SALT LAKE CITY—Un hombre de Utah que mató a la madre de su novia degollándola fue condenado a muerte por inyección letal a primera hora del jueves en la primera ejecución del estado desde 2010.
Taberon Dave Honie, de 48 años, fue declarado culpable de asesinato con agravantes por la muerte en julio de 1998 de Claudia Benn, la abuela materna de su hija Tressa, que ahora tiene 27 años
Honie fue declarado muerto a las 12:25 de la mañana, hora de las Montañas, en una ejecución que transcurrió según lo previsto y duró unos 17 minutos. Tras recibir la inyección letal de dos dosis de pentobarbital, dio unos leves golpes con el pie y dijo «los quiero» a los familiares que le observaban desde una cámara de testigos.
Atado a la mesa de ejecución en una sala blanca y estéril de la prisión estatal, Honie giró la cabeza para dar las gracias a los funcionarios de prisiones por cuidar de su familia antes de perder el conocimiento, dijo el alcalde Bart Mortensen a los periodistas tras la ejecución.
Honie soltó un grito ahogado cuando la droga fluyó por las vías intravenosas de ambos brazos y su torso se levantó de la mesa. Permaneció inmóvil durante varios minutos antes de morir, con un tono azul pálido, mientras sus gafas se deslizaban sobre su frente.
Sus últimas palabras fueron: «Desde el principio si es necesario hacerlo para que se curen, hagámoslo. Si te dicen que no puedes cambiar, no les hagas caso. A todos mis hermanos y hermanas aquí dentro, sigan cambiando. Los quiero».
Honie tenía 22 años cuando irrumpió en la casa de Benn en Cedar City, la sede del núcleo administrativo y cultural de la tribu india Paiute de Utah, tras un día de consumo excesivo de alcohol y drogas. Acuchilló repetidamente la garganta de Benn y apuñaló otras partes de su cuerpo. El juez que lo condenó a muerte también descubrió que Honie abusó sexualmente de uno de los nietos de Benn, que entonces tenía 2 años y que estaba en la casa con Tressa, en el momento del asesinato.
Honie, que creció en la reserva india de Hopi, en Arizona, pasó la tarde con su hija y otros familiares directos antes de la ejecución. A principios de esta semana le dijo a Tressa que aceptaba su destino y que esperaba que ella también pudiera hacerlo, según declaró ella a The Associated Press. Su última comida fue una hamburguesa con queso, patatas fritas y un batido, según informó el Departamento Correccional de Utah.
Después de que el equipo médico sacara el cuerpo de Honie de la cámara, se permitió a su familia entrar para realizar un ritual de duelo nativo americano con plumas de ave y harina de maíz que, según dijeron a los funcionarios, ayudaría a liberar su alma después de la muerte.
Fuera de la prisión, un grupo de manifestantes contrarios a la pena de muerte cantaron «Amazing Grace» y mostraron pancartas que decían: «Toda vida es preciosa».
Tras décadas de apelaciones fallidas, la orden de ejecución de Honie se firmó en junio a pesar de las objeciones de la defensa al fármaco letal previsto. En julio, el Estado modificó su protocolo de ejecución para utilizar únicamente una dosis elevada de pentobarbital —un supresor del sistema nervioso— utilizado para la eutanasia de animales domésticos.
La Junta de Indultos y Libertad Condicional de Utah denegó la petición de Honie de conmutar su condena por cadena perpetua tras una audiencia celebrada en julio en la que los abogados de Honie describieron su problemático ambiente en la reserva donde pasó su infancia, y tuvo que crecer con unos padres que abusaban del alcohol. Había empezado a consumir drogas duras de adolescente y dijo a la junta de libertad condicional que no habría matado a Benn si hubiera estado en su «sano juicio». Pidió a la junta que le permitiera «existir» para poder ser un apoyo para su hija.
Tressa Honie dijo a la junta que tiene una relación complicada con su madre y que perdería a su progenitor más comprensivo si su padre fuera ejecutado. Dijo en una entrevista el martes que no estaba preparada para perder a su padre y que se sentía abandonada por la familia por parte de madre que había luchado por su ejecución.
La familia cercana de Benn argumentó que Taberon Honie no merecía piedad, y dijeron que su ejecución era la justicia que necesitaban tras décadas de dolor.
«Se merece el ojo por ojo», dijo la sobrina de Benn, Sarah China Azule.
Ella y sus primos describían a Benn como un pilar en su familia y en la comunidad del suroeste de Utah. Era miembro del consejo tribal Paiute, consejera sobre abuso de sustancias y cuidadora de sus hijos y nietos.
Tressa, que tiene pocos recuerdos de su abuela, dijo que entiende por qué sus primos necesitaban un cierre de esta manera, pero este desenlace la dejó sintiéndose sola. Lamenta la ausencia del fuerte modelo materno que su padre le robó.
Los funcionarios de prisiones mantuvieron a los familiares directos de Honie separados de los de Benn mientras presenciaban la ejecución. Su brutal crimen abrió una brecha entre los miembros de la familia que, según varios, será difícil de reparar.
Honie era una de las seis personas condenadas a muerte en Utah. La condena a muerte de una séptima persona, Douglas Lovell, que mató a una mujer para impedir que testificara contra él en un caso de violación, fue anulada recientemente por la Corte Suprema de Utah. Será condenado de nuevo.
Horas antes de la ejecución de Honie, un hombre descrito por sus abogados como discapacitado intelectual fue ejecutado en Texas por estrangular e intentar violar a una mujer que salió a correr cerca de su casa de Houston hace más de 27 años.
Por Hannah Schoenbaum.
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