Dos profesoras de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) han desarrollado un test basado en la saliva para ayudar a rastrear la COVID-19 en niños pequeños y en maestros, dijo la universidad en una declaración.
La prueba fue desarrollada por las profesoras de la LSU Stephania Cormier, inmunóloga respiratoria, y Rebecca Christofferson, experta en virus emergentes. La prueba en cuestión haría más fácil el seguimiento de la COVID-19 en comparación con los hisopos nasales convencionales.
«Al darse cuenta de cómo la incomodidad de los hisopos nasofaríngeos en lo profundo de la nariz puede impedir que algunas personas busquen, acepten y/o repitan las pruebas, Cormier comenzó a pensar en la saliva como una fuente alternativa para las muestras», declaró LSU News.
Aunque las muestras del área nasofaríngea es el tipo de test más común para enfermedades como la COVID-19, nunca se habían utilizado a tan gran escala como hasta ahora. Además, la prueba plantea más problemas aparte de la incomodidad que supone someterse a un frotis nasal para el test. Una de ellas es que la prueba debe ser realizada por profesionales de la salud. La prueba también requiere un frasco para transportar la muestra frotada, con el propósito de almacenarla y conservarla.
Además, como la prueba requiere un hisopo nasal, a menudo éste hace que los individuos que se hacen el test estornuden, lo que significa que el administrador de la prueba debe estar vestido con un equipo de protección completo.
Los tests basados en la saliva presentan menos complicaciones. También implica que las personas se sentirán menos incómodas con ella.
«Esto es especialmente importante para las pruebas rutinarias de seguimiento o investigación porque podría disminuir el número de personas que abandonan un estudio», dijo Christofferson.
«Encontramos que los tests basados en la saliva son tan precisos como los hisopos nasofaríngeos. Un resultado positivo con un hisopo nasofaríngeo equivalía a un resultado positivo con saliva, y así sucesivamente», dijo.
Esto no significa que las pruebas basadas en la saliva no presenten ningún problema. Algunos de los retos que plantea el cambio a un test basado en la saliva son explicar a la gente lo que la muestra requiere, y lo que interfiere con el proceso de la prueba.
«Los mocos no son saliva. No queremos que la gente se limpie los senos nasales para que nos den lo que está dentro. Básicamente necesitamos que babeen en un tubo, sin mocos. Además, los trozos de comida en la muestra no son lo ideal», dijo Christofferson.
Por otra parte, cualquier cosa que pueda obstaculizar el procesamiento de la muestra de saliva interferirá con la prueba y no dará una indicación adecuada de si el individuo está infectado con la COVID-19.
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