Es posible que haya oído que el azúcar alimenta las células cancerosas y la evidencia lo respalda. Sin embargo, el eslabón perdido en esta narrativa es una comprensión profunda de «cómo» el azúcar alimenta el cáncer —hasta ahora. Un estudio reciente publicado en Cell en abril de 2024 descubre un nuevo mecanismo que vincula el azúcar en sangre no controlado y la mala alimentación con el riesgo de cáncer.
La investigación, realizada en la Universidad Nacional de Singapur, Instituto de Ciencias del Cáncer de Singapur, y dirigida por el profesor Ashok Venkitaraman y el Dr. Li Ren Kong, encontró que una sustancia química liberada cuando el cuerpo descompone el azúcar también suprime una expresión genética que previene la formación de tumores.
Este descubrimiento proporciona información valiosa sobre cómo los hábitos alimentarios de una persona pueden afectar su riesgo de desarrollar cáncer y abre un camino claro para comprender cómo revertir ese riesgo con la elección de alimentos.
Metilglioxal: Un interruptor de apagado temporal
Anteriormente se creía que los genes que previenen el cáncer debían desactivarse permanentemente antes de que se pudieran formar tumores malignos. Sin embargo, este reciente descubrimiento sugiere que una sustancia química, el metilglioxal (MGO), que se libera cada vez que el cuerpo descompone la glucosa, puede desactivar temporalmente los mecanismos de protección contra el cáncer.
El Dr. Kong, primer autor del estudio, dijo a The Epoch Times en un correo electrónico, «se demostró que las personas diabéticas y obesas tienen un mayor riesgo de cáncer, lo que representa un riesgo social significativo. Sin embargo, la causa exacta sigue siendo discutible». Y continúa «nuestro estudio descubrió ahora una pista que puede explicar la conexión entre el riesgo de cáncer y la dieta, así como enfermedades comunes como la diabetes, que surgen de una dieta deficiente».
El Dr. Kong continúa, «descubrimos que un metabolito sintetizado endógenamente puede causar fallas en nuestro ADN que son señales de advertencia temprana del desarrollo del cáncer, al inhibir un gen que previene el cáncer (conocido como BRCA2)».
BRCA2 es un gen que repara el ADN y ayuda a producir una proteína que suprime el crecimiento tumoral y la proliferación de células cancerosas. Una mutación del gen BRCA2 se asocia principalmente con un mayor riesgo de desarrollar cánceres de mama y de ovario, así como otros cánceres. Aquellos con una copia defectuosa del gen BRCA2 son particularmente susceptibles al daño en el ADN causado por el MGO.
Sin embargo, el estudio demostró que quienes no tienen predisposición al cáncer también enfrentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad debido a niveles elevados de MGO. El estudio encontró que los niveles crónicamente elevados de azúcar en sangre pueden resultar en un aumento compuesto en el riesgo de cáncer.
Según el Dr. Kong, «Este estudio muestra el impacto del metilglioxal en la inhibición de la función del supresor de tumores, como BRCA2, lo que sugiere que los episodios repetidos de mala alimentación o diabetes no controlada pueden acumularse con el tiempo y aumentar el riesgo de cáncer».
La relación entre el metilglioxal y el cáncer
MGO es un metabolito de la glucosa, un subproducto que se produce cuando nuestras células descomponen el azúcar, principalmente glucosa y fructosa, para crear energía. MGO es capaz de destruir temporalmente la proteína BRCA2, lo que lleva a niveles más bajos de proteína en las células e inhibe así su capacidad para prevenir la formación de tumores. Mientras más azúcar necesite descomponer su cuerpo, mayores serán los niveles de esta sustancia química y mayor será su riesgo de desarrollar tumores malignos.
El Dr. Kong explica: «La acumulación de metilglioxal se encuentra en las células cancerosas que experimentan un metabolismo activo. Las personas cuya dieta es deficiente también pueden experimentar niveles de metilglioxal más altos de lo normal. La conexión que descubrimos puede ayudar a explicar por qué la diabetes, la obesidad o la mala alimentación pueden aumentar el riesgo de cáncer».
El MGO es difícil de medir por sí solo. La detección temprana de niveles elevados es posible con un análisis de sangre de HbA1C de rutina que mide los niveles promedio de azúcar en sangre durante los últimos dos o tres meses y generalmente se usa para diagnosticar diabetes. Esta nueva investigación puede proporcionar un mecanismo para detectar señales tempranas de alerta del desarrollo de un cáncer.
«En pacientes con prediabetes o diabetes, los niveles altos de metilglioxal generalmente se pueden controlar con dieta, ejercicio y medicamentos. Nuestro objetivo es proponer lo mismo para familias con alto riesgo de cáncer, como aquellas con la mutación BRCA2», explicó el Dr. Kong.
Se necesita más investigación, pero los hallazgos del estudio pueden abrir la puerta a nuevos métodos para mitigar el riesgo de cáncer. «Es importante tener en cuenta que nuestro trabajo se llevó a cabo en modelos celulares, no en pacientes, por lo que sería prematuro dar consejos específicos para reducir el riesgo sobre esta base. Sin embargo, los nuevos conocimientos de nuestro estudio podrían influir en la dirección de futuras investigaciones en esta área y, eventualmente, tener implicaciones para la prevención del cáncer.
«Por ejemplo, se sabe que las dietas pobres, ricas en azúcar o carbohidratos refinados, aumentan los niveles de glucosa en sangre. Ahora estamos analizando grupos de cáncer más grandes para conectar estos puntos», concluye el Dr. Kong.
La conexión entre la dieta y el cáncer
El Dr. Simpson, director médico de Opt Health, dijo a The Epoch Times en un correo electrónico: «Son los genes los que cargan el arma, pero su estilo de vida es el que aprieta el gatillo. Cada bocado de comida que toma es realmente información. O activará sus genes de longevidad o activará a sus genes asesinos. Así que el cáncer es en gran medida autoinducido por la dieta individual».
Un estudio de 2018 publicado por Cambridge University Press encontró una asociación entre una mayor ingesta de refrescos azucarados y un mayor riesgo de cánceres relacionados con la obesidad. Una investigación publicada en el American Journal of Clinical Nutrition en 2020 concluyó que los azúcares pueden ser un factor de riesgo de cáncer, en particular de mama. Las células cancerosas están hambrientas de azúcar y la consumen a un ritmo 200 veces mayor que el de las células normales.
Opciones dietéticas saludables para reducir el riesgo de cáncer
Aún no se llega a un consenso sobre cuál es el mejor enfoque dietético para reducir el riesgo de cáncer y se necesita más investigación. Sin embargo, los nuevos hallazgos del estudio Cell sobre MGO apoyan la reducción de la ingesta de azúcar como medio para mitigar el riesgo de cáncer. Un estudio publicado en enero en Diabetes & Metabolism muestra que un estilo de alimentación de dieta mediterránea puede ayudar a reducir los niveles de MGO.
En 2023, un estudio publicado en Cell determinó que una dieta cetogénica puede ser una intervención nutricional eficaz para pacientes con cáncer, ya que ayudó a frenar el crecimiento de células cancerosas en ratones, mientras que una revisión publicada en JAMA Oncology en 2022 encontró que la evidencia disponible actualmente respalda una dieta enriquecida con plantas para reducir el riesgo de cáncer.
El Dr. Simpson destaca la importancia de los alimentos reales y los macronutrientes saludables con un aporte bajo en carbohidratos para la salud de nuestras células. «La mitocondria es la molécula de señalización y el orgánulo productor de energía más importante que tenemos en nuestro cuerpo. [Coma] muchas verduras, proteínas y grasas saludables, pescado, huevos y yogur». Y continúa «muchas verduras verdes, algunas frutas, todo lo que se cultiva de forma natural y no se procesa».
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