Opinión
China aún no ha revelado cuántos de sus ciudadanos murieron en el enfrentamiento fronterizo con India el 15 de junio. India organizó un servicio conmemorativo para aquellos de sus ciudadanos que perecieron en el conflicto, mientras que las lamentaciones de los chinos se limitaron a Weibo, la versión china de Twitter.
El esfuerzo de Beijing por mantener en secreto las identidades de sus soldados caídos es parte de un impulso totalitarista de controlar toda la información, negando la libertad. Esa negación ayuda a explicar la necesidad del régimen chino de robar en lugar de inventar tecnología.
Recientemente, un profesor chino que cooperó en el contrabando de tecnología estadounidense a la República Popular China fue arrestado.
«Un juez federal en San José, California, encontró culpable a Zhang Hao, de 41 años, después de un juicio de cuatro días(…)Según el Departamento de Justicia, Zhang conoció a su co-conspirador, Pang Wei, mientras estudiaba para obtener un doctorado en ingeniería eléctrica en la Universidad del Sur de California, donde ambos realizaron investigaciones sobre la tecnología de filtrado de radio con fondos del Departamento de Defensa. Tras graduarse en 2006, Zhang comenzó a trabajar para Skyworks Solutions Inc., con sede en Massachusetts, y Pang fue contratado por Avago en Colorado», reportó The Epoch Times.
Ambos formaron una efectiva asociación. Poco después de su graduación, la pareja creó una compañía en China que compitió con el dúo de empresas estadounidenses.
«Los fiscales dijeron que en octubre de 2006, Zhang y sus co-conspiradores iniciaron un negocio en China para competir con Avago y Skyworks, mientras que Zhang y Pang trabajaban en esas compañías», informó The Epoch Times. «Robaron fórmulas, código fuente, especificaciones técnicas, kits de diseño y otros documentos marcados como clasificados o patentados de sus empleadores estadounidenses, según el Departamento de Justicia».
Así que Zhang y Pang trabajaron al mismo tiempo para Avago y Skyworks, y para una empresa china que imitaba y robaba los productos estadounidenses a sus empleadores en Estados Unidos. Zhang y Pang eran muy activos. Fomentaron una operación china de larga duración, de hecho un plan totalitario de larga duración, para robar tecnología estadounidense.
Zhang se enfrentará a una sentencia el 31 de agosto.
La esencia del esquema derivó del reconocimiento de los totalitaristas de que no eran iguales a los estadounidenses en cuanto a la creación de nueva tecnología. Por lo tanto, los soviéticos montaron un gran programa de subversión contra la tecnología estadounidense. China ha seguido los pasos soviéticos.
Aunque hay tres veces más chinos que estadounidenses y muchos más jóvenes educados en alta tecnología, un porcentaje muy alto de la tecnología avanzada china nos es robada, según Zhang y Pang.
La creatividad depende de la libertad, y los chinos no la tienen, como vemos por la forma en que están tratando con Hong Kong. El gobierno central chino está tomando medidas drásticas contra la libertad de expresión en Hong Kong, asegurándose de que la toma de decisiones se centralice en Beijing. En otras palabras, el fin de la libertad de expresión.
Puede ser que la cuestión central de este momento sea si las democracias tienen la voluntad de proteger su propiedad intelectual. No sé la respuesta. El tiempo lo dirá. Será una dura batalla.
Si tenemos la voluntad de participar en esta batalla crucial, la clave de nuestra supervivencia reside en nuestras comunidades de inteligencia, la capacidad de ellos para identificar a nuestros enemigos activos, y la voluntad de nuestros sistemas judiciales de procesar a los miles de ladrones que trabajan para infiltrarse en nuestras redes de investigadores y laboratorios.
En este momento, nuestra red de laboratorios de investigación y desarrollo se enorgullece de su alcance global, lo cual favorece el espionaje enemigo. Esto se aplica a los laboratorios dirigidos por corporaciones o universidades, ya sea dentro de Estados Unidos o en el extranjero.
Por otra parte, hemos derrotado una red enemiga bien disciplinada en el pasado reciente, descubriendo en el proceso que los pueblos soviéticos realmente aprecian la libertad. Una vez que tuvieron la oportunidad de ser verdaderamente libres, la tomaron sin dudarlo, y sus talentos se extendieron por todo el mundo. ¿Están los chinos cortados por el mismo patrón?
Ya veremos.
Michael Ledeen es un erudito de la libertad en la Fundación para la Defensa de las Democracias. Ha sido consultor del Consejo de Seguridad Nacional y de los Departamentos de Estado y Defensa, y asesor especial del secretario de Estado. Es autor de 35 libros, el más reciente «Field of Fight: How to Win the War Against Radical Islam and its Allies», en coautoría con el teniente general retirado Michael T. Flynn.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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