¡Atención! ¿Estás preparado para los libros, los exámenes, los profesores y el estudio?
No importa a qué tipo de escuela asistas. No importa si estás en cuarto grado o eres un estudiante de primer año de universidad. No importa si pasaste el año pasado en un aula o aprendiendo a distancia en tu cocina. Aquí tienes algunos consejos que te ayudarán a alcanzar todo tu potencial como estudiante este año.
Estar presente
Acude al aula preparado para aprender. Antes de que empiece la clase, ten los libros, cuadernos y deberes necesarios sobre la mesa. Si el aula tiene asientos disponibles, siéntate cerca de la parte delantera, donde hay menos distracciones. Una vez que comience la clase, presta atención. Toma notas. Escucha y aprende.
Una nota especial para estudiantes universitarios: Preséntate. No faltes a las clases salvo en caso de verdadera emergencia. Estás pagando dinero -en algunos casos, mucho dinero- para escuchar a un profesor. No tires el dinero ni tu educación por la borda.
Estar preparado
Tenías que leer el cuento de Ray Bradbury «The Veldt» en tu clase de inglés de séptimo grado o «La muerte de Iván Ilich» de Tolstoi en tu curso de literatura de la universidad. Tal vez lo hayas olvidado o lo hayas pospuesto y te hayas quedado sin tiempo, pero en cualquier caso, no es bueno.
Cuando llegas a la clase sin estar preparado, no puedes seguir la clase del profesor ni participar en los debates. Y lo que es peor, al menos desde el punto de vista de la humillación, te quedarás sin saber qué hacer si el profesor te señala y te hace una pregunta.
Prepárate. No es solo una lección para aprender en la escuela. Es una lección que hay que aprender para toda la vida.
Ser organizado
En su libro «Ese papel arrugado debía entregarse la semana pasada: Cómo ayudar a los chicos desorganizados y distraídos a tener éxito en la escuela y en la vida», Ana Homayoun destaca la importancia de la organización y la visualización de objetivos para chicos jóvenes. (El libro también serviría para las chicas.) Estimada consejera académica y conferenciante, Homayoun también enseña a sus lectores a resistir la presión de los compañeros y a evitar la ansiedad que a veces provoca la escuela.
Durante mis años como profesor, comprobé que la falta de organización era una razón fundamental para el bajo rendimiento de los alumnos. Un ejemplo: cuando llamaba a la clase para que entregaran un trabajo asignado como tarea, uno o dos de los alumnos se pasaban los siguientes dos minutos rebuscando en una mochila. Si encontraban el trabajo, a menudo parecía que el alumno había luchado con él mientras lo escribía.
Tanto si eres un estudiante como un educador en casa que pasa 15 minutos al día buscando su libro de matemáticas Saxon, permíteme repetirlo: organiza, organiza, organiza. Te sorprenderá lo mucho que te facilitará tu vida académica.
Ser proactivo
Eres nuevo en la universidad y el profesor de historia europea te ha asignado un trabajo de 1000 palabras sobre las Cruzadas. Terminas el trabajo, pero como escribiste muy pocas redacciones en el colegio, te preguntas si es bueno. El siguiente paso es ir al centro de redacción de la universidad para que uno de los tutores lea el trabajo y te ayude a mejorarlo. Para eso la universidad ha contratado a estos estudiantes avanzados. Un joven que conozco, que ahora es un abogado exitoso, solía llevar deliberadamente sus trabajos al tutor más duro del centro de redacción, sabiendo que su crítica mejoraría tanto su redacción como su nota.
O tal vez estés sentado en tu clase de química de 11º curso y el profesor esté hablando del «mol». Cuando termina, pregunta si hay alguna pregunta, pero tú no levantas la mano y te quedas callado.
Gran error. Lo sé porque yo fui ese alumno. El Sr. Parker, mi profesor de química, sacaba el tema del mol de vez en cuando, y aunque yo podía recitar la definición de la palabra, realmente no tenía ni idea de lo que significaba. Sin embargo, era demasiado tímido para pedir más explicaciones.
No seas pasivo. Toma las riendas de tu aprendizaje.
Mirar con atención
Como profesor, a veces deseaba poder hacer fotos de mis clases y enseñárselas a los alumnos. Algunos parecían recién salidos de la cama. Algunos se habían vestido como si hubieran elegido su ropa en la oscuridad total. Algunos estaban sentados en sus pupitres, con la cabeza gacha para evitar el contacto visual. Algunos parecían aburridos, y eso que aún no habíamos empezado la clase.
En contraste, había estudiantes que se sentaban erguidos, con libros, cuadernos y bolígrafos a mano. Sus rostros brillantes y sus atuendos pulcros denotaban que estaban ansiosos por empezar a trabajar. Habían elegido claramente su vestimenta para mostrar que ponían todo su empeño en el aula.
Una vez hice un experimento con mis clases. Pedí a los alumnos que se vistieran bien un día de examen, sugiriendo a los chicos que llevaran corbata y a las chicas pantalones o vestidos en lugar de vaqueros. El objetivo de este experimento, les expliqué, era descubrir si les iba mejor en el examen de ese día si se vestían para triunfar. Aunque la mayoría de los alumnos dijeron que su vestimenta no había cambiado mucho su rendimiento en el examen, tres de ellos llevaron corbata a clase durante el resto del año.
Verse bien puede potenciar el estar mejor.
Atreverse a ser excelente
Pase lo que pase con nuestras escuelas este año -cierres, mascarillas, aprendizaje a distancia y cualquier otra cosa- aparta esa maraña de obstáculos. Nunca te rindas y nunca desesperes. Ten un objetivo: aprender. Para la mayoría de ustedes, ésta es su principal tarea para esta época de su vida. Así que destierra el aburrimiento, asume la responsabilidad personal de tu educación, atiborra esa bella mente tuya con tantos conocimientos como sea posible, y apunta a la excelencia.
Haz estas cosas, y acabas de dar un paso de gigante hacia la edad adulta.
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