¿La Administración Biden prohibirá los cigarros?

Por Stephen Moore
01 de agosto de 2023 5:08 PM Actualizado: 01 de agosto de 2023 5:08 PM

Comentario

¿Qué le pasa a la izquierda que quiere prohibir casi todo lo que es divertido o cómodo? Las estufas, los lavavajillas, los popotes de plástico, los coches de gas, las motos de nieve y los trampolines. Y ahora los entrometidos de la salud quieren prohibir ciertos cigarros.

Recientemente, un grupo de senadores encabezados por el Jeff Merkley (D-Ore.) escribió una carta al comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), Robert Califf, instando a la agencia a prohibir (o regular fuertemente) la venta de puros aromatizados. Bajo la presión del lobby sanitario, el Centro de Productos del Tabaco de la FDA dijo que está preparado para tomar medidas en las próximas semanas. Dicen que los adolescentes menores de edad fuman estos cigarros y corren el riesgo de volverse adictos.

Esto tiene tanto sentido como prohibir el whisky escocés porque los niños podrían sacar una botella del armario de licores de papá, o prohibir las películas clasificadas R porque los adolescentes de 14 años se cuelan de vez en cuando en el cine.

En 2009, el Congreso y el presidente Barack Obama promulgaron la Ley de Prevención Familiar del Tabaquismo y Control del Tabaco para dotar al gobierno federal de las herramientas necesarias para mantener los cigarrillos, los vaporizadores y otras sustancias adictivas del tabaco fuera del alcance de nuestros hijos. Ahora, sin embargo, la FDA está utilizando esta autoridad para impulsar su agenda política de formas que exceden la intención y el propósito originales de la legislación.

La idea de que la FDA tiene que actuar para impedir que los adolescentes fumen cigarros aromatizados es sencillamente falsa.

El consumo de cigarros entre los jóvenes, incluidos los cigarros aromatizados, se ha desplomado a mínimos históricos a lo largo de los años. La FDA debería conocer estas estadísticas porque fueron ellos quienes financiaron el estudio definitivo publicado por The New England Journal of Medicine. Este estudio analizó el consumo de tabaco de 13,651 niños, de 12 a 17 años, y muestra que sólo el 2.3% había fumado alguna vez un puro tradicional, y menos del 1% (0.7%) había probado uno en los últimos 30 días. Difícilmente se trata de una epidemia de jóvenes fumadores de puros.

El año pasado, un juez federal dictaminó que la decisión de la FDA de intentar regular los puros premium era «arbitraria y caprichosa» porque la agencia no reconoció los datos de que estos productos no son consumidos por los jóvenes y, debido a sus pautas de consumo, tienen riesgos para la salud muy diferentes. Este veredicto del tribunal, que cuestiona la base científica de las acciones de la FDA, hace aún más cuestionable la insistencia de la agencia en finalizar su norma sobre cigarros aromatizados para otoño.

Lo que está claro es que nos encontramos ante un caso de extralimitación normativa por parte de una oficina federal no elegida. Ya en 2009, los detractores de la nueva ley advirtieron que la Ley de Prevención Familiar del Tabaquismo y Control del Tabaco se convertiría en una pendiente resbaladiza hacia la prohibición de productos para fumar incluso para los adultos. Los defensores del proyecto de ley prometieron en una pila de Biblias que la ley no interferiría en la libertad de elección de los adultos, sino que simplemente impediría fumar a los menores.

Ahora sabemos que se trataba de una clásica maniobra de engaño de las brigadas antitabaco. El grupo de presión antitabaco del Congreso asignó nuevos poderes a los reguladores y a los defensores todo el tiempo, sabiendo que llegaría el día de la prohibición.

Debo decir que yo no fumo, salvo en muy raras ocasiones, como en una boda. Pero aunque odies los cigarros o fumar en general, todos deberíamos reconocer el peligro que supone dejar que burócratas no elegidos tomen estas decisiones. ¿A quién tienen que rendir cuentas?

Si el Congreso quiere prohibir vaporizar, fumar o ciertos tipos de puros, que lo vote. Sospecho que pocos congresistas se atreverían a votar la ilegalización de los cigarros. Crearía tal reacción de la gente a la que le gusta fumar que muchos miembros del Congreso serían expulsados de sus cargos.

Lo que resulta doblemente irónico e hipócrita en este caso es que el verdadero peligro para la salud de la juventud estadounidense es la proliferación de drogas tóxicas, desde el fentanilo a los opiáceos, pasando por la cocaína. El abuso de estas drogas ha convertido las sobredosis en una de las principales causas de muerte entre los estadounidenses menores de 18 años. ¿Cuál es la reacción del Congreso ante esta auténtica epidemia mortal?

Nada. No hacen nada para impedir que los traficantes de drogas crucen la frontera con su arsenal adictivo y peligroso. Dan palmadas en las muñecas a los infractores cuando los atrapan. ¿Dónde está la campaña de la FDA para detener la matanza? Los cigarros aromatizados no son buenos para nuestros hijos, pero no los convierten en zombis ni en cadáveres.

Si la FDA quiere mejorar la salud pública, podría salvar decenas de miles de vidas acelerando el proceso de aprobación de medicamentos para que podamos ganar la carrera hacia la cura del cáncer, las enfermedades cardiacas, la epilepsia y la diabetes. Dejemos que los padres regulen lo que hacen sus hijos adolescentes.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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