La gratitud se estudia a menudo por sus efectos terapéuticos, pero puede que estemos pasando por alto su verdadera naturaleza. Dicho esto, la investigación puede ayudarnos a reconocer la importancia y la potencia de la gratitud.
«En las últimas décadas, los científicos sociales acumularon un conjunto de investigaciones que demuestran cómo la gratitud aumenta el bienestar: mejora la autoestima, mejora el sueño, aumenta la inmunidad, disminuye la depresión, reduce la ansiedad, fortalece las relaciones y mucho más», escribe el doctor Gregory Jantz, fundador y director de una clínica de salud mental en Edmonds, Washington.
La gratitud se relaciona sistemáticamente con una mejor conexión con las personas que nos importan y con una mayor felicidad».
«La gratitud ayuda a las personas a sentir emociones más positivas, a saborear las buenas experiencias, a mejorar su salud, a enfrentarse a la adversidad y a construir relaciones sólidas», señalan los investigadores de la Universidad de Harvard.
También tiene efectos físicos, como la reducción de los biomarcadores de inflamación y la mejora de la variabilidad de la frecuencia cardiaca, un signo de salud cardiovascular y neurológica.
Las investigaciones revelan que las personas más agradecidas son también más empáticas y generosas. Incluso hacen más ejercicio.
Vale la pena considerar por qué la gratitud tiene tantos beneficios.
La gratitud es alegrarse de lo que tenemos o experimentamos. Lo contrario es desesperarse por lo que no tenemos, o envidiar a los que tienen lo que queremos. La gratitud es la contraposición a los celos y la amargura, desplaza esos sentimientos. Un corazón no puede albergar los dos estados a la vez.
La gratitud tiene muy poco que ver con nuestras circunstancias reales, y mucho más con cómo las vemos. La gratitud no es algo que nos sucede, sino algo que hacemos y que podemos aprender a hacer más fácilmente. Empieza por ser consciente de uno mismo.
1. Pausa y reconsideración
Los que experimentamos habitualmente el poder de la gratitud sabemos que, en momentos de desesperación, malestar y enfado, podemos hacer una pausa, reconsiderar nuestra situación y encontrar un alivio profundo.
Por ejemplo, cometí algunos errores muy costosos en la reciente renovación de nuestra casa. Pueden rondar mi mente en momentos extraños. Pero entonces considero las lecciones que aprendí de estos errores y las habilidades que adquirí en el proceso, y ese arrepentimiento y autorrecriminación se desvanecen.
2. Renunciar a la satisfacción externa
La búsqueda del deseo no tiene fin. Cumplir nuestros deseos no puede darnos más que una satisfacción momentánea si no practicamos la gratitud. Ese coche nuevo se convierte rápidamente en el modelo del año pasado. Ese nuevo par de zapatos se vuelve familiar y aburrido comparado con lo que llama desde el escaparate de la tienda. Si nos centramos en lo que queremos del mundo que nos rodea, en lugar de apreciar lo que ya tenemos, siempre querremos más… y sufriremos por ese deseo.
3. Reconocer el milagro de la vida
La verdad espiritual siempre está arraigada en la gratitud. Confiar en que existe un poder benévolo que controla el universo en última instancia tranquiliza el alma. Creo que ésta es una de las razones por las que estar en la naturaleza es tan curativo para las personas. Les conecta con la belleza de la creación. Les recuerda que hay algo milagroso en la vida misma. Para los creyentes, comprender que hay sabiduría y bondad en las moléculas de la creación es una fuente constante de gratitud.
Dicho de otro modo, si puede tener una gratitud básica por su propia existencia, ya es rico sin límites.
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