La economía de China enfrenta múltiples problemas y, sin reformas sólidas, es probable que Beijing enfrente una amenaza a sus perspectivas de crecimiento en los próximos años, lo que perjudicará su posición global, según un nuevo informe.
El centro de estudios Atlantic Council GeoEconomics Center, con sede en Washington, y la organización de investigación Rhodium Group publicaron el 1 de octubre un informe titulado «Quedándose sin camino: Cuadro de mando anual de China Pathfinder 2023». El informe identificó los problemas centrales de la segunda economía más grande del mundo y advirtió que «las amenazas estructurales a la estabilidad económica nunca han sido mayores».
«El malestar económico que ahora enfrentan los responsables políticos de Beijing no es causado por factores cíclicos como el COVID, sino por la falta de reforma del sistema económico del país», señala el informe.
Señalaba que «la economía china está sufriendo en parte porque el Partido [Comunista Chino] sigue poniendo a la ideología por encima del dinamismo económico».
El informe rastrea el desempeño económico de China durante años a lo largo de más de 25 indicadores económicos y compara su sistema económico con los de las economías de mercado. Utiliza un marco cuantitativo basado en seis componentes: Desarrollo del sistema financiero, competencia de mercado, sistema de innovación moderno, apertura comercial, apertura a la inversión directa y apertura a la inversión de cartera.
Como indica el título del informe, la economía de China enfrenta numerosos problemas, como un mercado inmobiliario en problemas, una población que envejece, un sentimiento empresarial interno en deterioro y una inversión extranjera directa en declive.
El informe mostró que el problemático sector inmobiliario de China siguió golpeando la economía china el año pasado, lo que obligó a las autoridades a implementar «medidas temporales», incluidas 16 medidas para apoyar el mercado inmobiliario. Sin embargo, el informe dice que este enfoque no aborda la raíz del problema, sino que sólo apunta «más a la estabilidad que a la liberalización del mercado» porque el paquete ofrecía prórrogas para el reembolso de los préstamos bancarios y flexibilizaba las restricciones crediticias para los promotores inmobiliarios.
Además, la confianza de los inversores extranjeros es baja y la inversión extranjera ha disminuido, lo que es una señal de advertencia ya que la economía de China todavía depende del capital, los conocimientos y la tecnología extranjeros para crecer. Empresas de Estados Unidos, la UE y Japón están dejando de tomar a China como su destino de inversión favorito.
Además, el aumento de la propiedad estatal en industrias clave y la evolución regulatoria impredecible han afectado el entorno empresarial interno de China.
El documento predice un crecimiento de China de menos del 4 por ciento en 2023, sólo la tercera vez en las últimas dos décadas, y mucho menor que el objetivo oficial de Beijing de alrededor del 5 por ciento, así como de las proyecciones de muchas instituciones financieras. Se espera un menor crecimiento similar para 2024.
Se necesita una reforma estructural
El informe indicó repetidamente la raíz del problema de la economía de China, su «persistente brecha de reforma estructural» que resulta en «quedarse detrás de las principales economías de la OCDE en la mayoría de las dimensiones del mercado».
Se espera que «en su trayectoria actual, el crecimiento económico de China seguirá ralentizándose cada vez más. Esta ralentización afectará a las ambiciones de Beijing en materia de desarrollo autóctono de alta tecnología, exacerbará las crisis fiscales locales y tendrá efectos indirectos para otros países que dependen de China como mercado de exportación o importación. La ralentización también empezará a disminuir las buenas percepciones sobre el sistema económico chino dirigido por el Estado»
«En el pasado, Beijing pudo dejar atrás la política; hoy, están al final de ese camino y necesitan abordar los problemas actuales», señala el informe.
Debido a su débil desempeño actual, la ambición de Beijing de destronar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo para fines de la década de 2020 «no sucederá en este siglo, y mucho menos en esta década».
El informe pide que Beijing implemente reformas sólidas, incluyendo dejar de fijar el objetivo de la tasa de crecimiento del PIB, privatizar algunos activos estatales y reformar el sistema de pensiones, entre otras.
Sin embargo, «con o sin reforma, el promedio de crecimiento futuro de China será menor, en términos absolutos y en relación con Estados Unidos y con otras economías de la OCDE. Esto remodelará las expectativas de competencia entre grandes potencias».
Desacoplamiento
Mientras la economía de China lucha, los inversores extranjeros descubren que su entorno de inversión se ha vuelto más desafiante, a veces hostil, y consideran desvincularse del país.
La secretaria de Comercio, Gina Raimondo, reveló en agosto que las empresas estadounidenses consideran cada vez más que China es un país donde se desaconseja invertir debido a los crecientes desafíos y riesgos asociados con hacer negocios en la segunda economía más grande del mundo.
Durante su visita a China, Raimondo destacó varios problemas clave que enfrentan las empresas estadounidenses, incluidos nuevos desafíos como multas poco claras e incertidumbres en torno a una nueva ley antiespionaje y problemas actuales como el robo de propiedad intelectual y la competencia con empresas chinas que reciben subsidios gubernamentales.
Durante su visita a China, Raimondo destacó varios problemas clave que enfrentan las empresas estadounidenses, incluidos nuevos desafíos como multas poco claras e incertidumbres en torno a una nueva ley antiespionaje y problemas actuales como el robo de propiedad intelectual y la competencia con empresas chinas que reciben subsidios gubernamentales.
Una encuesta de la Cámara de Comercio Estadounidense en Shanghai el mes pasado encontró que las perspectivas de las empresas estadounidenses en China eran las peores en décadas.
Las autoridades chinas allanaron las empresas estadounidenses de diligencia debida Bain & Co., Capvision Partners y Mintz Group. China también prohibió las ventas del fabricante de chips Micron Technology a industrias nacionales chinas clave.
Las empresas estadounidenses consideran estos desafíos como un «factor de empuje» para alejarse de China.
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