La Casa Blanca instó el lunes a China a dejar de apoyar la invasión de Moscú en Ucrania después de que el breve motín de la compañía Wagner arrojara incertidumbre sobre el equilibrio político interno de Rusia.
Según el portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, la administración Biden está siguiendo activamente la situación de la reciente revuelta del Grupo Wagner, una conocida empresa militar privada rusa, pero aún no ha determinado cómo esto afectaría a Rusia, Ucrania y otras naciones europeas.
La Casa Blanca tampoco está segura de si esto hará que Beijing se muestre más vacilante en cuanto a respaldar al Kremlin.
Corresponde al régimen chino decidir qué ocurre a continuación en sus relaciones con Moscú, dijo Kirby durante una rueda de prensa en respuesta a una pregunta de The Epoch Times.
«No queremos que ningún país apoye a Putin y le facilite matar a más ucranianos», declaró Kirby.
«Nosotros queremos que todos los países del mundo firmen y apliquen realmente las sanciones [internacionales] que están en vigor […] y que no proporcionen ninguna capacidad al señor Putin para seguir operando su maquinaria de guerra. También se lo hemos comunicado no solo a la RPC, sino a otros países de todo el mundo».
El presidente ruso, Vladimir Putin, rompió su silencio el lunes por primera vez desde que el 24 de junio el motín del grupo Wagner terminó en una incierta paz y, en un discurso televisado, prometió que los líderes de la rebelión de Wagner serían castigados.
El viernes, el Grupo Wagner inició un motín armado contra el Kremlin bajo la dirección de Yevgeny Prigozhin, líder del grupo y otrora aliado de confianza de Putin.
El sábado, Prigozhin ordenó a sus fuerzas que se retiren y regresen a la base como parte de un acuerdo en el que supuestamente se retiraban los procedimientos penales contra él a cambio de que aceptase exiliarse en la vecina Bielorrusia.
En su discurso, Putin se refirió a los actos de Wagner como una «puñalada por la espalda» y prometió aplastar lo que calificó de «rebelión».
Durante un acto en la Casa Blanca el lunes, el presidente Joe Biden también comentó la breve insurrección, diciendo que había estado en estrecha comunicación con los aliados de Estados Unidos durante el fin de semana para prepararse para una variedad de posibles escenarios.
«Ellos estuvieron de acuerdo conmigo en que teníamos que asegurarnos de no dar a Putin ninguna excusa —permítanme recalcarlo— de no dar a Putin ninguna excusa para culpar de esto a Occidente o a la OTAN. Nosotros dejamos claro que no estábamos implicados», dijo Biden.
«Todavía es demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva sobre adónde va esto. El resultado final de todo esto está por verse».
Beijing ha seguido de cerca la situación y ha expresado su apoyo a Putin tras una breve, pero impactante insurrección que supone un gran desafío al poder del líder ruso.
«Se trata de un asunto interno de Rusia», dijo un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino en una declaración en línea. «Como vecino amistoso de Rusia y socio estratégico integral de coordinación para la nueva era, China apoya a Rusia para mantener la estabilidad nacional y lograr el desarrollo y la prosperidad».
El domingo, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang, mantuvo una reunión en Beijing con el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Andrey Rudenko, para tratar «las relaciones sino-rusas y asuntos internacionales y regionales de interés común», según el ministerio de Asuntos Exteriores chino. Rudenko también mantuvo «consultas programadas» con el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Ma Zhaoxu.
Con la colaboración de Tom Ozimek.
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