Opinión
Las consecuencias de la desastrosa retirada de Estados Unidos de Afganistán siguen influyendo en la percepción de aliados y adversarios de Estados Unidos en todo el mundo. Japón y China son ejemplos clave de naciones que reaccionan a la debilidad de la administración Biden a la hora de promover sus intereses nacionales.
La ambigüedad estratégica significa debilidad
La forma como la administración Biden está tomado la política de «ambigüedad estratégica» hacía Taiwán, después de comprometerse a defender a la nación isleña contra la agresión china, es un claro ejemplo de debilidad y vacilación. La Casa Blanca generó dudas entre sus aliados sobre el cumplimiento de los compromisos de seguridad de EE.UU. cuando se retractó del pronunciamiento de Biden acerca de defender la isla contra la agresión de Beijing.
Al decir que defendería a Taiwán, Biden pareció decirle al mundo que «Estados Unidos ha vuelto».
Pero, ¿por qué se retractaron? ¿A qué le teme EE.UU.?
Ciertamente, Estados Unidos no está «de regreso» en Afganistán, ni en el Medio Oriente. Tampoco parece que los potentados Vladimir Putin y Xi Jinping tengan algún respeto por el poder estadounidense bajo la administración Biden. Dicha administración claramente carece de la voluntad de usar tal poder al momento de promover los intereses estadounidenses.
La «brecha de Biden»
Hay varias razones para esto, pero esencialmente, se trata de comparar lo que dice la administración Biden y lo que realmente hace. Más concretamente, todo se reduce a lo que Biden cree que es la decisión de política exterior correcta para Estados Unidos. Sin embargo, durante cerca de 40 años Biden ha herrado en sus decisiones de política exterior.
Hoy, en un mundo indudablemente más peligroso, los aliados estadounidenses enfrentan lo que podría llamarse con precisión la «brecha de Biden», marcada por la «ambigüedad estratégica» estadounidense, seguida de una falta de cumplimiento de los compromisos que eventualmente resultan en una «retirada estratégica».
Eso es lo que temen los aliados estadounidenses en Asia Pacífico.
Por supuesto, Beijing está aprovechando al máximo la naturaleza apaciguadora y retraída de la administración Biden. Está intentando alimentar esas dudas aumentando sus provocaciones militares a Taiwán, además de burlarse de Estados Unidos incluso cuando Biden afirmó que los atletas estadounidenses asistirían a los Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Beijing en 2022, a pesar de los muchos crímenes contra los DD.HH. que ha cometido el Partido Comunista Chino (PCCh).
La nueva estrategia de Japón para Taiwán
Esa realidad sitúa el reciente pronunciamiento de Japón sobre la defensa de Taiwán en un contexto defensivo multifacético. En un libro blanco transformador publicado a principios de este año, Tokio se ha comprometido a «proteger a Taiwán como país democrático«, hasta el punto de participar en acciones militares para defenderlo de la agresión china.
¿Por qué Tokio decidió hacer este cambio fundamental con respecto a Taiwán? ¿Y por qué Japón siente que debe articularse públicamente?
El pronunciamiento de Tokio sobre sus preocupaciones en el campo de la seguridad está dirigido tanto a China como a Estados Unidos. Primero, al igual que Estados Unidos, Taiwán y otras naciones asiáticas, Japón está preocupado por la creciente agresión del régimen chino y por los ejercicios de guerra contra Taiwán.
Tokio tiene razón en estar preocupado. Nadie cree que los juegos de guerra de Beijing, su militarización del Mar de China Meridional, su fuerza naval masiva y la prueba reciente de misiles hipersónicos sean desarrollos benignos que no se aplicarán en un contexto militar tarde o temprano.
En segundo lugar, Tokio está indicándole a Beijing que una invasión a Taiwán desencadenará una guerra más amplia con Japón, no solo con Taiwán y Estados Unidos. Al hacerlo, Tokio quiere crear dudas en las mentes de los estrategas de Beijing con respecto al resultado de un ataque a Taiwán. Una guerra dirigida por China contra Taiwán con las fuerzas japonesas involucradas sería más compleja, más arriesgada y más impredecible que una que involucre solo a las fuerzas estadounidenses y taiwanesas. Sin duda, aumentaría la incertidumbre y los costos potenciales de una guerra, e incluso podría evitar una victoria para China.
En tercer lugar, Japón les está diciendo tanto a China como a Estados Unidos que ya no será un socio pasivo en la alianza de seguridad respaldada por Estados Unidos. Eso en sí mismo es una indicación de la menor confianza de Tokio en la administración Biden.
Los chips de Taiwán son clave para el mercado tecnológico global
Pero el libro blanco de Japón también es un reconocimiento de la amenaza que representaría una invasión china a Taiwán para la región y la economía de Japón. Al igual que el resto del mundo desarrollado, la economía industrial altamente avanzada de Japón depende en gran medida de los chips de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).
Sin duda, a China le gustaría controlar el acceso del mundo a estos componentes críticos, no solo por sus propios beneficios, sino por la oportunidad de negárselos a rivales económicos como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, entre otros. Obtener el control sobre la producción y el suministro de esta tecnología crítica le daría a Beijing un gran poder sobre la economía global en su conjunto y, específicamente, sobre la de Japón.
Fortalecimiento de la alianza militar con EE.UU.
En relación con esto, Tokio considera al régimen comunista chino como lo que es: Una fuerza malévola empeñada en la dominación regional y mundial. Por lo tanto, el pronunciamiento de Tokio sobre la seguridad en Taiwán implica algo más que tranquilizar a Washington sobre la cooperación japonesa en materia de seguridad regional. Japón también pretende presionar a Estados Unidos para que reafirme sus compromisos de seguridad con Taiwán y, con ello, con Japón y otros aliados de Asia-Pacífico.
Los objetivos de Tokio son comprensibles. Los japoneses se dan cuenta de que la subyugación de Taiwán por parte de China rompería los acuerdos de seguridad regional liderados por Estados Unidos. También saben que Beijing probablemente no se detendrá en Taiwán. Más bien, Beijing buscaría, de una manera u otra, afirmar su autoridad sobre todas las demás naciones de la región, incluidas Australia y Japón, y expulsar a Estados Unidos de la zona de Asia Pacífico.
Japón trata de compensar la «brecha de Biden»
Esencialmente, Tokio percibe la reticencia de la administración Biden a enfrentarse a China. Al anunciar su intención de unirse a la acción militar en defensa de Taiwán, Japón está llenando el «vacío de Biden» en la diplomacia y la seguridad de Asia Pacífico, que solía ser el papel incuestionable de Estados Unidos en la región.
Desafortunadamente, la “brecha de Biden” está presente en todas las partes estratégicas del mundo, no solo en la región de Asia Pacífico. Pero Japón solo puede velar por su propia seguridad, y ha concluido correctamente que su seguridad está ligada a la de Taiwán, y ambas están ligadas a Estados Unidos.
El nuevo pronunciamiento de Tokio es tanto previsor como arriesgado. Pero el riesgo es probablemente menor que el escenario alternativo en el que el régimen chino, aprovechando al máximo la «brecha de Biden», subyuga a Taiwán antes de apuntar a otras naciones para conquistar la región.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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