Ingrediente clave de las vacunas contra COVID de Pfizer y Moderna favorece el desarrollo de cáncer

Por  Joe Wang
01 de mayo de 2024 3:43 PM Actualizado: 01 de mayo de 2024 3:43 PM

Opinión

El papel que desempeña un ingrediente clave de la vacuna de ARNm contra COVID-19 en el desarrollo del cáncer se ha analizado en una revisión exhaustiva publicada recientemente en una revista científica revisada por expertos. La conclusión: La forma específica de este ingrediente, la pseudouridina, que Pfizer y Moderna utilizan para fabricar sus vacunas favorece el desarrollo del cáncer.

La N1-metil-pseudouridina (en este artículo la llamaré pseudoU) es un componente crítico de la vacuna de ARNm. Pfizer y Moderna introducen químicamente pseudoU en sus vacunas para que las moléculas de ARNm duren más tiempo en el cuerpo humano (evitando la degradación por enzimas), y para evitar la supresión por el sistema inmunológico innato, la primera línea de defensa del cuerpo contra invasores extraños.

El estudio, titulado «Revisión: N1-metil-pseudouridina: ¿Amigo o enemigo del cáncer?» Esta escrito por cinco científicos de México, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y Arabia Saudita y fue publicado en la edición de mayo de 2024 de International Journal of Biological Macromolecules.

PseudoU promueve al desarrollo del cáncer

El ARN mensajero es una molécula monocatenaria formada por cuatro tipos de nucleótidos: A, C, G y U. En sus vacunas, Pfizer y Moderna sustituyen todos los nucleótidos «U» por pseudoU, una versión modificada químicamente. El invento fue elogiado por muchos en el campo.

Sin embargo, dado que la pseudoU no proviene del cuerpo humano, ¿es segura?

Para su estudio, los cinco científicos analizaron los datos de un artículo publicado en la revista especializada Frontiers in Immunology en octubre de 2022, en el que un grupo de investigadores de Tailandia, utilizando un modelo de ratón con melanoma, probaba el desarrollo del cáncer con vacunas de ARNm descubrieron que todas las vacunas de ARNm en las que la pseudoU sustituía a la «U» estimulaban el crecimiento del cáncer y la metástasis (propagación de las células cancerosas). Cuanto mayor era el porcentaje de pseudoU, más grave era el crecimiento del cáncer.

Tanto las vacunas de ARNm de Pfizer como las de Moderna sustituyen la «U» por pseudouridina al 100%. Esto contribuyó en gran medida a la eficacia de las vacunas contra COVID en comparación con las vacunas de ARNm no modificadas, según un estudio de 2021 titulado «The Critical Contribution of Pseudouridine to mRNA COVID-19 Vaccines».

El sistema inmunológico del organismo puede reconocer el componente «U» del ARNm extraño y desencadenar una cascada de respuestas inmunitarias. Pero la sustitución de la «U» por pseudoU elimina ese reconocimiento y disminuye la inmunogenicidad innata, lo que permite a las células cancerosas crecer sin control.

Afirmaciones de Pfizer y Moderna

El artículo de revisión concluía que Pfizer y Moderna enfatizaron solo los aspectos positivos relacionados con la sustitución de la «U» por pseudoU a la hora de lanzar sus vacunas. El nuevo diseño hace que el ARNm sea más estable, lo que conduce a una mayor producción de proteína S y a una respuesta inmunitaria más deseable contra el SRAS-CoV-2. Sin embargo, los fabricantes de la vacuna no facilitaron información sobre los posibles perjuicios de la proteína S, que es una toxina conocida, ni sobre los posibles efectos secundarios de evitar una respuesta inmune innata.

Por mi parte, me sentí engañado.

Cuando me enteré de que Pfizer estaba desarrollando una vacuna basada en el ARNm, mi reacción fue: «Oh, al menos no va a hacer mucho daño, ya que el ARNm normalmente dura solo unos minutos en el cuerpo». Como mensajero, el trabajo del ARNm es entregar el mensaje (de producir una proteína) y luego desaparecer rápidamente.

Mi suposición se vio reforzada cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades afirmaron: «Después de que el cuerpo produce una respuesta inmune, desecha todos los ingredientes de la vacuna, igual que desecharía cualquier sustancia que las células ya no necesitan».

Pues bien, resulta que el ARNm no es lo que pensaba.

Al reemplazar cada «U» por pseudoU, Pfizer y Moderna diseñaron sus vacunas para que permanecieran más tiempo en el organismo y produjeran la proteína S (espiga) que desencadena respuestas inmunes. El problema es que la modificación hizo que las moléculas fueran demasiado estables, por lo que permanecen en el organismo durante demasiado tiempo.

Algunas de sus consecuencias están empezando a salir a la luz.

La proteína S provoca cáncer

Cuando consideramos los posibles daños de la vacuna contra COVID, no solo debemos tener en cuenta los componentes de la vacuna, es decir, las moléculas de ARNm-LNP del SRAS-CoV-2 que se inyectan en el cuerpo humano, sino también la proteína S recombinante que codifica el ARNm.

Recientemente escribí una columna sobre las conclusiones de un estudio japonés sobre el desarrollo del cáncer resultante de la vacuna contra COVID, en la que señalaba el daño adicional causado por la proteína S. Un estudio realizado en 2022 por Oscar Solís y sus colegas descubrió que cuando la proteína S del SARS-CoV-2 se mezcla con cada una de las aproximadamente 9000 proteínas humanas, la proteína S se une bien con el receptor de estrógeno humano alfa (ER-alfa).

El ER-alfa es un importante regulador del sistema reproductor del organismo. Pero cuando la célula portadora de las moléculas de la vacuna produce la proteína S codificada por el ARNm, la proteína S se une al ER-alfa, alterando la función normal de la célula y provocando el desarrollo del cáncer.

También se ha descubierto que la vacuna de ARNm debilita la inmunovigilancia del cáncer humano, lo que permite el fácil crecimiento de los cánceres.

Como prueba adicional, ahora tenemos la nueva revisión de la N1-metil-pseudouridina que demuestra que las vacunas de ARNm que contienen pseudoU fomentan el desarrollo del cáncer.

¿Qué es más inteligente, la ciencia o nuestra inmunidad innata?

Los científicos de los Institutos Nacionales de Salud, el Dr. Jordan Meier y la Dra. Kellie Nance, han elogiado la invención de la vacuna contra COVID-19 utilizando pseudoU.

«La nucleobase modificada ayuda a ocultar las vacunas de ARNm del sistema inmunitario, limitando su estimulación inmunitaria no deseada, y en determinadas circunstancias también puede potenciar la síntesis de antígenos por la maquinaria celular productora de proteínas», concluyen en un artículo de 2021. «Esto permite a estas vacunas aprovechar el proceso natural de traducción del ARNm sin desencadenar efectos secundarios nocivos como la anafilaxia».

Me pregunto si los doctores Meier y Nance llegarían a la misma conclusión hoy en día, dado que está surgiendo tanta información sobre los daños de la vacuna de ARNm, especialmente cuando se trata de sustituir la «U» por pseudoU en las moléculas de ARNm.

El cuerpo humano es un diseño casi perfecto con un sistema inmunológico integral que lo protege de cualquier daño al tiempo que mantiene el equilibrio de las cosas en su entorno. Debilitar el sistema inmunológico para obtener beneficios a corto plazo es peligroso y casi seguro que tendrá efectos adversos a largo plazo.

Reemplazar la «U» por pseudoU puede proteger con éxito las vacunas de ARNm del propio sistema inmunitario del receptor como un caballo de Troya; sin embargo, este caballo de Troya puede liberar finalmente fuerzas hostiles que podrían matar al huésped.

La «estimulación inmune no deseada» (desde la perspectiva de los científicos de los NIH y de la vacuna de ARNm) es exactamente lo que el cuerpo necesita para protegerse, pero el sistema inmunitario no puede atacar al invasor porque ha sido suprimido por la pseudoU.

Al tratar a un enfermo terminal, el médico puede esforzarse en lograr la respuesta inmune «deseada» para garantizar la supervivencia a toda costa, independientemente de los efectos secundarios. Sin embargo, ese enfoque no debe utilizarse cuando se trata de personas sanas.

La ciencia moderna aún no está lo suficientemente avanzada como para comprender plenamente el sistema inmunitario humano. Que los científicos tomen decisiones sobre la respuesta inmune «deseada» frente a la «no deseada» para cientos de millones de personas sanas a través de la vacuna es irresponsable y arrogante, por decir poco.

En mi reciente columna felicité al grupo Springer Nature por permitir que una de sus revistas médicas, Cureus, publicara el estudio japonés sobre muertes por cáncer tras la tercera dosis de la vacuna contra COVID. Ahora me gustaría elogiar a Elsevier, la editorial académica holandesa propietaria de revistas de renombre como The Lancet y Cell, por permitir que su revista International Journal of Biological Macromolecules publicará el artículo de revisión sobre pseudoU y el cáncer.

Tengo la esperanza de que revistas de primera línea como The Lancet y Nature sigan pronto el ejemplo de sus publicaciones hermanas y acepten artículos de investigación sobre los daños de la vacuna contra COVID.

Cada vez está más claro que la vacuna de ARNm no es segura y debe dejar de utilizarse.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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