Opinión
La revelación de que la China comunista tiene una base en expansión en Cuba es una amenaza directa a la seguridad nacional de Estados Unidos por cinco razones principales.
En primer lugar, lo que es cierto en el sector inmobiliario también lo es en la recopilación de inteligencia: La ubicación importa. La base ofrece a China la capacidad de recopilar inteligencia a unas 90 millas de las costas estadounidenses, lo que le proporciona un vector permanente de recopilación de inteligencia sobre gran parte del este de Estados Unidos, una ventaja que China no tenía. Esto incluye bases importantes, como el puerto de King’s Bay de la Marina, donde se encuentra la mitad de la flota de submarinos con misiles balísticos de Estados Unidos, las bases críticas de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en Eglin y Tyndall, y la Central Sur, y las bases del Mando de Operaciones Especiales en la Base Aérea MacDill y Miami. La base china aumenta la carga sobre la comunidad de inteligencia y el ejército de Estados Unidos. Requiere que la inteligencia y el ejército estadounidenses adopten medidas para anular la capacidad de las bases de recopilar información de inteligencia contra ellos.
En segundo lugar, la base brinda a China la capacidad de proyectar poder contra objetivos militares y civiles de EE.UU., incluida infraestructura como la red eléctrica y las redes cibernéticas. Cuba proporciona a China la capacidad de monitorear y posiblemente interceptar la línea de comunicación marítima (SLOC) de EE.UU. desde el Golfo de México hasta el Atlántico. Este sería un vector importante para los ataques chinos en caso de una crisis o guerra contra Estados Unidos. La base aumenta fundamentalmente la amenaza que representa para el territorio nacional de EE.UU. y otros intereses, incluidos los aliados de EE.UU.
En tercer lugar, al margen de Estados Unidos, la base es una instalación importante para apoyar la acción encubierta o las guerras que el régimen chino pueda librar fuera de la región o para apoyar los intereses y campañas militares de Beijing en el hemisferio occidental, África o Asia. Este fue el caso en la Guerra Fría, cuando Cuba era una base importante para los soviéticos. Los soviéticos también emplearon soldados cubanos como apoderados en Angola, Etiopía, Granada, Nicaragua y Yemen. El mundo podría volver a ser testigo de despliegues cubanos que se relacionen con los intereses de China.
En cuarto lugar, la base es un golpe significativo contra Estados Unidos en el ámbito de la guerra política. Colocar abiertamente la bandera de la China comunista en Cuba es un puñetazo en el ojo de la Doctrina Monroe y del Artículo 6 del Tratado de Río de 1947, ya que la presencia del régimen chino amenaza la paz del hemisferio. Es el esfuerzo de Beijing por demostrar que Estados Unidos es una potencia débil y en declive, ya que es incapaz de impedir una base a sus puertas. La base proporciona a China la posibilidad de aumentar sus capacidades militares para incluir misiles y aviones, y la capacidad de señalar una equivalencia política con Taiwán, que está a unas 110 millas de China en su punto más cercano.
En quinto lugar, también en el ámbito de la guerra política, esta base obliga a Estados Unidos a recordar su historia con la Cuba comunista. Dos incidentes son relevantes. En primer lugar, la crisis de los misiles cubanos de 1962. Cuba ha sido fuente de derrotas diplomáticas estadounidenses, incluido el acuerdo secreto de la administración Kennedy con la Unión Soviética durante la Crisis de los Misiles de Cuba para intercambiar la retirada de los misiles medios e intermedios soviéticos en Cuba por la retirada de los misiles balísticos de medio alcance Júpiter de Italia y Turquía antes de abril de 1963. En segundo lugar, en 1979 se filtró la presencia de una brigada de combate soviética en la isla, lo que causó algunas dificultades a la administración Carter. La brigada había estado en Cuba desde 1975 o 1976, pero sólo se reveló en ese momento. La brigada fue vista, con razón, como un ejemplo del creciente poderío soviético, la expansión de su presencia global y el fuerte apoyo a su aliado cubano, así como un símbolo del declive de Estados Unidos. El entonces presidente Jimmy Carter fue incapaz de coaccionar su retirada. La presencia del régimen chino demuestra que la ubicación de Cuba sigue siendo estratégica, un lugar clave para atacar el territorio nacional estadounidense y fomentar el cerco de Estados Unidos por parte de China, pero Cuba es también un símbolo de guerra política para Estados Unidos y sus adversarios.
Que la administración de Biden negara inicialmente antes de reconocer la base china no es tranquilizador. Sugiere que la administración no tomará las medidas adecuadas para neutralizar la base. Como la base tiene valor de inteligencia, militar y de guerra política para China, cada una de esas categorías debe abordarse. Como durante la Guerra Fría, habrá que ejercer presión coercitiva sobre el gobierno cubano, sin la cual La Habana nunca podrá expulsar a la base china.
La humillación de la base china en Cuba pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos, debilita su credibilidad e influencia en la política mundial y envalentona las agresiones de la China comunista. Aliados y socios como Taiwán constatan la pérdida de credibilidad de Estados Unidos, de la que depende su seguridad. Los ejemplos más recientes de preocupación son la súplica del secretario de Estado estadounidense Antony Blinken en Beijing y la cancelación por el presidente Joe Biden de sus visitas a Papúa Nueva Guinea y Australia tras la cumbre del G7 en Hiroshima.
Dados estos contratiempos estadounidenses, la victoria política y estratégica que la base proporciona a China debería compensarse ahora. Es la culminación de la creciente influencia de Beijing en Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, que debe ser revertida. La visita del primer ministro indio Modi habría sido una ocasión ideal para anunciar medidas significativas para mejorar la disuasión convencional en el Indo-Pacífico, como la creación de una fuerza conjunta indio-estadounidense que se desplegará en Taiwán, Filipinas y Japón para disuadir la agresión china, mientras que fuerzas taiwanesas, estadounidenses, japonesas y australianas se deberían desplegar en India para llevar a cabo una nueva serie de ejercicios militares permanentes.
Estados Unidos no debe permitirse estar a la defensiva, por lo que se necesitan medidas audaces. Sus cimientos pueden ser establecidos ahora por aliados y socios si la administración Biden no actúa.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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