Estados Unidos en el comercio mundial.
El presidente Donald Trump lanzó aranceles a los productos chinos para abordar una serie de reclamos de larga data contra Beijing: la manipulación de la moneda, las transferencias forzadas de tecnología, los subsidios internos y el espionaje cibernético contra las empresas estadounidenses, por nombrar solo algunos ejemplos. China ha intensificado su investigación tecnológica nacional, con el objetivo de disminuir la dependencia de la tecnología estadounidense y proyectar un liderazgo mundial en unos pocos campos emergentes como blockchain, la tecnología inalámbrica 5G y la inteligencia artificial.
Pero el desacoplamiento también describe de manera precisa una tendencia diferente: que las respectivas economías de Estados Unidos y China están experimentando los cambios de diferentes maneras. La economía estadounidense, en todos los aspectos, está en auge. Incluso la encuesta pública de CNN (realizada por SSRS) revela que el 76 por ciento de los encuestados cree que la economía estadounidense es muy buena o algo buena, la mejor calificación en 20 años.
La situación económica de China es diferente. «La presión a la baja sobre la economía ha aumentado», publicó en un artículo el medio de comunicación estatal Xinhua News a principios de este mes. China está experimentando su más lento crecimiento económico en décadas, y esa presión ha alimentado parcialmente la necesidad de llegar a un acuerdo comercial más rápido. Se espera que Beijing estimule estratégicamente la economía, ya que China se prepara para un crecimiento del PIB nominal inferior al 6 por ciento en el futuro.
A continuación se presentan cinco grandes historias que dieron forma al entorno empresarial y económico chino durante el año 2019. Todas ellas serán factores importantes para el próximo año.
Fase Uno: Acuerdo comercial cerrado
En diciembre, Estados Unidos y China llegaron a un acuerdo para reducir la actual guerra comercial.
Después de casi dos años de idas y venidas sobre aranceles y de amenazas acerca de una guerra comercial, los países acordaron un nuevo acuerdo que hizo que las acciones se dispararan. China se ha comprometido a compras agrícolas de EE.UU., a poner fin a las transferencias de tecnología forzada, a aumentar la protección de los derechos de propiedad intelectual de EE.UU. y se agregaron nuevos compromisos para que el yuan sea una moneda más estable. Estados Unidos acordó no proceder con los nuevos aranceles y reduciría parcialmente los aranceles existentes introducidos en septiembre.
El acuerdo fue alcanzado en principio después de meses de arduas negociaciones y todavía tiene que ser revisado y traducido legalmente. Se espera que se firme en enero de 2020.
El acuerdo comercial estimuló aún más los mercados financieros. El S&P 500 subió un 1.7 por ciento en los cinco días de negociación posteriores a la confirmación del acuerdo el 13 de diciembre. En el año, el S&P ha ganado más del 28 por ciento y ha mantenido máximos históricos.
Disminución del crecimiento del PIB
El crecimiento del PIB del tercer trimestre de China, de un 6 por ciento anual, fue el peor en más de 30 años.
Los economistas saben que la cifra oficial de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de la Oficina Nacional de Estadísticas está inflada. Pero el 6 por ciento nominal se ha convertido en un umbral psicológico que, si lo alcanza, podría desencadenar un desconcierto político, junto a la venta masiva de parte de los inversores y el pánico generalizado de los consumidores.
Las cifras de crecimiento anual de China han estado cayendo durante muchos años. Este año, Beijing ha estado implementando medidas de estímulo económico -principalmente en forma de gasto público en infraestructura- pero no con la intensidad habitual. Casi admitieron que un crecimiento superior al 6% podría no ser posible en el futuro. Varios grupos de expertos, bancos de inversión e incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) predicen un crecimiento económico chino inferior al 6 por ciento en 2020.
Salvar todo el crecimiento que se pueda es una razón clave por la que China se apresuró en llegar a un acuerdo comercial provisional con Estados Unidos. Necesita de manera desesperada mantener las fábricas abiertas y los bienes en movimiento.
Beijing da prioridad a la estrategia del blockchain
China tiene grandes ambiciones para su moneda digital controlada por el Estado. A principios de este año, el líder del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Jinping, transmitió específicamente su apoyo a la tecnología de blockchain, pero no a bitcoin o a cualquier otra moneda digital descentralizada.
El fuerte respaldo de China a una moneda de un banco central basada en blockchain y la relativa aversión de Occidente a la tecnología abre un nuevo e interesante frente en la creciente rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China.
Los desarrollos en fintech, pagos y monedas digitales de blockchain están recibiendo el apoyo de los niveles más altos del gobierno central chino. Beijing ha designado a Hainan, una provincia insular en el sur de China, como zona piloto para la tecnología. También se cree que China está preparando una moneda digital para el banco central.
Si blockchain puede ser una tecnología exitosa que pueda respaldar los pagos globales es todavía una pregunta abierta. Las actuales tecnologías de blockchain todavía tienen limitaciones de velocidad y volumen. Pero si China se convierte en un líder tecnológico en este ámbito, podría ser en detrimento de otros países.
China podría evitar el sistema bancario mundial basado en el dólar y los bancos intermediarios. Además, podría aumentar la capacidad de China para rastrear a dónde va el dinero, aumentar la vigilancia estatal y, en última instancia, ejercer un mayor control sobre las personas, empresas y gobiernos que operan con esta tecnología.
Los defaults de deuda se convierten en la norma
El Grupo Tewoo, un comerciante de materias primas chino, dejó de pagar sus bonos denominados en dólares estadounidenses en diciembre, convirtiéndose en el mayor incumplimiento de una empresa estatal china (SOE) desde 1998.
Beijing se ha sentido más cómodo con los incumplimientos o defaults de deuda en los últimos años. Esa es una forma de describir la tendencia, y quizás una descripción más acertada es que Beijing se ve obligado a aceptar más defaults simplemente porque no tiene otra opción. Las empresas chinas han estado endeudadas durante demasiado tiempo y los reguladores ya no pueden permitirse el lujo de rescatar a todas las empresas en mora.
Los bonos denominados en yuanes o en divisas fueron testigos de defaults récord este año. Hasta noviembre de 2019, alrededor del 4.9 por ciento de todos los emisores de bonos de propiedad privada incumplieron con sus obligaciones, según la agencia de calificación crediticia Fitch Ratings. Hasta el 3 de diciembre, los datos de Bloomberg muestran 120,000 millones de yuanes (17,000 millones de dólares) uno de los principales defaults, a punto de romper el récord del año pasado de 122,000 millones.
Beijing ha estado permitiendo que un conjunto más diverso de compañías entre en default, incluyendo tanto empresas de propiedad privada como empresas públicas de varias industrias. El Grupo Fundador de la Universidad de Beijing —afiliado a una universidad estatal— no cumplió con el pago de un bono de 2000 millones de yuanes que vencía a principios de este mes.
Se espera que se produzcan más incumplimientos en 2020.
Aumentan las quiebras bancarias
Hubo una serie de quiebras de bancos en China, especialmente entre los bancos regionales pequeños y medianos.
El Hengfeng Bank, con sede en la provincia de Shandong, pasó por una reestructuración de 100,000 millones de yuanes (14,000 millones de dólares) el 18 de diciembre, vendiendo acciones a los gobiernos estatales e inversores extranjeros en un rescate intermediado por el gobierno local.
Hengfeng ya fue rescatado una vez a principios de este año. Los reguladores chinos han incautado o rescatado a los prestamistas a un ritmo sin precedentes en medio de un aumento de deuda incobrable. Hengfeng y Baoshang Bank, otro banco rescatado a principios de año, están ambos vinculados al problemático Grupo del Mañana, cuyo fundador multimillonario Xiao Jinhua fue detenido en 2017 como parte de la campaña de Xi contra la corrupción.
Numerosos bancos han tenido problemas con las corridas bancarias y los problemas financieros. Parte del problema fueron las altas tasas interbancarias, que para los bancos más pequeños les impide acceder a una importante fuente de financiación. La política del gobierno central también ha obligado a los bancos a aumentar los préstamos con márgenes de interés cada vez más reducidos. Y el creciente número de deudas incobrables de China arroja otra nube oscura sobre los bancos más pequeños.
China tiene miles de pequeños prestamistas, la mayoría de los cuales atienden a personas en zonas rurales y a pequeñas empresas. Aunque son menos importantes sistémicamente que los prestamistas nacionales -que atienden a las grandes empresas y a las empresas estatales- sus clientes son la gente común, y si empiezan a fallar a un ritmo más rápido, podría socavar la estabilidad social del Partido Comunista Chino.
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