Los deportes tienen una forma especial de unir a la gente, y el pasatiempo americano del béisbol no es una excepción. Ya sea en un estadio de las Grandes Ligas o en un partido de las ligas menores, los aficionados de todo el país se reúnen para crear lazos y relacionarse como comunidad. Para Katie Russell Newland, de Austin (Texas), el béisbol le brindó una profunda conexión con su madre, y con sus compañeros de afición.
Newland recuerda que creció en Nueva Orleans con una madre compasiva, inteligente y de espíritu libre. Su madre hacía que los deberes o tareas más sencillas parecieran una aventura. La propia Newland era tímida e introvertida, pero a medida que crecía empezó a ser más abierta.
«Empecé a darme cuenta que salir al mundo y ser vulnerable tenía algunos beneficios», dice.
Amor por el juego
La mamá de Newland era una apasionada del béisbol, pero Nueva Orleans no tenía —y sigue sin tener— un equipo de las Grandes Ligas. Sin embargo, las dos se convirtieron en ardientes seguidoras de los Chicago Cubs. Newland recuerda perfectamente que regresaba de la escuela, tiraba su mochila al suelo y corría a la habitación de su madre para ver el partido. Su madre disfrutaba el partido desde un sillón azul La-Z-Boy, mientras Newland se sentaba en la cama de su madre y se apoyaba en el marco metálico de la cama, mirando atentamente el partido.
Durante la séptima entrada, Newland salía al patio de su casa y construía una caja de bateo con cinta adhesiva. Hacía lanzamientos simulando que estaba en el montículo del lanzador en el Wrigley Field.
«Mi amor por el béisbol empezó de pequeña porque quería seguir el ejemplo de mi madre y su amor por el juego», dijo Newland. «El béisbol realmente ofrece la oportunidad de relacionarse con la gente debido al ritmo del juego, eso es parte de la razón por la que ella se enamoró de él».
Cuando Newland tenía 13 años, ella y su madre fueron a ver jugar a los Cubs en Chicago. Mientras comían en el restaurante de Harry Caray, se les ocurrió una ambiciosa hazaña. Querían ver si podían visitar los 30 estadios de béisbol en una temporada.
Trágicamente, la madre de Newland falleció de cáncer en 2009, a los 69 años, antes que pudieran emprender el viaje juntas. Y Newland libró su propia batalla contra el cáncer después que le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin y un melanoma a los 35 años. Tras ocho rondas de quimioterapia y casi un mes de radioterapia constante, entró en remisión. Y entonces tomó la decisión: Emprendería el viaje que había planeado con su madre.
«Tuve la oportunidad de reflexionar sobre mi propia vida y lo que quería de ella. Eso me impulsó a salir al mundo, a ver a la gente y a las comunidades, y a viajar», dijo Newland.
Béisbol de las Grandes Ligas
En 2015, Newland se embarcó en su gira por las Grandes Ligas de Béisbol, un viaje personal para rendir homenaje y conectar con su difunta madre.
Newland recuerda claramente varias experiencias en su viaje. Comenzó su aventura en la ciudad natal de su mamá, Filadelfia, el día de la apertura, que también coincidió con el cumpleaños de su madre. Cuando fue a ver a los Pittsburg Pirates, le sorprendió un paisaje urbano impresionante que nunca había visto. El 4 de julio en el estadio Fenway Park de Boston era difícil de superar, pero ver a los Orioles de Baltimore en uno de los primeros estadios de béisbol modernos fue algo único.
Y luego hizo realidad el sueño de su infancia en el patio trasero: En el Wrigley Field de Chicago, hizo el lanzamiento inicial.
Gracias a estas experiencias, Newland aprendió a ser abierta, conoció a otros aficionados y se sintió parte de algo más grande.
«Hay una energía comunitaria en un estadio de béisbol, y hay poder cuando todo el mundo siente que está conectado a algo más grande que uno mismo. [Mi madre] fue el modelo a seguir durante gran parte de su vida», afirma Newland.
«No importa la raza, la clase, el género, las creencias políticas o incluso la afiliación al equipo: el béisbol nos ofrece una humanidad compartida, y necesitamos mucho más de eso en nuestro mundo. Mi madre siempre trató de impulsar eso a lo largo de mi vida».
Resurgimiento
Newland también descubrió cómo el juego del béisbol puede mostrarle a la gente cómo superar la adversidad e incluso lo aparentemente imposible.
«El béisbol nos recuerda que nunca se está demasiado hundido para resurgir», afirma Newland.
Nunca pensó que escribiría un libro, pero su viaje la preparó para hacerse vulnerable a través de la palabra escrita. Newland expuso sus pensamientos al mundo en sus memorias «A Season With Mom: Love, Loss, and the Ultimate Baseball Adventure» («Una temporada con mamá: Amor, pérdida y la última aventura del béisbol»), de Harper Horizon. El libro saldrá a la venta en inglés el 6 de abril; ese día su madre habría cumplido 80 años.
Newland espera que sus memorias inspiren a quienes tienen un ser querido que está luchando contra el cáncer, que demuestren que hay vida más allá de las dificultades y que, en todo caso, la adversidad da perspectiva y sentido a la vida.
Ella espera que, en tiempos tumultuosos, la historia traiga alegría a los lectores, los inspire a perseguir sus sueños sin importar el tiempo que tarden en empezar, y les haga reflexionar sobre las relaciones con sus seres queridos.
«Gran parte del libro trata de las cosas que me gustaría haberle dicho a mi madre en muchos aspectos. ¿No sería increíble que en la vida dijéramos todas las cosas que queríamos decir?».
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