La crisis de Ucrania está en manos de Biden

Por Roger Simon
21 de febrero de 2022 8:41 PM Actualizado: 21 de febrero de 2022 8:44 PM

Opinión 

¿Alguien cree seriamente que si Donald Trump todavía estuviera sentado en la Oficina Oval, como tal vez debería estarlo, Ucrania estaría en peligro como está?

La crisis de Ucrania está en manos de Joseph Biden. Y no me refiero solamente a cómo trató a ese país como la alcancía de su familia, con su hijo haciendo una fortuna con su gigante energético Burisma, mientras que el propio Joe amenazó con retener la ayuda a Ucrania a menos que despidieran al fiscal que investigaba a la famosa empresa corrupta.

Sin escrúpulos e inmoral como fue eso, estoy hablando de algo aún peor. Estoy hablando de cómo convirtió a Ucrania en un regalo para Vladimir Putin.

El 20 de enero de 2020, Biden canceló la aprobación presidencial del oleoducto Keystone XL. A esto le siguió una serie de otras acciones en materia de energía, eliminando la recién ganada independencia energética de Estados Unidos y su capacidad para exportar sus excedentes.

Con todo esto, Vladimir podría haberse desmayado, si alguna vez hace tal cosa, ante su buena fortuna.

Esto significaría que Alemania, la potencia de Europa, así como muchos otros países, dependerían más de la Madre Rusia para calentarse el próximo invierno (y muchos más) a través del gasoducto Nord Stream 2.

Ahora Biden amenaza repentinamente con cortar ese oleoducto si Rusia invade Ucrania. No está claro cómo lo haría. No es difícil adivinar cuánto tiempo duraría tal amenaza en el frío de un invierno europeo.

Es discutible si sus políticas energéticas son las más destructivas de su administración. Hay tantas.

Pero sí rivaliza con la caótica partida de Afganistán que dejó miles de millones de dólares en armamento moderno para los talibanes, una base aérea de Bagram intacta con una de las pistas militares más largas del mundo como presa fácil para los chinos (su instalación de desarrollo nuclear a apenas una hora de distancia), además de incontables de miles de nuestros ciudadanos y aliados varados en ese lugar tan primitivo, y las mujeres en manos de algunas de las personas más misóginas de la Tierra.

En cuanto a Keystone XL, Biden respaldó su decisión retirando igualmente el apoyo presidencial este enero al oleoducto griego-israelí. Habría ayudado a impulsar a Europa mientras ayudaba a la economía de dos supuestos aliados de EE. UU.  (Ni siquiera entremos en qué tipo de aliado es realmente Biden para Israel, dada su evidente desesperación por volver a unirse a un acuerdo nuclear renovado con Irán. Lo único que puede estar salvándolo es que los propios iraníes parecen no estar interesados ​​​​en ningún tipo de acuerdo, solo en dar largas).

Biden afirmó que iba a dejar de apoyar a ambos oleoductos por razones ambientales. ¿Él realmente cree eso?

La energía alternativa está lejos de estar tecnológicamente lista para satisfacer las necesidades necesarias de Europa, Asia o África, o cualquier continente poblado. Ya ha fracasado en Texas. Es posible que la energía solar y la eólica ni siquiera sean los medios alternativos que se utilicen en última instancia, como lleva señalando desde hace tiempo el respetado periodista especializado en energía, Bjorn Lomborg.

Además, la catástrofe climática ha sido exagerada durante décadas, mucho antes de que se predijera en el British Independent (2000) que «las nevadas ahora son ya cosa del pasado«. A fines de la década de 1980, un «experto en clima» nos dijo que Manhattan estaría bajo el agua para 2018. Dada la falta de seguridad en las calles allí hoy en día, quizá sea una pena que no tuviera razón. (John Nolte tiene una divertida lista de 53 predicciones absurdas de este tipo, que se remontan a 1967, cuando se predijo una terrible hambruna para 1975. La década de lo 1970 estuvo llena de advertencias sobre la Nueva Era del Hielo que fueron famosas en las portadas de Time y Newsweek).

Así que, algo más que el disparate climático debe explicar el deseo de Biden de erradicar los oleoductos. Ya sabemos que Rusia será la que más se beneficiará del desistimiento de Keystone XL y de la colaboración greco-israelí de EastMed.

Mientras tanto, la República Popular de China es el mayor proveedor mundial de captadores solares, muchos de los cuales fallan al cabo de relativamente poco tiempo. ¿Es así de simple?

De acuerdo con el nuevo libro de Peter Schweizer, «Red-Handed», la familia Biden se ha beneficiado de China por una suma de USD 31 millones. Los sospechosos habituales han ignorado esto, pero ¿alguien realmente lo contradice? Schweizer llama a lo que está sucediendo «Captura de la élite«.

Al mismo tiempo, las potencias occidentales se reúnen en Múnich, una extraña elección de lugar, pero llaman a esta ronda la Conferencia de Seguridad de Múnich.

¿Eso hará alguna diferencia? Tómenme por escéptico, en esta ocasión no creo que se produzca la tan famosa «paz en nuestro tiempo”.  Como la mayoría de nosotros sabemos, tampoco lo hubo la primera vez.

Con Biden—el hombre que Larry Kudlow llamó acertadamente «el mejor amigo de Putin», tenemos casi tres años más.  Recemos.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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