La economía china muestra similitudes con la economía estadounidense durante la Gran Depresión

Por Milton Ezrati
24 de enero de 2024 2:25 PM Actualizado: 25 de enero de 2024 2:33 PM

Opinión

La economía china empieza a dar señales similares a las observadas en Estados Unidos durante la Gran Depresión de los años 30.

No, China no ha experimentado un desplome bursátil como el que sufrió Estados Unidos en 1929. Lo que China tiene en común con aquella América histórica es una horrible pérdida de confianza en las estructuras y el futuro de la economía. En aquella América, la pérdida de confianza fue provocada por la caída de la bolsa. En China, el líder Xi Jinping ha encontrado otras vías. El panorama chino para 2024 no es nada prometedor.

Una confirmación del problema de confianza en China surgió por la debilidad de los préstamos bancarios. Siendo siempre una señal de los planes de gasto de las empresas y consumidores, las demandas de crédito bancario, aunque subieron de noviembre de 2023 a diciembre de 2023, no obstante, se situaron un 16% por debajo de lo que estaban en diciembre de 2022 y casi un 20 por ciento por debajo de las expectativas del consenso. Esto es aún más notable porque, en los últimos meses, Beijing ha intentado dar un estímulo a través del gasto en infraestructura, y por su parte, el Banco Popular de China ha reducido las tasas de interés y ha proporcionado generosamente liquidez a los mercados y a las instituciones financieras, aumentando la medida de oferta monetaria en un 9.7 por ciento.

La explicación más probable de por qué el pueblo y las empresas chinas no han sabido aprovechar el gasto en infraestructura y este crédito fácil, es que han perdido la confianza en el futuro, al menos en que mejorarán lo suficiente como para que valga la pena el riesgo de endeudarse.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas de Beijing, el índice de confianza del consumidor del país ha caído casi un 10 por ciento desde su máximo de marzo de 2023 y ahora se encuentra en un nivel más bajo que nunca, incluso durante la pandemia de COVID-19 y los bloqueos y cuarentenas innecesarios que le siguieron bajo la política cero-COVID de Beijing. La confianza empresarial ha repuntado ligeramente desde finales de 2023, pero sigue deprimida según casi cualquier estándar histórico, incluso remontándonos a principios de este siglo, cuando comenzó esta recopilación de datos.

Incluso en ausencia de una caída del mercado de valores, esta falta de confianza –esta cautela ante el endeudamiento y el gasto– se asemeja a los problemas que enfrentó Estados Unidos en la Gran Depresión. Al observar el comportamiento estadounidense en ese momento, el renombrado economista John Maynard Keynes observó cómo el estímulo de Washington y una avalancha de dinero de la Reserva Federal no habían logrado hacer avanzar la economía estadounidense. El estímulo gubernamental, señaló, solo funcionará si los consumidores y las empresas tienen suficiente fe en el futuro para seguirlo con sus propios gastos e inversiones. Si no tienen la confianza para hacerlo, el estímulo rápidamente sigue su curso y la economía, después de quizás una breve mejora, vuelve a caer en un crecimiento lento o en declive. Lo mismo ocurre con el estímulo monetario. No importa cuánta liquidez proporcione el banco central, la falta de confianza impedirá que las empresas y los consumidores la utilicen. Él llamó a este fenómeno la “trampa de la liquidez”.

Ahora, China parece estar sufriendo el mismo mal, y la mayor parte de la culpa puede recaer en Xi. Su primera contribución a este lío fue su decisión en 2019-2020 de retirar repentinamente el apoyo que Beijing brindaba desde hacía mucho tiempo al desarrollo inmobiliario residencial. Esa decisión provocó un colapso en este sector alguna vez importante de la economía de China y también una caída en el valor de las propiedades con efectos devastadores en la riqueza de los hogares.

El segundo error de Xi fue ofrecer, en el mejor de los casos, una respuesta tibia al colapso inmobiliario. Desde los primeros fracasos de los promotores inmobiliarios en 2021 hasta hace apenas unos meses, Beijing fingió que, contrariamente a la realidad, no se requería nada de las autoridades. En consecuencia, los problemas del sector inmobiliario y la riqueza de los hogares se propagaron por todo el sistema financiero chino, dañando aún más la economía y erosionando la confianza.

La política de cero COVID fue la tercera contribución de Xi a los problemas de China. Esa política mantuvo a la economía china bajo cierres y cuarentenas durante al menos 18 meses más que el resto del mundo. Su objetivo era imposible: erradicar el virus. En la búsqueda de ese sueño, frenó la economía de China y creó la sensación entre la gente de que ya no podían contar con un ingreso regular y la sensación entre las empresas de que la expansión tenía poco sentido.

Si eso no fuera suficiente, Xi también se dedicó a retórica para castigar a las empresas privadas chinas durante este tiempo, insistiendo en que los gerentes y propietarios abandonaran la búsqueda de ganancias para seguir la agenda del Partido Comunista Chino. Más que nada, este tipo de conversación hizo que los empresarios chinos desconfiaran del futuro y no estuvieran dispuestos a invertir en contratación o expansión.

A pesar de las similitudes entre la pérdida de confianza de China y la causa fundamental de la Gran Depresión en los Estados Unidos de la década de 1930, sería demasiado audaz pronosticar una Gran Depresión para China. Sin embargo, no es demasiado audaz pronosticar que las circunstancias frenarán las perspectivas económicas de China durante algún tiempo, especialmente si Xi y sus colegas en Beijing no logran darse cuenta de la necesidad de políticas que puedan reconstruir la confianza individual y empresarial de China en el futuro. Un cambio así puede ser una esperanza desesperada, pero se necesita desesperadamente.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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