Joe Wang: ¿Premio Nobel para el desarrollo de un caballo de Troya?

Por Joe Wang
03 de octubre de 2023 4:17 PM Actualizado: 08 de octubre de 2023 1:21 PM

Opinión

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina ha sido concedido a la Dra. Katalin Kariko, de Hungría, y al Dr. Drew Weissman, de Estados Unidos, «por sus descubrimientos sobre las modificaciones de las bases nucleósidas que permitieron desarrollar vacunas eficaces de ARNm contra el COVID-19».

Según el anuncio del 2 de octubre, Kariko y Weissman «observaron que las células dendríticas reconocen el ARNm transcrito in vitro como una sustancia extraña, lo que provoca su activación y la liberación de moléculas de señalización inflamatorias».

En inglés común, » ARNm transcrito in vitro» significa moléculas de ARNm extrañas introducidas en el organismo; las «células dendríticas» forman parte de la defensa inmunitaria; y las reacciones «inflamatorias» son señales que indican que el sistema inmunitario está actuando contra los invasores.

En otras palabras, Kariko y Weissman observaron que el cuerpo humano consideraría de forma natural cualquier ARN inyectado como una sustancia extraña y dañina y lanzaría una defensa inmunitaria contra ella.

Engañar al sistema inmunitario

Lo que los dos científicos habían desarrollado era una forma de modificar la molécula de ARN sustituyendo químicamente uno de los cuatro componentes básicos del ARN, la uridina, por pseudouridina. El objetivo era engañar al sistema inmunitario humano (células dendríticas) para que tratara el ARN modificado como no extraño y no dañino. De este modo, el ARN modificado inyectado puede escapar al ataque de las defensas inmunitarias.
Cualquier molécula de ARNm consta de cuatro componentes básicos: A de adenina, C de citosina, G de guanina y U de uridina.

Esta tecnología hizo posible el desarrollo de las vacunas COVID-19 basadas en el ARN, ya que las moléculas de ARN modificado de las vacunas podían ahora sobrevivir en el cuerpo humano (sin ser destruidas por el sistema inmunitario) durante mucho tiempo.

Al inyectarse en el cuerpo, el ARN modificado secuestraría las células huésped para fabricar la proteína de la espiga del SARS-CoV-2. Las células huésped tendrían entonces el virus del SARS-CoV-2 en su interior. Las células huésped tendrían entonces la proteína viral S en su superficie. El sistema inmunitario consideraría que la proteína S es extraña y lanzaría respuestas inmunitarias contra ella.

Es de esperar que las personas que recibieran la inyección de ARNm tuvieran preparados linfocitos T y linfocitos B antiespiga, de modo que cuando se infectaran por el SRAS-CoV-2, tendrían la protección necesaria para evitar la enfermedad y la posterior hospitalización. Al menos este era el resultado diseñado para las vacunas COVID-19 basadas en ARNm.

ARN y ARN mensajero

Para las personas que, como yo, tienen un doctorado en biología molecular, palabras como ADN, ARN, proteína, etc., forman parte de nuestro vocabulario diario. Aunque el ADN (ácido desoxirribonucleico) y las proteínas son habituales en nuestras conversaciones habituales, el ARN (ácido ribonucleico) está bastante reservado a los que trabajan en este campo, por no hablar del ARNm (ARN mensajero), un tipo de ARN que normalmente es monocatenario, con la función de transportar un mensaje para que lo lea el ribosoma con el fin de producir proteínas.

Gracias a la pandemia de COVID-19 y a los esfuerzos de vacunación sin precedentes de los últimos tres años, el ARNm se ha convertido en una palabra familiar. Pero, ¿qué es el ARNm?¿Contienen las vacunas COVID-19 ARNm real?

El «dogma central» de la biología molecular y el ARNm

Desde que existe la civilización humana, la gente se ha preguntado qué es lo que se transmite de padres a hijos para que éstos se parezcan a sus padres. El papel del ADN en la herencia se confirmó en 1952, cuando Alfred Hershey y Martha Chase demostraron en el experimento Hershey-Chase que el ADN es el material genético del fago T2 de la enterobacteria.

Un año después, en 1953, el estadounidense James Watson y el británico Francis Crick descubrieron la estructura en doble hélice de la molécula de ADN, por lo que obtuvieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1962. Este descubrimiento sentó las bases de la biología molecular. Crick declaró que él y Watson habían «descubierto el secreto de la vida».

Entonces, ¿cómo hace el ADN que funcione la herencia? Sabemos que las proteínas son los componentes básicos para mantener la vida. ¿Cómo fluye la información del ADN a las proteínas?

En 1957, Crick descubrió el «dogma central» de la biología molecular, que consiste básicamente en que el ADN hace ARN hace proteínas.

En pocas palabras, nuestros cromosomas humanos están hechos de ADN, que contiene unos 100.000 genes. Cada gen codificador de proteínas contiene la información para la línea de aminoácidos que forman la proteína. Para ello son necesarios dos pasos: la transcripción del ADN al ARNm y la traducción del ARNm a proteína.

En otras palabras, el ARNm es el mensajero, el «repartidor».

Al igual que un cartero que entrega un paquete, lo que no debería llevar más de un minuto en una puerta, los ARNm típicos son efímeros, duran solo unos minutos antes de degradarse.

Los cuatro componentes básicos (A, C, G, U) se liberan y reutilizan tras la degradación.

Cuando oí por primera vez que las vacunas COVID-19 utilizaban ARNm, lo primero que me vino a la cabeza fue: «Ah, es ARNm. No permanecerá demasiado tiempo en el cuerpo».

Me equivocaba.

En el sitio web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se afirma que después de la vacunación con las vacunas COVID-19 ocurriría lo siguiente: «Después de que el cuerpo produce una respuesta inmunitaria, desecha todos los ingredientes de la vacuna, al igual que desecharía cualquier sustancia que las células ya no necesitan. Este proceso forma parte del funcionamiento normal del organismo».

Pues bien, como las uridinas se sustituyen ahora por pseudouridinas, sabemos que el ARN modificado vive ahora en el organismo durante meses y puede incluso llegar a los bebés a través de la leche materna, según estudios revisados por expertos.

Dado que el ARN modificado permanece en el cuerpo y viaja por él, puede acabar en muchos lugares indeseables. Si las células huésped (células del músculo cardíaco, por ejemplo) llevan la proteína viral de la espiga en su superficie, los tejidos cardíacos podrían ser un objetivo del sistema inmunitario, lo que provocaría trastornos autoinmunitarios.

¿Podría ser esta la causa de los casos inusualmente elevados de miocarditis y pericarditis registrados a raíz de la vacuna?

El efecto Caballo de Troya

La biología básica nos dice que el ARNm creado en el cuerpo está destinado a ser de corta duración, y el sistema inmunitario simplemente rechazaría cualquier ARN procedente del exterior. El ARN extraño se consideraría dañino y nuestras células dendríticas lanzarían ataques inmunitarios contra él si entrara en nuestro cuerpo.

Este sistema funcionó bien para los humanos durante miles de años. Entonces llegó la invención del ARN modificado por Kariko y Weissman.

Si el ARN de la vacuna COVID inyectado en el cuerpo es beneficioso, como han afirmado casi todas las organizaciones sanitarias oficiales (Organización Mundial de la Salud, CDC, etc.) y ahora la Asamblea Nobel del Karolinska Institutet, entonces el trabajo de Kariko y Weissman puede haber ayudado realmente a salvar millones de vidas.

Sin embargo, si el ARN inyectado en el cuerpo no es benigno y puede causar daños, entonces esta tecnología desempeña en efecto el papel de un caballo de Troya al ayudar a un enemigo a entrar furtivamente en el cuerpo y causar daños.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.


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