La disputa por el lenguaje: imposición woke o libertad

Por Gerardo De la Concha
21 de diciembre de 2024 5:57 PM Actualizado: 21 de diciembre de 2024 7:44 PM

Opinión

Durante la Revolución francesa las turbas paseaban en picas las cabezas de las princesas mientras los dirigentes revolucionarios hacían decretos para modificar el calendario, la historia, el lenguaje.

Querían abolir las referencias cristianas. Esa era la principal tarea de los jacobinos, los radicales de la Revolución francesa. De la abolición del cristianismo pasaron a su pretensión de abolir todo tipo de espiritualidad. Robespierre encabezó los festejos de la Diosa Razón, mientras mandaba a la guillotina a «los enemigos de la Revolución».

El jacobinismo es el viejo precedente de la ideología woke, acunada por la izquierda estadounidense y que se ha extendido por Occidente para ponerlo de cabeza a partir de las modificaciones impuestas con el lenguaje inclusivo sosteniendo de esa manera un supremacismo disfrazado.

La izquierda woke persigue a cualquier disidente de sus imposiciones y las lingüísticas son parte de su proyecto de dominio político. Sus prácticas son inquisitoriales y, en el fondo, grotescas y absurdas.

La identificación de los demócratas con el programa woke los llevó ahora, como una de sus razones, a la derrota electoral frente a Donald Trump. Y en Estados Unidos, Elon Musk enarbola en lo cultural una fuerte resistencia contra la descomposición de valores que representa la izquierda woke.

Entre los principales principios woke está el lenguaje inclusivo: prohibicionista, artificioso, impositivo y que, en el fondo, es excluyente, supremacista y corruptor del idioma.

El lenguaje inclusivo tiene como novedad ahora la prohibición de que se diga Feliz Navidad; debe decirse «Felices Fiestas». Y entonces en Occidente empresas, gobiernos y medios de comunicación, desechan el tradicional Feliz Navidad por el políticamente correcto Felices Fiestas. Al basurero una tradición; son las minorías las que deben imponer su visión, su lenguaje, su ideología.

En su proceso de descristianizar a Occidente quieren matar toda expresión espiritual. Es un secularismo porque así se llama el intento de desterrar de la vida social todo vestigio religioso. Quieren la muerte de lo divino y la descomposición de los valores tradicionales.

En Oriente el jacobinismo tuvo como expresión la Revolución cultural china, cuando el comunismo maoísta intentó matar para siempre las tradiciones y la cultura china, lo divino y la espiritualidad, los valores tradicionales y las jerarquías naturales, la cultura y el arte universales.

Dicen ahora los tiranos lingüísticos de la izquierda woke, que decir Feliz Navidad agrede a las minorías religiosas y, sobre todo, a los no creyentes. Entonces enterremos tradiciones: Felices Fiestas, según ordenan los de la izquierda woke, los nuevos jacobinos, quienes mandan para que todos obedezcan.

En las Olimpiadas en París mostraron en la Inauguración de qué se trata todo, con el ataque al cristianismo viene el ataque a toda espiritualidad, la descomposición de los valores: niños en un bacanal, hombres disfrazados de mujeres, la adoración pagana a los diablos, la burla a lo religioso y no podía faltar la reivindicación de la cabeza cortada de la Reina María Antonieta.

Que les quede claro a todos. De eso se trataba. De demostrar la supremacía cultural de lo anticristiano, de lo antirreligioso. Y la nueva supremacía de los antivalores y de la descomposición de los valores.

En México los políticos de todos los colores obedecen las órdenes de la izquierda woke y balbucean en lenguaje inclusivo. Descomponen el idioma y hasta modifican la Constitución para cumplir el capricho de «la presidenta», que pertenece a la izquierda woke.

En el país la resistencia contra el predominio artificial y tiránico del lenguaje inclusivo no vino de ningún político, sino de un empresario.

No es extraño porque se trata de un empresario que entre sus negocios está la comunicación. Y los empresarios requieren de la Libertad para hacer su trabajo. Y cuando no se someten terminan así defendiendo la libertad de todos.

Ricardo Salinas Pliego expulsó de TV Azteca al lenguaje inclusivo. Liberó a su televisora de esa imposición de la izquierda woke mundial. Lo woke se refiere a «abierto» y es lo más cerrado y oscuro que existe: el supremacismo de una minoría, la descomposición del lenguaje y los valores, el sometimiento a la libertad por la imposición lingüística e ideológica, la abolición del espíritu.

La reacción a la decisión de Salinas Pliego fue muy positiva. Se necesitaba de un acto libertario para que se volviera a sentir en México que la libertad es necesaria.

He revisado los comentarios en las redes sociales y hay una oleada de apoyo a la medida de Salinas Pliego. Esto es interesante porque también veo que a los supremacistas de la izquierda woke solo les resta ejercer insultos y sofismas confusos y mentirosos. Se les nota desconcertados.

Parecían imponerse y de pronto les brota en el campo social una verdadera oposición que anuncia un mejor horizonte para la sociedad mexicana. Ya no nos vamos a someter.

En aquellos tiempos de la Revolución francesa, cuando cayeron los tiranos jacobinos salieron a bailar por las calles los franceses de todas las clases sociales. Hombres y mujeres, hasta niños. Fueron a derrumbar la estatua de la Diosa Razón. Y en los templos se elevaron de nuevo los cánticos religiosos.

Vienen malos tiempos para la enajenación woke en México. Va a nacer o renacer una verdadera oposición política, superando las falsas oposiciones corruptas; desde la sociedad se va a cambiar lo existente. Es todavía un largo camino, pero comienza con la resistencia cultural

En el Continente americano se están dando con fuerza los brotes de liberación de la imposición cultural, lingüística y política de la izquierda woke. México ya es parte de esos brotes. Su camino todavía es largo, pero la corrupta izquierda woke hoy en el poder, va a ser derrotada.

El lenguaje inclusivo es tiránico y artificioso. No es incluyente sino excluyente y termina siendo arbitrario y no influye en la solución real de los problemas que afectan a hombres mujeres y niños. El lenguaje es un proceso social natural, una de las grandes construcciones humanas. No es la expresión de minorías ideológicas, ya se trate de jacobinos o de la izquierda woke. Liberar al lenguaje es liberar a la sociedad.

Y por cierto: !Feliz Navidad!


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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